Opinión
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Visita de Obama
C

uando se aproxima la visita del presidente de Estados Unidos a un país no es extraño que los principales diarios estadunidenses inicien la publicación de una serie de artículos sobre las relaciones entre ambos países. Llama la atención la persistencia en destacar la parte más negativa de esas relaciones, y no ha sido diferente en la víspera de la gira que realizó el presidente Barack Obama a México. Varios diarios estadunidenses, particularmente The New York Times, publicaron varios reportajes sobre el ambiente de zozobra que se vive en el país como resultado de la guerra en el ámbito del narcotráfico.

Fue evidente que los diarios estadunidenses revelaron la preocupación que hay en diversos niveles de su gobierno por la decisión de la administración mexicana de centralizar la guerra contra el narcotráfico en la Secretaría de Gobernación, desparramada hasta hace unas semanas en una decena de instituciones gubernamentales, y el intento de acotar la intervención de las agencias estadunidenses que en los últimos 12 años han operado en territorio mexicano en apoyo a las fuerzas policiacas del gobierno mexicano. Obama fue diplomático y cauto cuando respondió a las inquietudes de los legisladores al respecto, y declaró a la prensa estadunidense que no emitiría ningún juicio sobre el particular antes de conversar con su contraparte mexicana para conocer los detalles de esa decisión. Agregó que es menester respetar la soberanía mexicana en las decisiones que su gobierno tome sobre ese asunto.

Una vez que los reportajes e información en torno a la visita prescindieron de su connotación amarillista y pasaron a las páginas interiores de los diarios, se advierte un dejo de incredulidad y frustración por la falta de sensacionalismo en torno a lo dicho por ambos mandatarios, ya que en su diálogo privilegiaron los temas de comercio y educación. La pregunta que quedó en el aire es si el tema de la cooperación con respecto al narcotráfico se reducirá o quedará igual.

Otro tema ausente, y que en alguna medida había causado mayor expectación, es la reforma migratoria. Al parecer, se aprendió de experiencias pasadas cuando el tema se polarizó debido a la precipitación y torpeza del gobierno mexicano de exigir todo o nada, ocasionando la penelopización del asunto: lo que se había tejido cuidadosamente durante los años previos, se destruyó de la noche a la mañana. Se esperaba un reclamo por las deportaciones masivas que han causado la orfandad de cientos de niños. No fue así. Es deseable que la discreción del gobierno mexicano, tal vez para no interferir con la sensibilidad de los legisladores que trabajan en la reforma, tenga efectos positivos. Por su parte, Obama escogió una mejor oportunidad para referirse al asunto. Manifestó su optimismo en torno a las posibilidades de la reforma, cuando al día siguiente se refirió al tema. También fue un mensaje a los legisladores de su país para que no la pospongan una vez más.