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Culmina en Nueva York la caravana para humanizar el debate sobre la posible reforma

EU tiene que ser una tierra compartida, nadie puede evitar la migración: Solalinde
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Participantes de la Caravana Abriendo las Puertas a la Esperanza, ayer en la ciudad de Nueva YorkFoto Cinthya Santos
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 25 de mayo de 2013, p. 11

Nueva York, 24 de mayo.

La Caravana Abriendo las Puertas a la Esperanza, encabezada por el padre Alejandro Solalinde, defensor de migrantes, culminó en esta ciudad después de 24 días atravesando este país, donde se dialogó desde las comunidades inmigrantes más vulnerables a representantes de los gobiernos de Estados Unidos y de los países de origen de millones de latinoamericanos que residen aquí, con el mensaje de humanizar el debate sobre la reforma migratoria, presentar voces del sur, y denunciar los atropellos a la dignidad humana en el viacrucis de los inmigrantes.

Pasando por Phoenix, Los Ángeles hasta Nueva Orleáns, Chicago y Washington, entre otras ciudades, para concluir en Nueva York, Solalinde y unos 20 integrantes de la caravana (en su mayoría mexicanos y centroamericanos) se reunieron con organizaciones de inmigrantes, líderes de derechos civiles, políticos y religiosos, con el Departamento de Estado, legisladores federales, y cónsules de México y de países centroamericanos, entre otros.

Se celebraron misas, caminatas y oraciones en calles, y fiestas donde la música era un poco de bálsamo ante los relatos del sufrimiento, temor, ira, secuestros, separación de familias por deportaciones, abusos laborales, centros de detención, la desesperación ante políticos que expresan simpatía, pero piden paciencia ante la emergencia diaria de millones en este país creado por inmigrantes.

La voz del sur

“Un primer propósito de esta caravana era acercar la voz del sur, con la voz aquí de los de abajo, el sur de aquí adentro, y con ello ofrecer una visión que necesitan nuestros hermanos del norte para tomar las decisiones correctas… porque la migración es un asunto regional”, comenta Solalinde a La Jornada. No se pueden tomar decisiones en el norte como si la migración fuera una cosa sólo del norte y no una cuestión global, y un acontecimiento regional.

Otro propósito era poner nuestro granito de arena para la reforma migratoria y discutir las consecuencias de las políticas de militarización de la frontera y otras que benefician más que nada al crimen organizado. Estados Unidos tiene que ser una tierra compartida, nadie puede evitar la migración, afirma.

“Venir a Nueva York es también llegar a Wall Street, símbolo del poder económico. Ese uno por ciento, desde mi visión de la misión de Jesús, me reta, no para hacer revoluciones contra él, sino que son seres humanos que tenemos que conquistar con la verdad, que no son dueños de nada, sólo Dios es dueño… Son adictos al dinero. No son felices los que vi­ven sólo para tener”, agrega en entrevista.

“Un llamado tengo para ese uno por ciento. Que recapaciten, que pongan su dinero, que no es de ellos, al servicio de obras buenas. No quiero que lo avienten por la ventana y den limosnas, porque los pobres no son limosneros… que den una cara humana a todo este sistema y que mejore las condiciones del trabajador, que inviertan para la paz, que inviertan en lugares como Centroamérica, porque los inmigrantes seguirán llegando mientras no mejoren las condiciones de vida en sus lugares de origen… Siempre he dicho que somos una familia, y los latinos somos una fiesta y todos están invitados, y no vamos a estar contentos en esa fiesta mientras nuestros hermanos del uno por ciento no compartan con nosotros esa alegría”, dice.

En un pequeño acto ante el enorme edificio de oficinas federales en Broadway, que incluye la agencia de inmigración, cerca de Wall Street, se repitió este mensaje, también en un intercambio con activistas de Ocupa Wall Street justo en el ahora famoso parque Zuccotti, que fue sede de ese movimiento.

En éstos los participantes compartieron sus experiencias y opiniones. Pedro Aguilar, hondureño integrante de la caravana, quien perdió la mitad de una pierna al intentar montar La Bestia en el trayecto entre Tabasco y Tlaxcala escapando del crimen organizado en México, cuenta la historia de su emigración forzosa de su país por la violencia que le robó la vida a dos hermanos, con la idea de trabajar y regresar para concluir su bachillerato. Opina que “las deportaciones masivas de Obama causan mayor caos en nuestros países, la gente regresa, sin opciones, regresan a matar, a violar…”

Estela Jiménez, también de la caravana: “Estamos aquí para levantar las voces de los que mueren en los desiertos y los que esperan cruzar… Levantamos la voz por los miles de niños que se han quedado sin sus padres por las deportaciones de Obama… Nosotros no somos criminales, somos trabajadores internacionales y esta lucha es global”.

Llevamos la memoria, la historia de nuestros pueblos y comunidades, de sus luchas por la dignidad, y en esos hombros estamos parados, afirma Juan Carlos Ruiz, del Movimiento Nuevo Santuario, y uno de los coordinadores de la caravana en la zona de Nueva York.

Hoy varios de los integrantes –en su mayoría mujeres– tuvieron la oportunidad de encontrarse con familiares (esposos, hermanos), algunos de los cuales no habían visto por más de 10 años.

A inicios de la semana, la caravana pasó por Washington donde hubo reuniones con algunos legisladores federales y/o sus asesores. Solalinde informó a La Jornada que fue invitado a una reunión en el Departamento de Estado donde intercambiaron opiniones sobre la situación en México y Centroamérica en torno a la migración, los derechos humanos y la violencia y la corresponsabilidad en torno al asunto de armas, lavado de dinero, y drogas. Le dijeron que uno de sus objetivos era crear mejores policías, pero Solalinde les argumentó que en “un México tan corrupto, con tanta impunidad, solo van a crear mejores zetas… Lo único que Estados Unidos logrará es que los prepare (a los policías) para la represión. Fue un diálogo muy franco”.

La caravana se concretó con los esfuerzos locales de coaliciones y líderes religiosos, iglesias, incluyendo, la Coalición Humanitaria Internacional Pro-migrante, Hermanos en el Camino, Somos tu Voz y activistas del #YoSoy132.

Marco Antonio Castillo, uno de los organizadores de la caravana y de los coordinadores de la Asamblea Popular de Familias Migrantes, subrayó que con estos esfuerzos estamos construyendo una familia sin fronteras, porque esta lucha es trasnacional.