Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 31 de marzo de 2013 Num: 943

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

H.G. Oesterheld: imaginación versus poder
Hugo José Suárez

En el café
Juan Manuel Roca

Lluvia
Efraín Bartolomé

La escritura, antídoto contra la muerte
Adriana Cortés Koloffon entrevista con Vicente Quirarte

Presupuesto cultural: primer año, primer recorte
Víctor Ugalde

Sociedad de la comunicación y sociedad política
Sergio Gómez Montero

De Ratzinger a Bergoglio: luces y sombras
Juan Ramón Iborra

Dos poemas
Stavros Vavoúris

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Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
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Cinexcusas
Luis Tovar


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Presupuesto cultural:
primer año, primer recorte

Víctor Ugalde

Apenas se puede creer que después de doce años de estar haber estado fuera del Poder Ejecutivo Federal, el PRI no haya logrado crear y madurar funcionarios que sembraran expectativas positivas y así no tuvieran que repetir cuadros, que en su momento tuvieron errores dramáticos en la materia a la que ahora regresan. Tampoco se puede creer que repitan los mismos errores que los llevaron a la pérdida de la confianza pública en el siglo pasado.

Tovar y de Teresa regresó y en sus dos administraciones anteriores fue el encargado de desmantelar la industria cultural cinematográfica mexicana, obligado o no por la verticalidad y disciplina del sistema priísta.

Del 1992 a 2000 se redujo, en términos reales, el presupuesto a la cinematografía y se pasó de producir ochenta y cinco películas de largometraje al año en la década de los ochenta, a sólo dieciséis en el período zedillista. Producto de la reforma a la Ley de Cine de 1992, que dejó al cine mexicano a merced de las fuerzas del mercado en preparación a la entrada del TLCAN y de la OMC, es esta situación que propició una grave caída en la expresión fílmica de los artistas  mexicanos y el apoderamiento de las trasnacionales de nuestro mercado.

El ejecutivo salinista y la mayoría priísta eran uno solo y actuaron en contra de los intereses de la nación, a pesar de la resistencia de algunos de los cineastas. Sus voces fueron silenciadas mediante la falta de apoyos y el desmantelamiento de la cadena productiva. Ahora, nuevamente la Secretaría de Hacienda envió un presupuesto restrictivo y, en esta ocasión, gracias al oficio del priísmo, todos los partidos lo avalaron y no le corrigieron la plana, tal y como sucedía cuando el PRI era oposición y, de forma conjunta con todos los partidos, casi siempre le corrigieron el rumbo al PAN de Fox y Calderón. Los recortes propuestos en la primera década del siglo XXI fueron anulados con incrementos tales que nos permitieron crecer y recuperar nuestra expresión fílmica, con excelentes resultados.


Marcha en contra del recorte al presupuesto a la cultura en México, 2006. Foto: Edgar Efrén López Ramos/ Flickr

Ahora, como gobierno, los priístas regresan a sus viejas prácticas al reducir el presupuesto al cine y la cultura. En esta ocasión se propuso un presupuesto donde al sector cultura lo hacen pasar de 16 mil 285 millones 72 mil 416 pesos, a 16 mil 533 millones 628 mil 693, lo que aparentemente representa un incremento de 0.01%, pero que en realidad es un retroceso real, ya que la pérdida del poder adquisitivo en 2012 fue de 4%.

Lo propuesto para el Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine) pasó de un presupuesto ejercido de 525 millones en 2012 a uno aprobado para 2013 por sólo 374 millones 575 mil 584 pesos, a lo que hay que restar 25 millones más por una orden de la SHCP, esto sin considerar la pérdida del poder adquisitivo. En otras palabras, al Imcine se le asignó 36% menos.

El recorte es grave, pero lo es aún más si vemos las áreas donde se aplicaron:  se suspendió el apoyo al Eprocine por 80 millones de pesos, es decir, a un programa de apoyo a la distribución y formación de públicos que apenas iniciaba y cuando todavía no se alcanzaban a ver los resultados. A lo anterior agréguense los recortes al Fidecine, Imcine Producción y Foprocine por más de 30 millones, a lo que hay que sumar cantidades  superiores a los 10 millones a la partida de donativos (festivales, promoción y apoyo a diversos programas de creación). También se terminó con los 30 millones que Conaculta adjudicó de forma directa a largometrajes vía Imcine.

De nada sirve que se cambie de secretarios de Hacienda y partidos; todos envían un presupuesto reduccionista por su pensamiento anacrónico que condisera como un gasto a fondo perdido lo invertido en el cine y la cultura,  cuando las teorías modernas nos indican que en realidad se trata de inversión detonante de múltiples beneficios adicionales sociales, artísticos y culturales.

Las industrias culturales son uno de los sectores más dinámicos de la economía mundial y aportan, según la UNESCO, más del 5% del PIB en los países donde se produce. En México, según la investigación, la cultura aportó 6.7% en 2002, y datos más recientes del CIDE nos indican que en 2012 dicha aportación se incrementó hasta superar el 8%. Uno de los pocos sectores que realmente crecieron en la primera década del siglo XXI fueron las industrias del cine y del audiovisual. ¿Por qué castigar un proyecto exitoso, que tantos beneficios estaba mostrando en todos los ámbitos de su acción? ¿Por qué frenar lo que apenas estaba a punto de crecer y consolidarse? ¿Por qué reducir la expresión plural de los cineastas del siglo XXI? ¿A quién conviene este brutal recorte? ¿Querrán silenciar nuevamente la voz del cine mexicano y la de sus artistas, que actualmente es viva, plural e inteligente? La única buena señal de los últimos días ha sido el nombramiento del promotor cultural Jorge Sánchez. Hombre conocedor del medio y de las necesidades fílmicas, sin embargo inicia su administración con menos presupuesto y posibilidades de acción.

Dice la cultura popular que mal inicia la semana a quien ahorcan en lunes. Mal inicia un gobierno que recorta a la cultura y al cine.

¿Hasta cuándo se entenderán los tiempos que vive la nación y dejarán de repetirse los mismos errores?

¿Hasta cuando se cumplirán los tratados internacionales de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC) de los Derechos Humanos, así como la Convención Internacional sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales, que se obliga a los estados firmantes a garantizar el acceso a la expresión audiovisual del imaginario nacional, además de crear mecanismos para su circulación en el país y el mundo?