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Por 2 dólares se convierten en refugio ocasional de los indocumentados

Víctimas de la trata, indígenas migrantes son estrellas en las noches de Nueva York

En el duro trabajo doméstico conocí el verdadero sueño americano, relata Rosenda

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Las barras son refugio para migrantes, aunque muchos piensen lo contrario, dice una de las indígenas que son explotadas en los bares de la avenida RooseveltFoto Cinthya Santos Briones
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 5 de mayo de 2013, p. 13

Cada noche, en la avenida Roosevelt y otros sitios de la ciudad de Nueva York, migrantes de distintas nacionalidades del continente americano se reúnen en las llamadas barras para bailar, platicar o conseguir pareja al ritmo de bachata, cumbia o música de banda.

En este tipo de barras en Nueva York trabajan mujeres cuya ocupación es platicar con el cliente, tomar una cerveza y bailar con él a cambio de dinero. Lo que los clientes buscan más que una relación amorosa es una amiga que los escuche, una compañera de baile a la cual puedan confiar sus penas, señala Rosa, migrante salvadoreña que ha trabajado seis años como bailarina en distintas barras de Queens. En una ciudad como Nueva York, donde a muchos aqueja la soledad y la melancolía por el recuerdo de sus seres queridos dejados allende la frontera, sentirse acompañado siempre es un alivio.

La avenida Roosevelt es una de las calles principales del condado de Queens; abarca 108 cuadras del barrio de Woodside a Flushing. Es la vía urbana más diversa de la ciudad de los rascacielos; en ella convergen por lo menos más de cien distintas lenguas. Caminando por sus calles resaltan durante el día una variedad de restaurantes de comida latinoamericana que por las noches se convierten en las populares barras o bares. El fenómeno de las barras latinas en Nueva York ha sido tema controversial desde el punto de vista de las políticas públicas y la migración. Por un lado, para algunos estos lugares son como centro social de reunión, diversión y refugio para migrantes y, al mismo tiempo, como sitios de explotación laboral, alcoholismo, drogadicción y prostitución.

Debut en una barra

En las barras contratan a mujeres como bailarinas, meseras o cantineras. Un día a la semana, durante media hora, una chica sexy hace su debut desnudándose por completo. De acuerdo con el Departamento de Servicios de Justicia Penal de Nueva York, el condado de Queens ocupa el primer lugar en detenciones relacionadas con la prostitución en la ciudad.

Chicas, chicas es el estribillo de los repartidores de volantes con propaganda sexual para incitar a los varones a entrar en los bares de la avenida Roosevelt. Y aunque las mujeres que trabajan en las barras aseguran no ser prostitutas, lo cierto es que la trata de blancas en el condado de Queens y otras partes de Nueva York es un problema que se ha agravado. Tan sólo en 2011 la fiscalía de Nueva York encarceló a miembros de una de la redes más poderosas de explotación sexual del continente, anclada en Tenancingo, Tlaxcala, dedicada a trasladar mujeres desde México para prostituirlas.

María, una indígena mam de Guatemala, comenta: Las barras son espacios de refugio para migrantes, aunque mucha gente piense lo contrario. Las mujeres que trabajamos ahí no somos prostitutas, la mayoría somos madres solteras, migrantes e indocumentadas que tenemos esta actividad porque no hubo otra oportunidad.

La pieza la cobramos a dos dólares, pero en realidad esto no es lo que más nos deja; para sobrevivir debemos incitar a los clientes a que nos inviten una cerveza, un trago; es ahí donde de veras hacemos dinero, pues si el cliente nos invita una Coronita, la casa nos da de siete a 10 dólares, dependiendo de la barra, ¡imagínate! Si te tomas 10 cervezas haces tus 100 dólares, más lo que sacas bailando y lo que te paga la casa, que no es mucho, dice Guadalupe, originaria de Tlapa, Guerrero.

En casi todas las barras a las bailarinas les pagan, de lunes a jueves 35 dólares, y de viernes a domingo 20, en un horario de 10 de la noche a 4 de la mañana. Los managers o dueños de las barras bajan las tarifas de pago de viernes a domingo con la excusa de que durante esos días, tanto las bailarinas como meseras hacen mucho más dinero. Como en cualquier trabajo, la entrada debe ser puntual, pues de no ser así no pagan el día. Las ganancias varían dependiendo de la temporada y la cantidad de clientes que cada trabajadora tenga.

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Las trabajadoras de los bares no sólo realizan actividades de meseras o cantineras, algunas veces tienen que hacer desnudos en la pistaFoto Cinthya Santos Briones

Rosenda, indígena mixteca de la Montaña de Guerrero, indica que en ocasiones el trabajo en las barras es tan bien remunerado que una bailarina puede llegar a sacar hasta 300 dólares por noche, lo que significa que deben tomar a la par del cliente. Como mujer, es difícil trabajar en esto porque la gente te critica sin saber en qué situación te encuentras. Cuando yo llegué a Nueva York, después de caminar nueve días por el desierto, fui a una agencia de empleo; al principio me mandaron a trabajar a una casa haciendo limpieza, pero era duro y mal pagado, y como soy madre soltera tuve que buscar otro trabajo que me diera la oportunidad de poder darle una mejor vida a mis hijos, relata.

La mayor parte de las trabajadoras migrantes encuentran oportunidades básicamente en el sector de servicios domésticos, como niñeras, en los salones de belleza, como vendedoras ambulantes, en la atención de bares y restaurantes o en el campo, como jornaleras.

Adela, indígena otomí de la sierra veracruzana, quien lleva unos tres años trabajando en el Tequila Bar, comenta: A este país viene gente de cualquier parte del mundo a sacar adelante a su familia. Para las mujeres, los empleos son menos variados que para los hombres y muy mal pagados; uno trabaja 12 horas al día 12 por 30 o 40 dólares, es por eso que muchas veces preferimos el trabajo en las barras, pues ganas más.

Trabajo cansado y poca paga

Lo cierto es que en cualquier sector laboral las mujeres migrantes trabajan jornadas extenuantes por poca remuneración, ejemplo de ello es el sueldo mínimo federal en Estados Unidos para los y las meseras, que desde hace más de 20 años está reducido a un pago de 2.13 dólares por hora. Aunado a esto, el trabajo que desempeñan por las noche en las barras las ubica en posiciones más vulnerables a la explotación sistemática y al acoso sexual.

Rosenda dice que 90 por ciento son madres solteras: mexicanas, guatemaltecas, ecuatorianas y peruanas de origen indígena mixtecas, nahuas, otomíes, cakchiqueles, mam, tzutujiles, quechuas– que emigraron a esta ciudad con el sueño y la ilusión de mejorar sus condiciones económicas y sacar a sus hijos adelante.

Si en el trabajo de limpieza que hacia anteriormente me hubieran pagado y tratado bien, no estuviera trabajando ahora como bailarina en una barra, arriesgando mi salud y mi integridad tomando todos los días. La dueña para la que trabajaba, muy racista, me ponía de rodillas a trapear los pisos; aún recuerdo y se me llenan los ojos de lágrimas; ahí conocí el verdadero sueño americano, refiere Rosenda.

En la avenida Roosevelt se revela una realidad deshumanizante, resultado directo de un sistema que exilia a pueblos y comunidades enteras a emigrar a otras tierras con el afán de hacerse de un presente mejor, y poder construir un futuro sólido para sus familias; buscando, al son de la bachata o la salsa, un sentido para seguir luchando y tocando la memoria de lo amado.