Opinión
Ver día anteriorLunes 13 de mayo de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Desde el Otro Lado

Un país en armas

E

l mes pasado un puñado de senadores derrotó una propuesta para regular la venta y posesión de armas en Estados Unidos. La derrota fue para el presidente Barack Obama y el vicepresidente Joe Biden, quienes se empeñaron en una ardua campaña para que el Congreso aprobara dicha ley y también para 90 por ciento de los ciudadanos estadunidenses quienes, preocupados por la venta indiscriminada de armas, apoyaban la propuesta.

La preocupación tiene base no sólo en el asesinato de 28 personas, 20 de ellas niños, en un pueblo del estado de Connecticut en diciembre del año pasado, ni en la matanza de 12 personas en un cine del estado de Colorado el año pasado, o la masacre de 33 personas en una universidad del estado de Virginia hace tres años. Tiene que ver además con el hecho de que, según información de la agencia responsable del control de armas de fuego y explosivos ATF, en Estados Unidos hay 129 mil sitios con licencia para vender armas de fuego en los que no hay mayores restricciones para adquirirlas. El número es abrumador si se compara con los 36 mil almacenes donde se venden abarrotes o los 14 mil expendios de hamburguesas McDonalds; la diferencia es que las armas de fuego no son perecederas ni se pueden consumir.

No hay un dato exacto sobre el número de armas en Estados Unidos, pero se estima que hay aproximadamente 300 millones en el país. En 2011 se fabricaron 5 millones y medio de armas, de las que 95 por ciento es para consumo doméstico, e importaron otros 3 millones en el mismo periodo, según la ATF. El FBI informa que esas armas han sido responsables de 48 mil asesinatos entre 2006 y 2010. La única forma de explicar el por qué se rechazó una ley que repercutiría en una disminución de esos crímenes deriva de los millones que las compañías fabricantes de armas emplean para influir en el voto de algunos congresistas, mediante organizaciones como la Asociación Nacional del Rifle.

Por todo ello, fue absurdo que ese puñado de legisladores, que representa a estados donde vive menos de 20 por ciento de la población, se haya impuesto al otro 80 por ciento impidiendo la aprobación de la ley del control de armas. Ese hecho, entre otros, es resultado de una democracia cada vez más disfuncional a las necesidades de su ciudadanía. Sólo es cuestión de esperar otra matanza de la que en alguna forma ese puñado de senadores será corresponsables.

Con todos esos antecedentes se ve difícil que el gobierno estadunidense sea capaz de detener el trasiego de armas a países como México.