Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 12 de mayo de 2013 Num: 949

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Don Quijote en Alemania
Ricardo Bada

Un pescado refuta
la extinción

Adolfo Castañón

Dos poemas
Francisco Hernández

Más allá de la música: guerra, droga y naturaleza
Mariana Domínguez

La música: usos y abusos
Alonso Arreola

El poderoso influjo
de la música

Xabier F. Coronado

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Señales en el camino
Marco Antonio Campos
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
Galería
José Angel Leyva
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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Huellas y herencia de Colón

Raúl Olvera Mijares


América en el pensamiento de Alfonso Reyes,
José Luis Martínez (selección y prólogo),
FCE,
México, 2012.

Las ideas sobre el presentimiento y la primera exploración de la América, contemplada naturalmente desde la perspectiva de España, recogidas principalmente en Última Tule (1942), si bien dispersas en varios volúmenes de las Obras completas, en particular en los tomos IV y XI aparecen en un breve aunque nutrido título de la Biblioteca Universitaria de Bolsillo, para uso principalmente de estudiantes, América en el pensamiento de Alfonso Reyes, con prólogo y selección de José Luis Martínez (1918-2007), el cual reproduce el texto introductorio “Guía para la navegación de Alfonso Reyes” de aquella legendaria Antología de Alfonso Reyes (B. Costa Amic, 1965). Con siete piezas, entre ensayos y textos para conferencias, se pretendió ofrecer una visión panorámica y una síntesis de las ideas de Reyes en este respecto, que llevan por título: “El presagio de América”, “Entre España y América”, “Valor de la literatura hispanoamericana”, “Notas sobre la inteligencia americana”, “Atenea política”, “Homilía por la cultura” y “Posición de América.”

Desde el sueño en la mente de los antiguos –egipcios, helenos y latinos– de la existencia de la Atlántida o la última Tule, hasta pormenores sobre los viajes y la vida de Colón, sumado al accidente de bautizar el continente en honor de Américo Vespucio. Reflexiones sobre el carácter y la esencia de los iberoamericanos, tanto de expresión castellana como lusitana, el papel de los humanistas e intelectuales en una tierra nueva y, sin embargo, vieja, dueña de un pasado autóctono, profundo y complejo. Escritos tantas veces pergeñados durante la permanencia en Sudamérica como embajador, para ser leídos en voz alta en forma de discursos públicos u orationes en Brasil o Argentina, las nociones de Alfonso Reyes no pierden actualidad, redactadas en una prosa que resiste a la perfección los embates del tiempo.

Ciertas vaguedades en portugués se le fueron al insigne polígrafo y su no menos ilustre editor y estudioso, José Luis Martínez, ambos acérrimos enemigos de la errata, por ejemplo, en el último ensayo, que ostenta el revelador título de “Homilía por la cultura”, es posible encontrarse menudencias como las siguientes: Matto [Mato] Grosso, Minas Gerães [Gerais], Rodrigues Arzao [Arzão], Goyaz [Goiás] en la página 68, tal vez por una grafía antigua, sobre todo con el nombre de esta antigua capitanía y actual estado e incluso municipio asentado en el corazón del Brasil, no lejos de São Paulo. Sobrecoge enfrentarse a la erudición en materia histórica, geográfica y diplomática de Alfonso Reyes. Un volumen que por la agilidad y lo cuajado de la prosa bien merece la lectura de aquellos que pretenden acercarse al incólume corpus de la obra de nuestro mayor humanista y hombre de letras hasta la fecha, en tal aseveración resulta fácil coincidir con José Luis Martínez.


Actualizando referentes

Jorge Alberto Gudiño Hernández


Sorgo rojo,
Mo Yan,
Océano,
México, 2012.

Cuando se anunció al ganador del Premio Nobel 2012 no se desató la polémica acostumbrada. Al menos no en nuestro país. La razón era muy simple: casi nadie conocía la obra de Mo Yan. Así que las voces que criticaban al autor por estar muy cerca o muy lejos de determinadas corrientes políticas y de pensamiento hicieron menos eco del acostumbrado. Si acaso, quedó una gran cauda de lectores a la espera de acceder a la obra del autor chino.

Al margen de las polémicas que siempre acarrea consigo el mentado premio, lo cierto es que la literatura lejana puede despertar suspicacias. Una suerte de egocentrismo mal entendido hace que los lectores, reseñistas y críticos se sientan un tanto ofendidos cuando le otorgan el galardón a un autor que desconocen, como si ellos mismos fueran el parámetro de lo premiable. Por fortuna, ahora es fácil acceder a los libros de este autor.

Son muchos los referentes que activamos los lectores cuando se nos habla de literatura oriental o, incluso, de ficción oriental. Hemos abrevado en tantas fuentes que resulta hasta incómodo hacer suposiciones: asumimos que los personajes deben tener cierta manufactura, que el sentido del honor va más allá de lo que vivimos en nuestras latitudes o que un caudal de artemarcialistas aparecerán al menor descuido. Por suerte, estos prejuicios han ido cambiando gracias a la popularidad de ciertos autores japoneses. Pero poco sabíamos de los chinos.

Mo Yan presenta personajes por completo salidos del molde de nuestros prejuicios. Sorgo rojo es la obra que lo llevó a la fama con justeza. En ella se narra la vida de Yu Zhan’ao, el abuelo del narrador. Al mismo tiempo, se cuentan casi cuatro décadas de la historia de una provincia de China, la que vive en constante guerra contra el Japón. Conforme avanza la historia, el lector se dará cuenta de que no será testigo de batallas entre samuráis y practicantes de kung fu. Al contrario, podrá ver cómo las limitaciones entre los contendientes los harán ser partícipes de los horrores que sólo puede acarrear la guerra. Así, el dolor será la moneda de cambio en el campo de batalla. El dolor y un complejo sistema de valores que lleva a los chinos a la confrontación pese a las amenazas japonesas.

Mo Yan ha abrevado en diferentes tradiciones literarias. Éstas saltan a la vista. Sin embargo, lo importante es el resultado final. Aquél en el que se puede ver cómo evoluciona un personaje, cómo actúa de forma poco dogmática, cómo sus certezas se van desmoronando para acceder a nuevas certidumbres. La figura del héroe estereotipado cae lejos de Yu: es arbitrario, irascible, falible a más no poder. Y, pese a ello, consigue acercarse a los lectores. Esto quizá dependa de una estrategia narrativa diseñada para mover al entusiasmo o, quizá, a que la oferta de lo narrado alcanza valores únicos. Sea como fuere, no es difícil concluir que, si bien el galardón puede obedecer a razones políticas, existen argumentos literarios que lo convalidan.