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Bajo la lupa

La CIA detrás de las catastróficas privatizaciones de Rusia, fustiga Putin

D

esde su fundación, la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) ha estado siempre hiperactiva y en el ojo del huracán debido a sus clandestinas actividades extracurriculares.

La legendaria agencia de espionaje global ha sido puesta en la picota con mayor intensidad por la develación de sus prácticas poco ortodoxas, como acaba de suceder en Afganistán con sus obscenos sobornos al gobierno de Karzai ( The Guardian, 30/4/13).

En forma estrujante, Thierry Meyssan, director de Red Voltaire (28/4/13), acusa a la CIA de encontrarse detrás del polémico atentado del maratón de Boston, cuyo montaje hollywoodense apenas empieza a exhibir su punta de iceberg.

Nadie desea entorpecer la notable mejoría de las relaciones entre Washington y Moscú, que han tomado un rumbo diferente en su colaboración fructífera tanto en la desactivación de la escalada en la península coreana –al unísono del desmantelamiento de la cuarta fase del polémico despliegue del escudo misilístico antibalístico de EU en las fronteras rusas– como en el escabroso asunto del bombazo del maratón de Boston que implicó a dos jóvenes chechenos radicados en EU –con efectos geopolíticos en el Cáucaso-Norte: primordialmente, en Ingushetia, Chechenia y en Daguestán (principal franja costera de Rusia en el mar Caspio: una de las principales reservas de hidrocarburos del planeta).

En medio del deshielo de las relaciones Rusia-EU, salpicadas de conversaciones telefónicas en­tre sus mandatarios en pleno romance reconciliatorio, el zar energético global Vlady Putin –durante su sesión anual televisiva Preguntas y respuestas de casi cinco horas con los ciudadanos– lanzó una bomba retórica en la que fustigó sin tapujos que las salvajes privatizaciones de los 90 –que, por cierto, estuvieron a punto de sepultar a Rusia– fueron dirigidas por consejeros quienes, como se sabe ahora, trabajaron como funcionarios (¡supersic!) de carrera de la CIA (Ria Novosti, 25/4/13). ¡Súper uf!

Putin fulminó que los funcionarios de la CIA operaron como consultores de Anatoly Chubais, el viceprimer ministro, quien supervisó la privatización de Rusia a principios de la década de los 90 –en similitud en México con Joseph-Marie Córdoba y Jacques Rogozinski, cuyo resultado fue sencillamente cataclísmico.

Reportes generosos de los multimedia en Rusia –ocultados por sus homólogos occidentales– han acusado puntualmente a dos miembros de la entelequia vilipendiada Usaid –quienes aconsejaron al gobierno ruso sobre su transición de la economía soviética al capitalismo– de ser los indiciados funcionarios de la CIA: Andrei Shleifer, profesor de economía (sic) de Harvard (¡supersic!) y protegido del ex secretario polémico del Tesoro Larry Summers (anterior director de la insigne universidad de la que tuvo que renunciar por misoginia), y Jonathan Hay, abogado egresado también de Harvard a cargo del programa patrocinado por Usaid para transformar Rusia en una economía de mercado post-URSS.

Perturba la imprescindible co­­bertura académica (sic) que requieren cierto tipo de privatizaciones estratégicas, como fue el caso de Harvard en Rusia y del ITAM en México (documento infame Nuevos horizontes, de septiembre de 2001; http://csis.org/files/media/csis/pubs/newhorizons%5B1%5D.pdf) para encubrir sus felonías.

A propósito, Harvard fue multada en la corte de EU con 26.5 millones de dólares por su enriquecimiento ilegal con las privatizaciones en Rusia. ¿Cuanto descolgará sin multas el ITAM por su aval a la privatización de los hidrocarburos de México?

Con justo equilibrio dialéctico, Carl Schreck, corresponsal de Ria Novosti en Washington, expone que los expertos (sic) sobre el escandaloso caso Harvard en los tribunales son escépticos de que los consejeros universitarios de Usaid del viceprimer ruso Chubais fueran operadores de la CIA, como denunció Putin.

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Un habitante de Boston medita en el memorial en honor a las víctimas del atentado perpetrado el pasado 15 de abrilFoto Xinhua

Una experta del impúdico caso Harvard, Janine Wedel, de la Universidad George Mason en Virginia (curiosamente donde tiene su sede la CIA) –au­tora de dos libros al respecto que parecen más bien redención de culpas–, aduce que no existe evidencia de la vinculación con la CIA de los dos profesores de Harvard, Shleifer y Hay, quienes operaron el programa de Harvard para las privatizaciones en Rusia financiado por Usaid. ¿Por qué tanto interés pecuniario y ontológico de Usaid en la privatización de Rusia?

Shleifer y Hay fueron acusados de haber desfalcado 40 millones de dólares (nota: se han de referir a los fondos de Usaid y no a los extraídos de Rusia infinitamente superiores) para su beneficio personal, de sus esposas, amantes (¡supersic!) y socios empresariales”. ¡Vaya promiscuidad financierista!

David Marsh, periodista y autor veterano en economía, defendió a los académicos Shleifer y Hay y consideró que no necesitaban ser espías de la CIA para tener línea directa con Summers. ¡Qué argumento más extraño!

Lo relevante radica en que la severa acusación no fue formulada por un pelagatos, sino por el presidente de Rusia, quien conoce muy bien los expedientes globales del espionaje de la CIA.

Hasta el mismo Chubais admite que siempre trató tales acusaciones como rumores (sic), pero que si el presidente lo dice, eso debe ser muy serio (RIA Novosti, 26/4/13).

¿Despertó Chubais de su selectiva candidez o simplemente cambió de bando? Por cierto, siempre evidencié a Chubais como el caballo de Troya de las privatizaciones y privaciones de Rusia.

Como era de esperarse, los hipercorruptos académicos espías Shleifer y Hay y la misma CIA, evitaron ser interrogados por el rotativo ruso.

El sarcasmo de Putin es infinito: “lo más divertido (sic) es que después de haber regresado a EU (nota: los funcionarios de la CIA que nunca identificó por sus nombres) fueron inculpados en los tribunales por haber roto las leyes y haberse vuelto ricos con las privatizaciones de la Federación Rusa cuando no tenían derecho de haberlo hecho como espías activos”. ¡Uf!

Interesante: Putin los identifica como espías de la CIA más que como académicos de Harvard. ¡Cómo han contaminado a las universidades de EU y de otros lares cierto tipo de crápulas con travestismo académico!

Mientras las privatizaciones en Rusia encumbraron a una pléyade de políticos y empresarios muy bien conectados, conocidos como oligarcas (varios de ellos fugados a Israel), quienes se enriquecieron con las joyas de la corona del imperio soviético desmantelado, el país se sumió en la miseria y en una era de turbulencia que Putin denomina la salvaje década de los 90.

La bomba Putin hará derramar mucha tinta en referencia a toda la epistemología de las forzadas privatizaciones estratégicas en el mundo, que no pocas veces están vinculadas al control y los intereses geopolíticos de EU y la OTAN y no tienen nada que ver con artificiales supuestos de seudoeficiencia económico-financiera que promueven sus retorcidos centros académicos, como Harvard y el ITAM, en las tratativas crapulosas del desmantelamiento de las estructuras estatales, como Rusia, en detrimento de la ultrajada soberanía y del bien común degradado.

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