Opinión
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Ecocidio en el delta del Níger
L

as dos víctimas mortales más famosas del ecologismo popular en sus primeras décadas fueron Chico Mendes, en el Acre, en Brasil, en diciembre de 1988, y Ken Saro-Wiwa y sus ocho compañeros del movimiento por la supervivencia del pueblo ogoni, asesinados tras una farsa judicial el 10 de noviembre de 1995 por la dictadura militar de Nigeria en complicidad con la empresa Shell.

En una reciente visita a Nigeria entrevistamos a varios miembros de la organización de justicia ambiental Environmental Rights Action (ERA), fundada poco antes de la muerte de Saro-Wiwa y encabezada por el escritor Nnimmo Bassey, que es también director de la red Oilwatch y hasta hace algunas semanas presidente de Amigos de la Tierra Internacional.

ERA celebraba en Abuja, la capital de Nigeria, su vigésimo aniversario. Antes de esta celebración, visitamos el delta del Níger unos pocos días. La gente pide ayuda, pide socorro.

Nnimmo Bassey se apresta ahora a pasar varios meses en las comunidades del delta de Níger para escribir sobre sus luchas contra las petroleras, contra la quema del gas de extracción y la contaminación de los suelos y del agua, habiendo publicado el año pasado un libro titulado To cook a continent, cómo cocinar a fuego lento un continente como es África extrayendo sus recursos minerales, acaparando sus tierras y calentándolo y desecándolo con el cambio climático.

La historia de la Shell en el delta del Níger se remonta cincuenta años atrás. En el territorio Ogoni la resistencia llevó a que la compañía abandonara después de 1995 la extracción de petróleo, pero dejando muchos terrenos y esteros totalmente contaminados. El delta del Níger, en el sureste de Nigeria, vecino a Camerún, es una zona de manglares y agricultura, muy poblada, ya sometida a explotación colonial desde el siglo XIX, cuando lo que a los extranjeros les apetecía era el aceite de palma para lubricar la maquinaria de la revolución industrial europea. Otra exportación tradicional de toda esa costa había sido el comercio de esclavos para las Américas.

Se ha intentado dentro y fuera de Nigeria llevar a Shell ante los tribunales para que haga frente a sus pasivos socioambientales. Se han logrado algunas sentencias favorables, pero la Shell casi nunca ha pagado nada. Visitamos las comunidades de Goi y de Bodo en territorio ogoni, muy contaminadas.

Otras compañías presentes son la Chevron, Mobil, Elf, Agip. Hay derrames en tierra (que las compañías atribuyen a sabotajes) y hay derrames en el mar. Nigeria exporta diariamente, según las cuentas oficiales, algo así como 2.4 millones de barriles, pero se dice que el total se acerca a 3 millones. La cuantiosa diferencia, petróleo de contrabando, nutre los ingresos de un consorcio de corruptos, gente del gobierno, del ejército y de la marina, cómplices locales que tal vez habían estado en la lucha armada del el Movimiento para la Emancipación del Delta del Níger (MEND, por sus siglas en inglés) y que fueron amnistiados.

El MEND fue un movimiento de jóvenes exasperados de la etnia ijaw, que habían visto cómo la resistencia civil de los ogoni acababa con la tragedia de 1995. Se lanzaron a una lucha armada que hizo bajar las exportaciones de petróleo de Nigeria a la mitad. Durante años hubo una verdadera guerra en el delta, con secuestros de trabajadores de las petroleras y feroces represalias de las fuerzas armadas. Hace unos cinco años, poco antes de la llegada a la presidencia de la nación de Goodluck Johnatan (que es de nacionalidad ijaw), se decretó una amnistía para esos rebeldes, pero los daños causados por el petróleo continúan, incluso se han agravado. Las compañías no cumplen la prohibición de dejar de quemar el gas de extracción in situ.

El intento de la ERA y de Amigos de la Tierra de llevar a la corte en Holanda a la empresa Shell acabó hace pocas semanas, con una sentencia que sólo reconocía daños en un caso de los tres presentados, en una finca de la comunidad de Ikot Ada Udo a dos horas de viaje de Port Harcourt. Hay localmente gran expectación sobre cuánto va a pagar Shell. Los otros demandantes han presentado recursos. ¿Qué se puede hacer que no sea ir de tribunal en tribunal? Hay otro juicio en marcha en Londres contra la Shell por daños en el delta del Níger. Pero realmente no hay justicia ambiental en el mundo.

Nnimmo Bassey, junto con muchas organizaciones de justicia ambiental, ha propuesto públicamente varias veces que internacionalmente se establezca el crimen de ecocidio y que exista un tribunal internacional penal que juzgue tantos crímenes ambientales como se cometen diariamente. La vía de las reclamaciones civiles no es suficiente.

*ICTA-Universitat Autónoma de Barcelona