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Desde Culiacán

E

l amor al terruño se expresa de muchas maneras; escribir textos periodísticos o literarios que evocan las costumbres de una población es una manera de hacerlo. Tal es el caso de La Antagónica, seudónimo de Martha Castro Cohn. Nacida en 1936 en Culiacán, dio voz a la gente de su tierra por escrito y a través de su programa de radio que alcanzó muy amplia difusión. En sus textos dejó imágenes evocadoras para sus contemporáneos y un testimonio vivo para las nuevas generaciones.

En una supuesta carta que le escribió a la Lionor y que se la mandó en la tranvía al rancho Las chachalacas, Sinaloa, hace un amplio y simpático recuento de la comida tradicional sinaloense. Escribe La Antagónica a Lionor, que las costumbres alimentarias de Culiacán están cambiando; ahora se comen “pizas, espagueti, pai de queso, jotdos, nachos, suflé diatún y otras fregaderas…”

De inmediato compara con lo que se come en su rancho; allá “uno tiene la costumbre di hacer cazuela, cocido con repollo y bolsa de garbanzo, cuando hay déste; albóndigas, chile de queso, caldío, chilorio con guevos, machaca, mochomitos de venado, carne con chile colorado y si se corta la lechi, pos uno hace dulce de zorrío, nomás se le echa panocha y se pone en la lumbre a cocer.

“Luego tán las melcochas, las conservas de calabaza, papaya y limón; los atoles de lechi, el blanco, el de pinoli; el colachi, las calabacitas y los ejotitos con guevo; los quelites y las ballusas, el asado con su calabacita y cebolla curtida y con unos frijolitos refritos con su queso rayado; la carni adobada con café negro; las empanadas de calabaza, el pan de mujer o la lechi con calabaza enmielada; el jocoqui, el requesón, las asaderas diapoyo, el suero salado…” Considera que no hay cosa más sabrosa qui una tortilla calientita con un pedazo de queso de Mocorito.

Además menciona los sabrosos platillos de la costa: pescado zarandiado, lisas ahumadas, filete de pescado colorado, cauques con arroz, “camarón a la mexicana o en cevich, nomás pa’ mentarte algunos desos platíos”.

En la misma carta le dice que si sigue comiendo gorditas con asientos o manteca de res, tamales con champurrado, pozole, menudo, carnitas y tacos de chicharrón y se sigue yendo a retacar con la Elena de René de ponteduro, muéganos y corbatas y encargando “mestizas y polvorones y un pomo grandote de cajeta…” no se va aliviar del dolor de coyonturas ni de sus rodías ni pidiéndoselo a Malverde.

Otro día acompañaremos a Martha Castro al Culiacán de su infancia. Agradecemos a Jorge Peraza Bernal que nos haya enviado la carta, pues así conocimos a su paisana.