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El director asume hoy la coordinación del Sistema Nacional de Fomento Musical del CNCA

Fortalecer el tejido social con arte sonoro, reto de García Barrios

La mejor forma de crear nuevos públicos es lograr que la gente haga música, sostiene

Tener un método como el venezolano es un sueño maravilloso que hay que perseguir, afirma

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Eduardo García Barrios fue director general y artístico de la Orquesta de Baja California y del Centro de Artes Musicales de esa entidadFoto cortesía CNCA
 
Periódico La Jornada
Lunes 1º de abril de 2013, p. 7

Lograr que el arte sonoro participe de forma directa en la recuperación social es la principal encomienda con la que Eduardo García Barrios asumirá a partir de hoy la coordinación del Sistema Nacional de Fomento Musical del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA).

La prioridad es unir o armonizar todos los esfuerzos que instituciones públicas y privadas realizan en el país para fortalecer el tejido social, combatir la violencia, crear una gran base social mediante el quehacer artístico y musical, explica el director de orquesta en entrevista con La Jornada.

Tenemos que evaluar todo lo que está ocurriendo, hacer un censo de lo que hay y tender puentes entre lo que existe y lo que no, para crear una gran plataforma local, regional, estatal y nacional de este trabajo social a través de la música.

–¿Eso habla más de una visión social que artística? –se pregunta al músico, quien antes de esta nueva encomienda se desempeñaba desde 2010 como director general y artístico de la Orquesta de Baja California y del Centro de Artes Musicales de esa entidad.

–Son puntos que no se contradicen, debemos entenderlo. Quiere verse lo social y lo artístico como elementos separados, pero no lo son. Cuántas veces se ha hablado de la creación de nuevos públicos, y para todos es muy claro que la mejor forma de hacerlo es lograr que la gente haga música. Por ejemplo, cuando los niños hacen música, involucran de diversas maneras al resto de su familia.

Encarar la realidad

“¿Que si éste es un proyecto social?, sí lo es; ¿artístico?, también. Sin embargo, hay líneas metodológicas de excelencia a la hora de hacer la música. Eso no significa que todos los que la practican con gran disciplina, metodología y fervor van a dedicarse a ella. Es decir, habrá algún porcentaje que decida, quiera y pueda continuar con sus estudios, pero la gran mayoría no lo hará.

No hay, pues, ninguna contradicción, simplemente son metodologías distintas cuando nos enfocamos en el trabajo social y colectivo, que es una herramienta fundamental, sobre todo por la falta de recursos. Es un trabajo social a través y para el arte.

–Llega a una institución con más de 30 años y que en los hechos ha demostrado ser poco exitosa. ¿Cómo encara esa situación?

–No puedo adelantarme a ningún diagnóstico, porque acabo de llegar. Trabajé ya en fomento musical, fui director durante un par de años de la orquesta Carlos Chávez, como artista, como maestro. Ahora regreso y debo hacer un claro y profundo diagnóstico de las fuerzas con las que contamos.

“El reto es uno: poner toda una institución, toda una estructura –que puede transformarse internamente en términos de organización– al servicio de un proyecto social, comunitario, y además de vínculo de crecimiento hacia lo profesional también. Es decir, que abarque lo social y lo artístico y lo tenga perfectamente vinculado.”

–Este proyecto surgió en México poco después del de Venezuela, sin embargo las distancias entre uno y otro son abismales. ¿A qué atribuye que no haya funcionado aquí?

–Hace mucho tiempo se hizo una encomienda de buscar el modelo venezolano. Eso fue 10 años después de que comenzaron los trabajos en aquel país. El maestro Eduardo Mata quedó muy impresionado con lo que ocurría allá. Llevaba 10 años y ya tenía resultados.

“¿Cuáles son los problemas en México? Cuando mecánicamente se toma un modelo y se quiere transportar, los resultados nunca serán los mismos a los del lugar donde nació, porque se trata de países diferentes en todo sentido. Sería como querer transportar el modelo musical de la escuela rusa de manera mecánica.

“Lo que sucedió, desde mi perspectiva, es que esa relación entre la parte social, comunitaria y la parte artística se separó, y se priorizó lo segundo. Se pensó que la cantidad de muchachos que había en el país era suficiente para el despegue hacia la creación de orquestas mexicanas de primer nivel, que ya no hacía falta nadie de fuera.

Era una ilusión, porque era la trasposición mecánica de un modelo. Éste debe construirse ladrillo por ladrillo, de abajo hacia arriba. Pero no ocurrió, lo cual no significa que no haya esfuerzos en los que la gente trabaje adecuadamente.

Inspiración, más que copia

–¿Buscará retomar esa vocación? ¿Lo hará a partir del modelo venezolano?

–No se trata de retomar como tal el modelo venezolano, sino usarlo como inspiración. Un aspecto en el que ese modelo es muy importante es la vocación social, que no se pierde, como visión general filosófica. Es decir, desde abajo se van construyendo las cosas.

Hay elementos de la metodología venezolana que son sorprendentes en el trabajo colectivo, y claro que hay que inspirarse en ellos, rescatarlos, de la misma manera que rescatamos de las escuelas rusa y estadunidenses, pero eso no significa copiarlos. Hay que descubrir nuestras maneras.

–¿Puede replicarse en México una experiencia similar a la de Venezuela?

–Ese es un sueño maravilloso, que debemos perseguir. No puedo fijar fechas, creo que tenemos que partir de lo local hacia lo regional; habrá donde se desarrolle más rápidamente que en otros lugares.

No puedo decir en cuánto tiempo tendremos un Dudamel mexicano dirigiendo a la Filarmónica de Nueva York, pero debemos poner todo el esfuerzo para hacer las cosas bien; esto significa escuchar la realidad: ella nos dictará por dónde caminar.