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Economía Moral

La medición de la pobreza en el mundo / XIV

Reddy/Pogge: cómo no contar a los pobres: como lo hace el Banco Mundial

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anjay Reddy y Thomas Pogge (RyP), reconocidos como los críticos más importantes de las mediciones de pobreza del Banco Mundial (BM), escriben el capítulo 3 del libro Debates on the Measurement of Global Poverty (editado por Anand, Segal y Stiglitz, Oxford University Press, 2010) que he venido comentando en las tres entregas previas de esta serie (15, 22 y 29 de marzo). Las mediciones mundiales del BM (casi las únicas disponibles) tienen una enorme influencia, pues, entre otras preguntas a las que supuestamente dan respuesta, está la de si el mundo va en la vía correcta. Como las mediciones del BM dan la imagen de que la pobreza ha estado disminuyendo en el mundo en las últimas décadas, la tesis de Wolfensohn, ex director del BM, de que el mundo va en la vía correcta parece válida:

Después de aumentar sostenidamente en los dos siglos precedentes, desde 1980 el número total de personas viviendo en la pobreza en el mundo ha bajado en alrededor de 200 millones, a pesar de que la población crecía en mil 600 millones (citado por RyP, p. 42).

Las preguntas de cuántos pobres hay en el mundo, qué tan pobres son, dónde viven y cómo estos hechos cambian en el tiempo, son claramente preguntas muy importantes, dicen RyP. Enuncian de la siguiente manera los que, en su opinión, son los tres serios problemas que estropean las mediciones del BM: 1) usan líneas de pobreza internacionales (LPI) arbitrarias, no cimentadas en requerimientos reales de los seres humanos; 2) usan un concepto no bien definido de paridades de poder adquisitivo (PPA) y que resulta inadecuado para medir pobreza; y 3) el BM extrapola a partir de datos limitados y crea una impresión de precisión que enmascara la alta probabilidad de errores de sus estimaciones. El análisis de estos problemas ocupa el grueso del capítulo. Pero adelantan dos tesis centrales de su postura ante las mediciones del BM: A) Hay razones para creer que el enfoque del BM lo ha llevado a subestimar la pobreza de ingresos y a inferir sin justificación adecuada que la incidencia de la pobreza ha disminuido rápidamente en el periodo reciente. B) Las estimaciones actuales de pobreza de ingresos deben suspenderse y remplazarse por nuevas mediciones que correspondan a una metodología defendible. Hoy analizo el primero de los tres problemas.

Mientras una práctica usual a nivel nacional es identificar una LP como el costo de alcanzar ciertos fines (como nutrirse adecuadamente), señalan RyP, el BM ha usado una métrica-monetaria que no se refiere directamente a requerimientos humanos, sino que se expresa en una LPI arbitraria definida en unidades abstractas de dinero.

Los autores pasan a explicar cómo construyó el BM la primera LPI en 1990. Partió de un conjunto de LPs domésticas que se han utilizado en 33 países, unas por gobiernos, otras de fuentes no gubernamentales. Una vez transformadas a unidades comparables y ordenadas de más a menos, el BM observó que ocho de las LPs más bajas, correspondientes a los países muy pobres, eran de alrededor de 31 dólares al mes (1.02 al día) de paridades de poder adquisitivo, PPA, a precios de 1985. Adoptó este valor como LPI por persona y, poco después la ajustó a un dólar por persona al día ($30.42 al mes). En 2000, con los mismos 33 países se eligieron los 10 países cuyas LPs eran las más bajas y se adoptó la mediana de ellas como LPI (leves, pero inexplicados, cambios metodológicos: de ocho a 10 países y la mediana en vez del valor alrededor del cual se conglomeran), lo que resultó en una LP de $1.08 de PPA por persona al día a precios de 1993.

Dicen RyP que no hay manera de comparar esta LP con la de un dólar al día a precios de 1985, de tal manera que la afirmación del BM de que ambas son de similar poder adquisitivo, carece de valor. Un camino casuístico para comparar el valor adquisitivo de ambas LPIs es actualizar la de precios de 1985 (un dólar al día), en moneda local, usando los índices de precios al consumidor (IPC) y compararla (en moneda local) con la de 1993 ($1.08 al día). Esto lo hicieron RyP para 92 países. Calcularon el cociente de la LPI 1985 actualizada (en moneda local) con el IPC y la LPI a precios de 1993 (en moneda local). Los dos países con los valores extremos de este cociente resultaron Mauritania, donde el cociente es de 2.57 y Nigeria, donde es 0.7. Es decir, mientras en el primero la LPI de 1985 actualizada es 2.57 veces más alta que la LPI de 1993, en Nigeria es sólo 70 por ciento. En 1990, relatan RyP, el BM, usando la LPI de 1985 (un dólar de PPA) obtuvo niveles de incidencia de la pobreza extrema muy similares para Mauritania (31.4 por ciento de la población) y Nigeria (31.1 por ciento). Pero en 2000, aplicando la LP de $1.08 a precios de 1993, obtuvo sólo 3.2 por ciento de personas en pobreza extrema en Mauritania y 70.2 por ciento en Nigeria. El cuadro anexo muestra otros ejemplos que se alejan del cociente 1.0 o de países con mucho peso demográfico, como China e India. Una metodología que lleva a este tipo de bandazos sin sentido no tiene, evidentemente, ningún valor. Entre ambas mediciones se habría producido un cambio muy sustancial en la distribución de la población pobre en el planeta, como lo reflejan los datos de la gráfica: América Latina disminuye en cerca de un tercio la proporción de personas viviendo en pobreza con la LP de $1.08 respecto a la de $1, mientras en África Subsahariana aumenta tal proporción entre 21 y 27 por ciento, mientras las dos regiones de Asia sufren cambios menores. En la medición con la LP de $1 dólar de PPA, el Sur de Asia aparece como la región del mundo con porcentaje más alto de pobreza (43.1 por ciento), pero con la LP de $1.08 resulta ser África Subsahariana la de mayor pobreza (49.7 por ciento). (Estos datos no se presentan aquí).

Concluyen RyP: La revisión de la LPI del BM produce cambios sustanciales en sus estimaciones de pobreza, sugiriendo que la metodología subyacente del BM no es confiable. No es confiable porque sus resultados son excesivamente dependientes del año base de las PPA, lo que resulta enteramente arbitrario (p. 48). A manera de explicación de esta no confiabilidad, añaden:

El problema con este método es que las PPAs de diferentes años base y los IPC de diferentes países otorgan ponderadores diferentes a los precios de las mercancías subyacentes, pues reflejan patrones de consumo globales y nacionales diferentes. Como resultado, las comparaciones internacionales son altamente dependientes de la elección arbitraria de año base para las PPAs” (p.50).