Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 21 de abril de 2013 Num: 946

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Desaparecidos: entre veladoras y charlatanes
Agustín Escobar Ledesma

La última promesa de
Irène Némirovsky

Cristian Jara

Con la bala en la cabeza
José Ángel Leyva

Espejismos
Kyn Taniya

Evodio Escalante y
los estridentistas

Marco Antonio Campos

Irradiador y la luz
del estridentismo

Evodio Escalante

Los tráilers que caen
del cielo: meteoritos

Norma Ávila Jiménez

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Columnas:
A Lápiz
Enrique López Aguilar
La Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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Alonso Arreola
@LabAlonso

Crónicas cachanillas (I DE II)

En el avión muchos parecen conocerse. Animadas pláticas suenan por doquier derramando nombres como Änglagard, Gentle Giant, King Crimson, Genesis y Frank Zappa. Claro, vamos al Baja Prog 2013, festival que renace tras cinco años de silencio. La expectativa es grande. Estos amantes del progresivo van dispuestos a cuatro días de sol y conversaciones insondables, muchas de las cuales no pueden existir en esa otra vida, la de todos los días, en la que ejercen las más diversas profesiones (doctores, notarios, agentes de seguros). Digamos que ha llegado el momento de abandonar los blogs virtuales, los avatares fantásticos, los apodos que noche a noche firman extensas peroratas en torno a discos y conciertos, para finalmente verse cara a cara y beber cervezas o vinos de Baja en el hotel Colonial o el Teatro del Estado de Mexicali, ciudad a la que vamos y que sabe recibir con los brazos abiertos.

Los primeros en tomar el proscenio son los costarricenses de Introvisión. Con diez años de experiencia, adolecen de algo común en el género: creen que hacer collage, que alargar en demasía una composición y forzar la unión entre ideas disímbolas es hacer progresivo. Panzerballet, los segundos, provienen de Alemania. Abocados a un lenguaje jazzístico, muestran dos armas de alto calibre: a) un enorme conocimiento armónico basado en la historia de los standards, y b) bases polimétricas rayanas en lo imposible. Tocando covers como “Giant Steps”, “Take Five” y el tema de los Simpsons, nos convencen: la actualización de un repertorio añejo es factible cuando se entiende la división celular, cuando las fuentes de inspiración van de Pantera a John Coltrane, cuando se arriesga todo. Tremendos.


Adrian Belew

Por la noche escuchamos a otros dos de los invitados: Locanda Delle Fate y Steve Hackett. Los primeros no intentan nada más que renacer, suceder de nuevo como hace treinta y cinco años cuando grabaron en la zona italiana de Asti. Y lo hacen con gusto, como el vino que confía en el carácter de sus taninos. Hablamos de un estilo seminal que aún no coqueteaba con las matemáticas ulteriores. Espléndidos. Del guitarrista británico, en cambio, podemos decir muchas cosas más, pero serían redundancias frente a su impecable carrera. Lo que llama la atención, empero, es que su show esté dedicado a la obra de Genesis, su exbanda. Esto se debe a que ha realizado una segunda visitación en CD al notable repertorio en que, sobre todo, sonaba la voz de Peter Gabriel. (Hubiera sido redondo si su cantante fuera menos excéntrico y su técnica de micrófono mejor entrenada.) “Los ensayos fueron larguísimos y me hicieron sufrir como hace años no me sucedía”, compartió amable y lúcido en un encuentro previo a su presentación. “Mira, me salió urticaria en la piel y aún no se me quita. Fue mucha presión regresar a estas canciones. Pero estoy muy satisfecho.” Y sí, debe estarlo. Aplauso de pie para Hackett.

El segundo día fue para Gran Turismo Veloce, Cast, Änglagard y el sexteto Crimson Projekct (el trío de Tony Levin y el de Adrian Belew). Los primeros son agua fresca en la instrumentación de la Gran Bota. Adscritos a la tradición de grandes vocalistas y pianistas, en su álbum debut Di carne, di anima introducen programaciones, distorsiones y sampleos con gran fortuna. Vestidos con overoles rojos, aciertan a la diana aunque para algunos podrían haber arriesgado aún más. Hay que seguirles la huella, sin duda. Cast, banda anfitriona, dio nota gracias a un cancionero poderoso ejecutado con pericia, en el que brillan todos sus integrantes. Con casi veinte discos a cuestas y aunque podría presentar algunos pasajes de calma y aire, el sexteto apuesta por la fuerza en piezas de gran valor técnico e incluso teatral, humorístico. Lo más importante, creemos, es que tocan con alegría y la transmiten. Además, a ellos se debe la existencia del propio Baja Prog. Enhorabuena.

Ya en el teatro las cosas no podían ser más contrastantes. Änglagard, de Suecia, dio una cátedra interpretativa surcando la obra de dos décadas. Increíblemente, el Crimson Projekct hizo lo opuesto: ahuyentó a un sector de fieles seguidores a base de volúmenes irracionales y palomazos excesivos. Incluso hubo gente que discutió a gritos con su ingeniero de sala exigiéndole que bajara los decibeles. Los suecos se preocuparon por sus hijas-canciones; los otros, pese a su enorme solvencia y recursos individuales, por mantenerse en el confort que a cierta altura –bien ganada, es verdad– otorgan nombres y apellidos. El próximo domingo, claro, hablaremos del resto del Baja Prog, un evento único en su tipo al que celebramos y saludamos de nuevo.

(Continuará)