Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 7 de abril de 2013 Num: 944

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Cuatro décadas sin Alejandra Pizarnik
Gerardo Bustamante Bermúdez

La pintura de Manuel González Serrano,
el Hechicero

Argelia Castillo

Pensar cambia el mundo
Esther Andradi entrevista
con Margarethe von Trotta

Gorostiza: una voz
en medio de la ruina
y los discursos

Hugo Gutiérrez Vega

Erri de Luca: paraísos,
vida y mariposas

Ricardo Guzmán Wolffer

Leer

Columnas:
A Lápiz
Enrique López Aguilar
La Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Prosaismos
Orlando Ortiz
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
Núm. anteriores
[email protected]

 

Alonso Arreola
@LabAlonso

Allo… bueno… hello…? Fatou?

Tras diez minutos de diálogo, hemos colgado el teléfono. Como suele suceder en estos casos, el audio era malo y la conversación entrecortada. A falta de rostro y gesto, una fotografía en el ordenador y de fondo la música de su aclamado álbum debut Fatou (2013), disponible en México gracias a los atinados oficios de Discos Corasón. Nos referimos a Fatoumata Diawara (1982), bellísima actriz y dotada cantante de Mali, avecindada en París, que visitará el DF con su grupo el 18 de abril (Foro Plaza Condesa), invitada al ciclo Latidos del Mundo, curado por la promotora Cristina King. Concierto imperdible.

De padres malienses aunque nacida en Costa de Marfil, Fatou fue criada en Bamako al cuidado de una tía dedicada a la actuación. Inevitablemente, por su talento y personalidad, debutó y se hizo conocida en la pantalla grande (El poder de las mujeres; Génesis; Sia, el sueño de la serpiente) y el teatro (Antígona, Kirikou y Karaba) para mucho después, fuera de sus planes iniciales, terminar cantando sus propias composiciones alrededor del mundo, participando en proyectos del líder de Blur, Damon Albarn (African Express Train) y Herbie Hancock (Imagine Project), lo mismo que prestando su voz a conciertos de los Afro Cuban All Stars (Royal Albert Hall) y Paul McCartney (Kings Cross Concert), entre otros. Claro que desde niña supo que la música ocuparía un lugar preeminente en su futuro:  “Siempre amé cantar y bailar. Mi voz significa regresar al lado de mi madre y mi padre, de quienes me separé siendo muy joven. La música es espíritu, dios y todo para mí. Es por ello que prefiero abocarme a la expresividad y el sentimiento, y no tanto a la técnica.”

Estamos de acuerdo. Fatou es, pese a su extremadamente higiénica producción, un gran ejemplo de evolución en la interpretación femenina de África, allí donde los derechos se vulneran diariamente, por casamientos obligados, mutilaciones o por falta de oportunidades laborales:  “En Mali hay muchas mujeres cantando, sí, pero casi todas lo hacen para el hombre, pues es difícil que sean libres”, señala Diawara antes de mencionar a una artista y amiga a quien debe su encuentro con Nick Gold, genio productor del sello World Circuit. “Oumou Sangaré lo ha hecho por veinte años, pero no es sencillo estar en contra de tus padres o maridos. Debemos trabajar para que nuestros derechos cambien, para tener las mismas oportunidades de trabajo que los hombres. No será fácil. Lo sabemos.”

Asimismo, este disco también es un llamado de atención hacia la niñez de una tierra que se debate entre religiones, tradiciones y colonialismos: “Yo no hablo de la infancia desde mi propia experiencia, pero sí desde la de muchos niños que he conocido. Desafortunadamente ser niño en África no es nada fácil, así que intento decirles que a pesar de todo lo pueden lograr: ‘tú puedes hacerlo, tal vez vivas en una situación diferente, pero puedes superarlo’. Eso es lo que les digo. Es una pequeña contribución.”

Sometidos por los extremistas religiosos que dominan el norte, muchos músicos de Mali –famosos y desconocidos– han visto cómo sus fuentes de trabajo se reducen dramáticamente impidiendo ya no el desarrollo histórico de una música fundamental para la humanidad, sino el ritmo de la vida diaria que ve en la música la posibilidad de reconciliarse con el presente mientras se enorgullece del pasado. Premonitoriamente, Fatou habla sobre la paz: “Es increíble lo que está sucediendo. Es muy triste. La mayoría de la gente en Mali no quiere la guerra. En el área Mandinga preferimos cantar con instrumentos como el n’goni, la cora, el djembe y muchos más. Para nosotros es terrible, terrible que nos fuercen a dejar la música. Tenemos miedo. Simplemente no puedo imaginar que silencien la obra de Salif Keita, Ali Farka Touré, Bassekou Kouyaté y tantos artistas más… Somos un país especial que basa su ser en la música. Debemos detener esto para alcanzar la paz.”

Una manera de contribuir, sensibilizarse y tender puentes, lectora, lector, es acercarse a Fatoumata Diawara. Los boletos están a muy buen precio ($350) y el foro es ideal para disfrutar su voz. Igualmente, si desea entender lo que sucede actualmente con la música y el conflicto armado en Mali, una buena ruta es visitar la página del productor, periodista y fotógrafo británico Andy Morgan (www.andymorganwrites.com). Asimismo, para escuchar algo de la maravillosa música que allí ha nacido, pueden sintonizar espacios radiales como Migrante, de Óscar Sarquiz, que se transmite todos los lunes a las ocho de la noche en Horizonte 107.9 FM (Instituto Mexicano de la Radio). Y también, claro está, pueden escribirnos a nuestra cuenta de Twitter (@LabAlonso) para que les hagamos llegar vínculos que podrán disfrutar toda la vida.