Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 19 de mayo de 2013 Num: 950

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Para ti
Silvia Lemus

Pesimismo sonriente
y periodismo cultural

Fabrizio Andreella

Francisco Gamoneda:
el libro como semilla

Xabier F. Coronado

El arte de no leer
Hermann Bellinghausen

De la lectura como naturalidad
Ricardo Guzmán Wolffer

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Columnas:
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Enrique López Aguilar
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El dilema de la guerra de los drones (III Y ÚLTIMA)

Compasión selectiva

En su conferencia de prensa del pasado 30 de abril, Obama declaró respecto de los prisioneros en huelga de hambre en Guantánamo: “No quiero ver a estos individuos morir”, por lo que envió de inmediato refuerzos para continuar con la estrategia de alimentación forzada. Paradójicamente, el presidente que no quiere ver morir a los presuntos terroristas que viven un encierro sin posibilidad de justicia, tiene una lista de presuntos terroristas a los que sí quiere ver morir en ataques a control remoto.

Pacto de sangre

El pasado domingo 7 de abril, The New York Times publicó en primera plana un reportaje de Mark Mazzetti, que coincidía con el lanzamiento de su libro The Way of The Knife, acerca de la manera en que la CIA se ha ido transformando, de ser una agencia de espionaje, en una organización paramilitar. Mazzetti describe el primer asesinato selectivo con drone llevado a cabo en la región tribal paquistaní de Waziristán, el 18 de junio de 2004. El blanco fue Nek Muhammad, un líder tribal pashtun aliado al talibán que había confrontado y derrotado de manera humillante al ejército paquistaní. El régimen de Islamabad hizo un pacto con la CIA: la agencia asesinaría a Mohammed, los paquistaníes se adjudicarían el golpe y a cambio la CIA podría operar en esa región con libertad para cazar a sus sospechosos. Muhammad había ayudado a miembros de Al Qaeda que escapaban de Afganistán, pero no era en realidad enemigo de EU; no obstante murió con cinco personas más, incluyendo un niño de diez años y otro de dieciséis, por el impacto de un misil que dejó un cráter de 2 metros de diámetro.

En vez de torturarlos…

Mazzetti señala que Paquistán no fue el primer país donde fueron usados los drones para asesinar “terroristas” (debutaron en Yemen en 2002), pero sí se convirtió en el laboratorio donde se experimentó con esta nueva forma de matar que vino a “borrar la línea entre soldados y espías e hizo corto circuito en el mecanismo con el cual Estados Unidos como nación va a la guerra”. La CIA ha estado en el negocio del asesinato político desde su fundación; sin embargo, la agencia cambió dramáticamente al enfocarse en matar sospechosos con drones. En parte la decisión de asesinar a líderes y militantes de Al Qaeda fue una reacción a la catástrofe de relaciones públicas que provocó la revelación en 2004 de los programas de tortura llevados a cabo en “prisiones negras” de la CIA o que eran encargados a los torturadores de otros países. Si bien la tortura de sospechosos no cesó, la CIA comenzó a buscar alternativas, pues parecía inminente que las revelaciones de atroces violaciones de derechos humanos eventualmente llevarían a los responsables a la cárcel. Además, el gobierno estadunidense no tenía (ni tiene) idea de qué hacer con estos cautivos una vez torturados. Nada parecía mejor alternativa, entonces, que simplemente eliminarlos con misiles disparados desde bases militares remotas.

Intervencionismo condicionado

Para Paquistán aceptar que los estadunidenses bombardearan su territorio fue una vergonzosa renuncia a su soberanía. Sin embargo, supusieron que los misiles a control remoto podrían resolver su problema doméstico con las tribus más desafiantes del gobierno central. Así, el régimen aceptó con la condición de ser informado de cualquier acción (lo cual no se cumplió), que los drones fueran operados de manera secreta por la CIA para que EU no tuviera que reconocer su existencia (lo cual cambiaría pronto), y que además deberían mantenerse alejados de “las instalaciones nucleares y de los campos de entrenamiento de los militantes kashmires que preparan ataques contra India”.

Patética eficiencia

La justificación para el uso de drones es la eliminación “quirúrgica” de líderes enemigos, de “blancos de alto valor” o BAV. La realidad es que desde que se echó a andar este programa se ha asesinado a alrededor de 4 mil 700 personas, y se afirma que trece de ellas eran BAV (un estudio de la Universidad de Nueva York afirma que la eficiencia es del dos por ciento). La ineficiencia de semejante programa, que también ha costado la vida de cuatro estadunidenses considerados combatientes enemigos, es pasmosa, y más si se considera que cada ataque cuesta alrededor de un millón de dólares. De acuerdo con la New America Foundation, entre el dieciocho y el veintitrés por ciento de las víctimas de los ataques en Paquistán no eran militantes, y los que sí lo eran no aparecían en la lista de los terroristas que Obama quiere asesinar.