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A la mitad del foro

Sujetos activos de la reforma

E

l mundo uniforme y satisfecho de la riqueza concentrada en pocas manos, y la austeridad fiscal como parche para la pobreza incontenible, inconmensurable, se refleja como en un espejo roto. Se repite la historia en Europa, cuna de la civilización, del capitalismo imperial y, a pesar de todo, de los derechos del hombre y el ciudadano. Los indignados han tomado las plazas. Sin barricadas, pero los dueños del dinero aprietan los puños y aseguran el dominio de la banca. La corrupción exhibe a la España de los Borbones y de la derecha retrógrada, repetitiva y cínica. Y a la Francia del retorno socialista, con François Hollande en el penoso papel de la impotencia en el poder. Se rompió el espejo, pero no se repite como farsa la historia, sino como tragedia.

Cambiaron los actores, los papeles a desempeñar, la búsqueda de autor. Se repite lo absurdo, vuelven los grandes barones del capitalismo salvaje... a Rusia. Y Putin es el amo y señor del gas y el petróleo en la hora de simular que buscamos energías alternas para evitar el desastre del calentamiento global. China, la China de Sun Yat Sen, de Mao, de Deng Tsiao Ping, es el movimiento continuo: tierra de dos sistemas y una soberanía: ni capitalismo de Estado, ni el oxímoron de comunismo capitalista. Y sin embargo se mueve. Es, dicen los que llevan la cuenta, la segunda economía del mundo. En vía de llegar a ser la primera, invierte sus dólares en bonos del Tesoro en Washington.

Interés casi nulo, seguridad absoluta. Estados Unidos de América es el refugio de los capitales de la globalidad. Los que necesitan ocultarse, lavarse, eludir al fisco de origen, esos iban y venían del Caribe al Mediterráneo, de los principados de cuento a la sólida, estólida Suiza, por encima de toda sospecha. Hoy aparecen sus nombres en las redes sociales. No hace falta un Wikileaks de audacia temeraria. Por todos lados brota la pus. Todo, menos aceptar un sistema fiscal distributivo en el que paguen más quienes más ganen. Aunque Luis Videgaray incluya dicho bálsamo en los apuntes iniciales de la reforma hacendaria que ha de llevarse al Congreso este año mismo. Una de las reformas estructurales a cuyo conjuro se salva la patria; uno de los largamente esperados portentos que no llegaban porque a los alternantes de la transición no se les ocurría hacer política.

Ya la hacen. Ya ha sido aprobada la reforma educativa, reforma constitucional en espera de que los legisladores conozcan, debatan y aprueben la Ley General de Educación. Y otras leyes secundarias que no son minucias. Y que urgen, porque toda reforma genera reacción, oposición, defensa de intereses, tanto legítimos como bastardos. Y porque la transición en presente continuo topó con el caos anarquizante; consecuencia del autoritarismo del priato tardío, de la oposición sin ideologías, sin convicciones; del desgobierno que soltó a los perros de la guerra y ni siquiera dejó atado y bien atado el poder constituido. No el remedo franquista. El poder que se ejerce sin miedo y sin tacha, sin otro escudo que el de la Constitución y el uso exclusivo de la fuerza legal.

Después de la criminal represión del 68 vino la de la simulación aperturista de los 70. Atrás del espejo en el que hoy muestra Wikileaks el combate imaginario de las izquierdas conversas a la ética cristiana bajo palio laico; la torpeza guerrerista del calderonismo que desató la guerra contra el crimen organizado impuso el estado de sitio ficticio, sin solicitar permiso al Congreso para suspender las garantías individuales; y nos dejó el territorio nacional sembrado de cadáveres, impregnado de miedo, presa de la barbarie por encima del imperio de la ley. Ahora, aparecen documentos del embajador Jova, rumores sobre una conjura para asesinar a José López Portillo. Luis Echeverría, presunto autor intelectual, vive hoy bajo arresto domiciliario en la tierra de nunca jamás. Sombras del ayer ante la sangre derramada hoy de un grupo de productores de limón asesinados en los caminos de Apatzingán; acompañados de fuerza pública y tras haber pedido ayuda el secretario de gobierno, porque Fausto Vallejo, gobernador de Michoacán, está ausente.

No hay casualidades en política. Eso decían los que siguieron a Aristóteles, a Hobbes, a Maquiavelo. Pero en el tercer milenio se rompió el espejo y lo que fuera juego de abalorios refleja realidades y fantasías nanométricas. Los caballeros templarios se apoderaron de Michoacán. Los territorios en disputa son asiento y conducto para el tráfico de drogas. Los símbolos del combate son los mismos de la guerra cristera. No es el opio del pueblo de la tan citada y maltratada frase de Marx. Pero ahí está, entre pastillas, pacas de mariguana y de la cocaína que llevó a nuestros narcos al primer mundo, al mercado global sin fronteras, desde el cono sur de la América nuestra hasta Estados Unidos y, ahora, a la Unión Europea. La violencia sigue presente entre nosotros. Las cifras oficiales de víctimas nada dicen, aunque haya variantes.

Pero estábamos ante el espejo de la reforma educativa. Primero, la lumpenización de manifestantes, tanto en el ámbito rural como el urbano. Imposible que no fuera así en el abismo de la miseria. Más de la mitad de los mexicanos sobreviven en la pobreza. Del hambre ni hablar. Pero hay que poner el acento en la desnutrición infantil que ha condenado a millones a una vida de ilotas, que amenaza destruir toda posibilidad de rescatar a generaciones enteras. Ya se habla de hambre, sin tapujos. Menos mal. Pero hasta ahora no hemos visto sino una nueva secuencia asistencial. Sé que hay programas en marcha, pero es indispensable integrarlos, instituirlos como política de Estado. Con mayúscula, capaz de atender a la alimentación, la salud, la educación, el empleo.

Y de movilizar a miles que han desesperado ante la simulación, el desprecio a lo social. Mexicanos de la aristocracia pulquera convertidos en arribistas británicos, herederos directos de Margaret Thatcher, sin necesidad del aliento familiar de Ronald Reagan. La sociedad no existe, dijo la Dama de Hierro. Luego lo social es cuento de hadas. Cada quien para su santo. Ni hablar, el thatcherismo dejó impronta; se admira a la baronesa en todas las latitudes. Pero ahí quedaron los mineros desempleados, pauperizados, los sindicatos destruidos, los combatientes irlandeses en huelga de hambre a los que dejaron morir en sus celdas. Y las imágenes de la Dama de Hierro y Pinochet el golpista, sonrientes, confiados en la impunidad, en que no volverían a abrirse las anchas alamedas.

Pesa la herencia Reagan-Thatcher. Europa al filo de la depresión, Estados Unidos atado al desempleo por la obsesión con el combate a una crisis de deuda, cuando están ante una crisis de crecimiento, de desempleo. Japón cambia de rumbo: pone en circulación una enorme cantidad de dinero para salir del largo pasmo. La reforma hacendaria nuestra ha de superar el dogma de austeridad a toda costa, para poder gastar, invertir, crecer y poder crear empleos formales. Eso o morir de un catarrito.

Nada avanzaremos sin la educación pública gratuita y laica. Frente a la reforma educativa, el ciego choque de los indignados, ajenos a razones de evaluación y capacitación que desconocen, no digo que se equivoque Emilio Chuayffet: No hay derecho contra el derecho. Pero hay que recordar el voto particular de Ponciano Arriaga: atendemos a las leyes y nos olvidamos de las cosas. Y de los hombres, sujetos activos y no objetos. O no será una auténtica reforma.