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Conflicto de intereses entre empresas e instituciones públicas: El poder del consumidor

Botanas, frituras y refrescos embotellados, en canasta alimentaria de tiendas Diconsa

Forman parte de la cruzada contra el hambre; se ubican en zonas de alta y muy alta marginación

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Una de las 25 mil tiendas de Diconsa. La imagen corresponde al estado de ChiapasFoto Moysés Zúñiga Santiago
 
Periódico La Jornada
Lunes 15 de abril de 2013, p. 7

Las tiendas Diconsa de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso), incluidas en la Cruzada Nacional contra el Hambre, no ofrecen en la canasta alimentaria básica alimentos frescos, pero sí venden botanas y frituras, así como refrescos embotellados, de los cuales México ocupa el primer lugar mundial en consumo per cápita.

Una familia de escasos recursos destina hasta 7.5 por ciento de sus ingresos totales a comprar refrescos, y la frecuencia en el consumo de éstos supera a alimentos básicos como leche, huevo, carne, frutas y verduras, indica el Instituto Nacional de Salud Pública.

Ubicada en zonas de alta y muy alta marginación, la red de tiendas Diconsa expende frituras y refrescos, aunque el gobierno está obligado por la Constitución a garantizar el derecho a una alimentación suficiente, nutritiva y de calidad. ‘‘Esto habla de un conflicto de intereses y del vínculo entre las empresas y las instituciones públicas’’, señaló Alejandro Calvillo, director de la asociación civil El poder del consumidor.

Incluso el relator de Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación, Olivier de Schutter, recomendó el año pasado al gobierno mexicano que ‘‘estudie la posibilidad de aplicar impuestos para desalentar las dietas ricas en energía, en particular el consumo de refrescos, y de conceder subvenciones a las comunidades pobres para que puedan acceder al agua, la fruta y las verduras, y tenga en cuenta el efecto de las políticas agrarias y comerciales en las dietas de la población’’.

En las reglas de operación del Programa de Abasto Rural a cargo de Diconsa, que este año pondrá énfasis en los 400 municipios incluidos en la cruzada, se señala que se busca ‘‘contribuir a la seguridad alimentaria facilitando el acceso físico y económico a productos alimenticios de la población que habita en localidades rurales marginadas’’.

La red de Diconsa tiene alrededor de 25 mil tiendas y 304 almacenes distribuidos en el territorio nacional, en atención a localidades catalogadas como de alta y muy alta marginación, que hasta 2010 sumaban 83 mil 474 puntos, donde vivían alrededor de 18.4 millones de personas.

Las reglas indican que ‘‘para garantizar el derecho de acceso a la alimentación de las personas es necesario disponer de un abasto de alimentos de calidad’’.

Entre los productos de la canasta básica se encuentran maíz, frijol, arroz, aceite vegetal, leche en polvo, café soluble, sal de mesa, avena, pasta para sopa, galletas marías y de animalitos.

El catálogo de productos del programa ‘‘para la alimentación y nutrición’’ se incluyen productos envasados y procesados, diversas galletas, harinas, jugos, varios tipos de maíz, así como frituras, refrescos embotellados y en polvo.

De acuerdo con Alejandro Calvillo, un factor determinante para el incremento de la obesidad en México ha sido el alto consumo de bebidas azucaradas. ‘‘Somos el país que más litros de refresco consume al año, 163 por persona, superando a Estados Unidos’’.

Refiere que ‘‘el absurdo es que Diconsa, que es un organismo del Estado y que lleva alimentos a la población en pobreza, subsidie la comida chatarra. Se ha señalado que el alto consumo de alimentos chatarra en el país no sólo tiene que ver con sobrepeso y obesidad, sino con anemia y desnutrición; lo hemos comprobado con encuestas y estudios’’, agregó.

Hay alto consumo de comida chatarra con publicidad invasiva, por la penetración de estos productos en todos los rincones del país, y esto ‘‘es la principal causa del abandono de las tradiciones culinarias de las regiones’’.

En la mayoría de los casos el potencial para solucionar el problema de la desnutrición y del hambre está en las propias regiones, pero la invasión de estos productos desvaloriza el consumo de productos locales, apuntó.

Indicó finalmente que Diconsa refuerza ‘‘un deterioro de hábitos alimentarios en beneficio de las empresas, cuando tendría que potenciar los mercados locales y tener cadenas para llevar productos frescos y granos. Tendría además que promover el consumo de frijol, que cayó brutalmente’’.