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Ver día anteriorJueves 25 de abril de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Dos políticas: diferentes resultados
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ras la decisión electoral que eligió a Shinzo Abe en Japón muchas cosas están cambiando en ese país. Ha habido un importante cambio de sentido de la política monetaria del banco central japonés. Otra novedad trascendente es el fin de cinco años de apreciación del yen, observándose una devaluación frente al dólar cercana a 25 por ciento. Esta corrección cambiaria está permitiendo que una industria competitiva aproveche la ventaja que se le ofrece y amplíe sus mercados de exportación. Naturalmente las empresas están mejorando sus niveles de rentabilidad y la economía en su conjunto podría estar creciendo muy por encima de lo esperado. En la proyección del FMI recién presentada, el crecimiento esperado para 2013 aumentó 0.4 puntos porcentuales llegando a 1.6 por ciento.

En contraste, en México el pasado 8 de marzo el banco central redujo la tasa de interés de referencia de 4.5 a 4 por ciento anual. El BdeM destacó que no se trataba del inicio de reducciones continuas como las vividas en 2009. La situación cambiaria, por su parte, ha mostrado en los últimos cuatro meses una significativa apreciación del peso que le ha revaluado 7 por ciento. Se ha sostenido que es el resultado de la nueva condición mexicana una vez terminada la pesadilla panista. Esto es, por lo menos, muy prematuro. Incluso en la proyección del FMI, presentada la semana pasada, se ha reducido 0.1 puntos porcentuales el crecimiento esperado para 2013. Lo que es cierto es que ha habido un flujo importante de capitales especulativos que han llegado al país buscando mejores rendimientos.

En Japón el nuevo gobierno ha logrado que las diferentes áreas de política económica sean congruentes entre sí. Los estímulos fiscales se han alineado con una política monetaria que busca sacar a esa economía de la deflación y del estancamiento. Los primeros resultados parecen confirmar que las empresas han logrado elevar sustancialmente sus ventas al exterior, así como en el mercado interno. Consecuentemente las utilidades y el precio de las acciones de las grandes firmas japonesas se han elevado, generando un clima económico que augura incrementos importantes en la inversión y en el dinamismo económico.

En México la administración priísta, cuya enjundia reformadora parece inagotable, no se ha interesado en corregir uno de los excesos del liberalismo del fin de siglo pasado. La autonomía del banco central y la concentración exclusiva en la estabilidad de precios, se propuso garantizar que las decisiones de política monetaria fueran independientes de las decisiones económicas de quienes fueron electos para conducir al país. Esta autonomización de la política monetaria respecto de la fiscal ha complicado el logro de metas importantes para el funcionamiento económico.

La política del primer ministro Abe, la llamada Abeconomía, tiene –para usar la expresión de Stiglitz: tres flechas: la primera es una política monetaria expansiva, más audaz que los relajamientos cuantitativos I, II y III de la Reserva Federal; la segunda es un estímulo fiscal importante; la tercera es el crecimiento, para lo que se ha propuesto restructurar la economía, mejorando la productividad e incrementando la participación de las mujeres en el trabajo. Por esto, se ha planteado que Japón podría ser uno de los pocos signos de cambio trascendente entre las decaídas economía de los países desarrollados.

En contraste, a la incongruencia entre las diferentes áreas diseñadoras y ejecutoras de la política económica mexicana, hay que sumar que los cambios estructurales que se ha planteado el gobierno federal son los que derivan de una propuesta de reforma estructural que no dio los resultados que sus promotores esperaban. En realidad, amplió sustancialmente las desigualdades que han caracterizado a nuestra sociedad en el contexto de un comportamiento económico francamente mediocre, que sacó a nuestro país de cualquier protagonismo internacional.

La nueva administración federal, tan proclive a impactar con resultados, enfrenta un desafío central: seguir anclada en un modelo económico caduco o aprender de las nuevas líneas de política propuestas por Japón que ofrecen resultados económicos y sociales atendibles.