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Hoy se abre una muestra gráfica sobre el movimiento en el CCE

Sonideros reclaman espacios: somos una familia que genera empleos

Antes se veían 10 mil personas reunidas; ahora se ven 100 por circunstancias ajenas, lamentó Gerardo Echevarría, del Perla Antillana

Foto
Sonideros reunidos para reivindicar su laborFoto Juan José Olivares
 
Periódico La Jornada
Martes 21 de mayo de 2013, p. a11

Hace más de tres décadas, “cuando la gente no tenía dinero para ir a un salón de baile, iba a las tocadas que se hacían en la calle”, asegura Ramón Rojo, mejor conocido como La Changa, uno de los pilares del movimiento de los sonideros, cultura popular inherente a los barrios de esta gran capital.

Y a pesar de que es un movimiento que ha trascendido fronteras, sus protagonistas consideran que las autoridades los mantienen marginados, aunque es una gran familia de la cual dependen otras.

Con unos altavoces, una buena cantidad de bafles, unas tornamesas, un micrófono y muchísimos discos (de acetato y ahora cedés), los sonideros comenzaron desde finales de los años 70 a ser como una especie de líderes que conducían rituales populares de divertimento por medio de la música, sobre todo de la cumbia, la salsa, la huaracha, entre otros géneros.

Algunos, los de mayor renombre, son considerados como rockstars, pues hasta les piden autógrafos y quieren sacarse fotos con ellos.

De las vecinades pasamos a las calles, donde nos robábamos la luz de los postes; luego nos extendimos a todo el país, incluso fuera de la frontera, pero hoy día se nos ha marginado. Este movimiento es de una familia del cual dependen muchas otras, dice a La Jornada Ramón Rojo, institución en el ámbito de los tíbiris, que han sido una forma de vida para miles de personas y en la que la parefernalia acústica proporciona más que baile, toda una felicidad.

Promoción e investigación

De hecho, a lo largo de años han sido promotores naturales de agrupaciones de esos géneros bailables, cuya música no sonaba en la radio. Cuando alguna rola era tocada por un sonidero significaba que estaba en boga.

En un afán por preservar esta cultura, surgió El Proyecto Sonidero (EPS), iniciativa colectiva para reconocer desde un ámbito cultural la potencia de este movimiento. EPS es ahora promotor de este movimiento e incluso editaron una investigación que devino el libro Soneros en las aceras.

Ahora, la nueva propuesta de EPS es Proyecto de gráfica sonidera, exhibición que se inaugura hoy en el Centro Cultural España (CCE), la cual presenta el trabajo de barderos, dibujantes, diseñadores, rotulistas, impresores, promotores, coleccionistas e investigadores.

La apertura se realizará a las 19 horas en el CCE con un gran baile sonidero, en el que proporcionarán los decibeles el Sonido La Changa, así como los diyéis Víctor Estrella (de Poly Marchs), Joel Navarro, Fernando Nava y Saúl Leiden, acompañados por el Ballet Champagne Explosion, en homenaje a Tony Barrera, maestro de las tornamesas en el ámbito del high energy.

Esta muestra presenta carteles, dibujos, volantes, tarjetas, bardas, y logos sonideros que datan de los años 70 hasta la actualidad, a la que se integran registros audiovisuales.

La intención es celebrar con un programa de conferencias, mesas redondas, talleres y publicaciones, dicen los organizadores, entre los que se encuentran Mariana Delgado y José Luis Lugo, artífices de EPS, el cual cumplen cinco años de existencia.

Javier Echevarría, cartelero, diseñador e investigador del Instituto Nacional de Bellas Artes, quien desde los 12 años ha acompañado a las tocadas (incluso como técnico) a su hermano Gerardo, del Sonido Perla Antillana, comenta que es un orgullo ser parte de esta familia sonidera, en la que antes podías ver reunidas a 10 mil personas y ahora, se ven 100, por circunstancias ajenas al movimiento; más que nostalgia nos da coraje, porque nosotros no provocamos esto. El coraje es porque las autoridades no se dan cuenta de que en realidad es una oportunidad de mostrar una cultura popular que mantiene contenta a mucha gente.

A los sonideros se les ha prejuiciado por malas experiencias, que sí son reales, pero no son privativas de nosotros. La muestra son los actos en los que demostramos saldos blancos, dice Jaime Ruelas, ilustrador y diseñador, quien ha hecho carteles para sonideros y fiestas de high energy por más de 30 años.

A decir del promotor José Luis Lugo, de Publicidades Panther, las autoridades tienen un mal concepto de lo sonidero, pero no se dan cuenta de que es una fuente de trabajo para mucha gente. Desde los que ponen las lonas hasta las personas que venden dulces, hay un movimiento de capital. Sólo es una reunión de gente a la que le gusta bailar y pasarla bien.

Para Jaime Ruelas, el gobierno ha cerrado las puertas. Antes era una cultura y había permisos para los bailes; ahora, para hacer un acto no sabes las que tienes que pasar. Han cerrado salones tradicionales de baile. Queremos que haya espacios para disfrutar este ambiente y que las nuevas generaciones conozcan este mundo.

Interviene La Changa: Hacen falta espacios; la delegación Gustavo A. Madero ha dado permisos en algunos lugares, como el deportivo Oceanía, pero queremos más, porque deseamos trabajar. Mucha gente depende de ello.

Mariana Delgado dice que hay una situación que no es clara con las delegaciones, ya que muchas de éstas hacen como que permitirán, pero a la mera hora no. No hay claridad; el argumento es que se pueden establecer criterios para permitir bailes de calle bajo ciertos lineamientos, pero empresas como Ocesa no tienen problemas en hacer bailes en el Zócalo, por ejemplo. Las autoridades sí tienen un canal claro con ellos, pero no con los sonideros.

Jaime retoma la palabra: Hay que tomar en cuenta que los foros propios para estos actos los han ido acaparando las organizaciones de conciertos. Hay una descentralización de la música popular. Decisiones politicas no permiten los espacios en las calles por cuestiones de prejuicios. Los bailes ahora se tienen que realizar en lugares como Chimalhuacán, Chalco o Pachuca... La gente se fue a lugares donde no llega la ley, y donde es más barato. Aún hay bailes en la Merced, por ejemplo, pero los foros normales están vedados a los sonideros.

Con esta exposición, el CCE muestra la voluntad de abrir los espacios a agentes culturales no siempre considerados en la lógica institucional, pero cuya influencia en la cultura contemporánea mexicana es indiscutible.

Hoy se inaugura Proyecto de gráfica sonidera en el CCE, ubicado en Guatemala 18 o Donceles 97, colonia Centro. Teléfono: 5521-1925 al 28. Para checar horarios de mesas redondas y charlas se puede consultar la página de Internet en ccemx.org/.