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El artista inauguró Ecos visuales, exposición con 30 de sus trabajos más recientes

La pintura abstracta, viaje introspectivo al subconsciente, considera Knut Pani

Trabajar con los paisajes mentales, premisa del discípulo de Mathias Goeritz

Foto
Knut Pani, junto a uno de sus cuadros, durante la entrevista con La JornadaFoto Carlos Ramos Mamahua
 
Periódico La Jornada
Sábado 20 de abril de 2013, p. 6

La pintura abstracta, para el artista Knut Pani (DF, 1956), es un viaje al interior de la mente, del subconsciente. Es la expresión real de mi personalidad.

El pasado jueves, en la Fundación Sebastián (avenida Patriotismo 304, colonia San Pedro de los Pinos), se abrió la exposición Knut Pani: ecos visuales, la cual reúne 30 pinturas, técnicas mixtas y tintas de factura reciente. La museografía es de Jorge Guadarrama.

Con trayectoria de tres décadas, Pani no siempre fue un pintor abstracto. Después de terminar sus estudios (1979-83) en el Art Center College of Design, en Pasadena, California, al regresar a México trabajó “un figurativismo muy urbano, muy estridente, con temas de lucha libre como el Santo contra Tarzán, pero eso se fue diluyendo”.

La vocación de Pani por la pintura le viene de una influencia de Mathias Goeritz, con quien tuvo la fortuna de trabajar como editor de la revista Arquitectura/México.

Divagaba entre ser poeta, pianista; luego, tuve la oportunidad de irme un año a San Miguel de Allende, al taller del escultor alemán Lothar Kestenbaum, en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Pero me jaló mi padre (el arquitecto Mario Pani) a trabajar en la revista, donde tuve contacto con Mathias, quien despertó mi interés por conocer a los expresionistas alemanes, como Oskar Kokoschka y Otto Dix, explica Knut Pani.

En el Art Center College of Design trabó contacto con los expresionistas abstractos que me chiflaron desde que los conocí: Robert Motherwell, Willem de Kooning, Jim Dine y Larry Rivers. Incluso empezó a pintar un poco como ellos.

Lenguaje interesante y rico

El cambio en Knut Pani vino cuando hace 20 años dejó la ciudad de México para vivir en Tequisquiapan, Querétaro. Fue entonces, cuando poco a poco la figura “se perdió, inconscientemente, sin pensar ni planearlo, y se fueron quedando los fondos.

La paleta también cambió. Empecé a descubrir un lenguaje abstracto interesante y rico; entonces, lo comencé a explotar. Esa vena la seguí y la sigo. Estoy muy a gusto con los formatos grandes.

Aunque está de acuerdo con la dificultad de manejar un tema dentro del arte abstracto, en su exposición se ha recurrido a la idea del eco o de los reflejos: “Lo que pasa es que cuando trabajaba la obra para la muestra, advertí que una pieza empezaba a tener que ver con la otra, sentía que rebotaban.

“De allí surgió la idea de emplear el término eco, como rebote de sonido, y trasladarlo a la pintura, a lo visual. Empezaron como a llamarse unas a otras y a tener correspondencia ciertas obras, unas más que otras.

“Dentro de esos ecos visuales están las transmisiones del subconsciente mío que es lo que se vuelca hacia la tela o el soporte. De allí viene el trabajo, desde lo más espontáneo posible. Sacar primero lo más espontáneo, como los papeles o estos libros de artista, que se iniciaron con la idea de ser una serie llamada los mop paintings (pinturas realizadas con trapeador), al emular un poco la actividad corporal.

Usar el instrumento como la inmediatez, pues, del cuerpo trabajando, que se transfiriera al movimiento corporal. De allí surge la vuelta a las telas. Pero, el principio es trabajar con las ideas, o sea, el inconsciente y los paisajes mentales, como les llamo a veces.

Knut Pani emplea una gama de materiales disímbolos, entre ellos flores de bugambilia provenientes del jardín de su casa. El cuadro Wisteria lane habla por sí solo.