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Drogas: anecdotario mínimo / II

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eamos: en 1883 Sigmund Freud leyó un artículo sobre los efectos de la cocaína y se le ocurrió usarla para tratar diversos padecimientos y para desenganchar a morfinómanos. Ordenó un gramo al laboratorio Merck y la probó. Se sintió fuerte y seguro. Luego decidió tratar a su colega Ernst Von Fleischl-Marxow, quien se había hecho adicto a la morfina para combatir dolores en una mano; con la colaboración de Freud, Ernst empezó a consumir un gramo diario, lo que disipó sus dolores y mejoró su estado sicológico. El padre del sicoanálisis dio por repartir cocaína entre amigos, pacientes, colegas, sus hermanas y su novia y escribió un artículo (Sobre la coca) en el que exaltaba los beneficios de la sustancia en el tratamiento de la depresión y los dolores y en el aumento del rendimiento físico e intelectual. Pero justo cuando ese texto salía a la luz, su primer paciente, Von Fleischl-Marxow, volvió a sentir dolor y empezó a experimentar delirios en los que creía tener serpientes por todo el cuerpo. Se acabó muriendo, sin superar su enganche con la morfina, pero con uno nuevo a la cocaína.

Por su parte, Carl Koller, aprovechándose de las investigaciones de don Freud, pero sin darle crédito, utilizó con éxito la cocaína en cirugía e intervenciones oftalmológicas, con lo que logró gran reconocimiento científico. Tras sus años en el perico, Segismundo abandonó la sustancia y ya fue que se dedicó a inventar el sicoanálisis. Que se sepa, no volvió a meterse drogas duras hasta poco antes de morir: en 1939, afectado por un cáncer en la boca y muy disminuido, pidió a su médico personal que le suministrara el sueño eterno, cosa que se realizó mediante tres inyecciones de morfina (http://goo.gl/GqlYW y http://goo.gl/SfBWi).

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En el siglo XIX y hasta principios del XX, drogas como la mariguana, los opiáceos y la cocaína se utilizaban comúnmente en México, especialmente los opiáceos, fundamentalmente por razones médicas. Láudano y otros derivados del opio, como la morfina y la heroína, o bien de medicamentos, como la cocaína, los vinos de coca y cigarrillos de mariguana, fueron prescritos por los médicos y se obtenían fácilmente en las farmacias, mercados populares y hasta ferreterías. Las autoridades estaban preocupadas por la calidad de estos productos y trataron de proteger a los consumidores [...] Hubo algunos intentos de controlar el láudano, la adormidera y el comercio de mariguana desde 1870, pero no tuvieron éxito. (http://goo.gl/rL2Qm)

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Hay estudios de que el joven que consume mariguana tiende a disminuir los niveles de testosterona, que es lo que le da las características de masculinidad y entonces, al disminuir estas características, comienza a retener tendencias de tipo homosexual; además, la mota nubla el raciocinio y en esta promiscuidad relacionan alcohol, sexo y mariguana; pero el sexo ya es con quien te toque, ya no es con un hombre o con una mujer, dependiendo de tu sexo, sino con quien te haga sentir bonito. La declaración es del doctor Narcizo Morales López, coordinador de la clínica médica de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, UPAEP (http://goo.gl/2zknR).

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“La nuestra –dice el siquiatra Thomas Szasz– es una sociedad terapéutica, casi en el mismo sentido en que la sociedad medieval española era teocrática. Así como hombres y mujeres viviendo en una sociedad teocrática no creían en la separación de la Iglesia y el Estado, sino que, por el contrario, aceptaban fervientemente su unión, del mismo modo, nosotros, viviendo en una sociedad terapéutica, no creemos en la separación entre la medicina y el Estado, sino que aceptamos su unión fervientemente. La censura a las drogas surge de esta última ideología, tan inexorable como la censura a los libros surgió de la primera. Esto explica por qué liberales y conservadores –y también la gente en un centro imaginario– están todos a favor del control de las drogas” (citado por Elías Neuman en La legalización de las drogas y los temores concretos y difusos (http://goo.gl/2Jkke).

Algo semejante esboza Fernando Savater (http://goo.gl/B2FZL): “La persecución contra la droga proviene de una traslación de la intolerancia religiosa: hoy, la salud física es el sustituto laico de la salvación espiritual. Existe un temor al espíritu (¿qué tendremos dentro que la droga puede liberar?) y un miedo al descenso de productividad (a ésta se le llama salud pública).

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Stevie Nicks, cantante del quinteto estadunidense Fleetwood Mac, se perforó el tabique nasal por su alto consumo de cocaína. Según el Anecdotario del rock, Stevie recurrió a un método alternativo para inocularse la droga: durante los conciertos, entre canción y canción, pedía a sus ayudantes que le soplaran el polvo blanco con una pajita al interior del ano (http://goo.gl/Ld6LS). Más atascado resultó Keith Richards, quien, además de otros polvos, por las fosas nasales se metió las cenizas de su papá mezcladas con cocaína (http://goo.gl/VHFEL). En una ocasión otro notable del rock, Ozzy Osbourne (expulsado por atroz del grupo Black Sabbath), a falta de una dosis de algo mejor, consiguió un popote, se puso en cuatro patas y de una sola aspiración se esnifó una fila de hormigas vivas.

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Hay fuertes indicios de que la prohibición federal de producir mariguana en Estados Unidos (Ley Fiscal de la Mariguana, 1937) fue impulsada no sólo por actitudes hipócritas y moralinas sino, sobre todo, porque los empresarios DuPont, el magnate de medios William Randolph Hearst y el secretario del Tesoro, Andrew Mellon, querían eliminar del mercado el papel producido con cáñamo, mucho más barato que el fabricado con pasta de madera (en el que Hearst tenía grandes inversiones), así como acabar con las fibras naturales que le hacían competencia a las sintéticas (nailon), producidas por Mellon y por los DuPont (http://goo.gl/9MB7G).

El veto nacional fue precedido por prohibiciones locales –Wyoming (1915), Texas (1919), Iowa (1923), Nevada (1923), Oregon (1923), Washington (1923), Arkansas (1923) y Nebraska (1927)– adoptadas, a su vez, con el telón de fondo de prolongadas campañas de difamación contra los mexicanos, a quienes se daba por fumadores natos y universales de la yerba; los negros, a quienes muchos anglosajones atribuían la culpa de todos los males de la sociedad, y hasta contra los mormones, algunos de los cuales habían llevado mota mexicana a Salt Lake City en 1910. Un senador texano declaró por esos tiempos: Todos los mexicanos están locos, y lo que los vuelve locos es la mariguana. Hacia 1934 un periódico editorializó: La mariguana induce a los negros a ver a los ojos a los blancos blanca, a pisar la sombra de los hombres blancos y a mirar con interés a una mujer blanca (Pete Guither, en Why is Marijuana Illegal? (http://goo.gl/AP728).

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Aclaración pertinente: el nombre Juan Anzaldo, como bauticé a un fumador de caca de conejo mencionado en la entrega anterior de esta picaresca (jueves 4 de abril de 2013), no hace de ninguna manera referencia a Juan Anzaldo Meneses, editor en el Centro de Estudios Antropológicos Ce-Acatl AC, a quien no conozco personalmente, ni a ninguno de sus homónimos en la vida real.

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