Opinión
Ver día anteriorMartes 30 de abril de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
José Luis Cuevas: prospectos
C

uando un enunciado o un veredicto aparecen antes que la evidencia, sobreviene, según relata cierta humorística experiencia de Bertrand Russell, un proceso de verificación que consiste en confrontar el veredicto con la evidencia.

En el caso del matemático y filósofo del Reino Unido, algunos periódicos de su tiempo lo declararon muerto. Después de haber examinado con sumo cuidado la evidencia, yo (es decir Russell) llegué a la conclusión de que el veredicto era falso (tomado de Inquiry into Meaning and Thruth, 1940). Russell murió en 1970 a los 98 años.

¿Puede eso aplicarse al caso tan sonado de José Luis Cuevas, que está vivo, puede hablar y se ha mostrado seguro?

Este diario ha proporcionado amplios pormenores, recientemente interrumpidos aquí y en otros medios, debido a la preocupante –por nociva para todos, incluidos los involucrados– toma de la Rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), misma que estorba o imposibilita el diálogo y que se ha expandido en acciones indeseables.

La primera exposición importante de José Luis Cuevas fue en la UNAM y a partir de ese recuerdo vivido, me permito expresar aquí algunos pareceres.

¿Quién o quiénes grabaron al artista entubado, inconsciente, como si estuviera in articulo mortis y con una pierna ulcerada?, las imágenes son ciertamente lamentables y lo que sorprende es su transmisión hasta en las redes sociales y programa estelar.

Aunque la intención manifiesta haya sido procurar un testimonio, el resultado latente no deja de ser paradójico, pues creo que a nadie le agradaría ser exhibido así. Ignoro si él accedió a la grabación y menos si autorizó su difusión. Algo es contundente: Cuevas siempre es noticia, tiempo atrás con su evidente dandismo y hoy en deterioro.

En momentos posteriores y en esta misma sección apareció una fotografía de José Luis acompañada con declaraciones suyas en las que manifiesta el deseo de que sus hijas lo dejen en paz, se dice entristecido respecto de ellas y reitera el amor y la confiabilidad hacia su esposa Beatriz del Carmen.

Ella impide y ha impedido, lo sabemos a través de varios medios y fuentes fidedignas, que su consorte disfrute de las visitas y cuidados no sólo de sus hijas, sino de las atenciones médicas de su hermano, Alberto Cuevas Novelo, siquiatra, internista y gerontólogo. Quien puede, o no, atestiguar e incluso avalar estos hechos como verídicos es el propio José Luis, quien sí está viejo o viejito, condición que negó y ofendió a Ximena, su talentosa hija videasta –en entrevista radiofónica que muchos escuchamos–. Negar la senectud de su padre es rasgo amoroso. Pero es cierto, José Luis está viejo. ¿Es un denuesto envejecer? Hay refranes que lo niegan: Más sabe el diablo por viejo que por diablo, aunque éste pudiera no ser exactamente el caso, ¿o sí? Es indudable que los cuerpos de las personas, como los coches, se deterioran y necesitan reparaciones y nuevas refacciones.

Foto
José Luis Cuevas supervisa la instalación de su escultura La Giganta, en el patio del museo que ostenta el nombre del dibujante y pintor, en imagen del 2 de abril de 1992Foto Carlos Cisneros

El motor principal de José Luis, su mente, desde mi punto de vista no estaría dañado, pero sí bastante alterado según notificaciones a las que hemos tenido acceso.

La última vez que lo vi: un encuentro casual a finales de enero pasado, él en compañía de Beatriz del Carmen y del escultor Leonardo Nierman, acompañado a su vez de su respectiva esposa, tuvimos una conversación memoriosa, amigable, diría que hasta optimista, con planes futuros de su parte. No se preludiaba una crisis como la que ha ocupado la atención de muchísimas personas de todas edades y condiciones, incluidos artistas y escritores renombrados, así como estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

Quizá los protagonistas principales de esta situación, podrían con suficiente voluntad y sentido lógico, restablecer relaciones que se han visto alteradas por cualesquiera que sean las causas, mismas que involucran no sólo a Beatriz del Carmen y a las hijas de José Luis (a quienes conozco tiempo ha), y a sus dos hermanos, sino también la imagen de Bertha Riestra (RIP), quien por espacio de varias décadas fue reconocida y alabada por su esposo, como compañera y cómplice absoluta de sus éxitos y mociones, a la vez que comprensiva paliadora de desventuras, reales e imaginarias.

¿Será posible atribuir la situación que de algún tiempo a la fecha prevalece a celos retrospectivos por parte de Beatriz del Carmen? ¿Hay en sentido, llamémosle práctico, una especie de secuestro? Si se consiguieran eliminar los miedos –que pueden existir respecto de hechos pasados, presentes y también a disposiciones futuras– así como mitigar aversiones y malquerencias, tal vez sucedería no sólo que las tensiones que seguramente sí acosan al artista, desaparecieran o disminuyeran. Quienes lo apreciamos y valoramos así querríamos que sucediera, admitiendo a la vez que se le respete su declarado afecto por Beatriz del Carmen, con él casada a través de tantísimos rituales. Los rituales pueden tomarse como happening, pero la situación actual rebasa drásticamente esa condición.

¿Ejerció Beatriz del Carmen actos de persuasión respecto del trato de José Luis con sus hijas? La persuasión que arroja resultados positivos requiere suficientes dosis de justicia y de lógica y si ésta se ha menoscabado en la mente del sujeto sobre quien se ha ejercido, lo prudente sería intentar hacerlo consciente, si se puede, de las consecuencias negativas de su condición persuadida.

Tiendo a considerar que Beatriz del Carmen sí propiciaría visitas y diálogos, demostrando así que lo que ella pretende ante todo es la tranquilidad anímica y la sobrevivencia de su consorte. Además de creador, José Luis es un personaje como ya no los hay en la historia del arte latinoamericano. Un auténtico icono. Merece dejar recuerdo lúcido de su etapa postrera.