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El Despertar

¿Un rayo de esperanza?

R

ecordarán ustedes que AMLO se refirió a él mismo, y lo que significaba para el país, como un rayo de esperanza. Tomó la expresión del ensayo La crisis de México, del profeta Daniel (Cosío Villegas), quien en el lejanísimo 1948 pronosticó que si México no superaba la crisis, para entonces evidente, perdería el rumbo. Valdría la pena preguntarse, 65 años después, si hay esperanza para el país.

Yo creo que la posibilidad de un cambio no estaría en un estallido violento o en una implosión que acaben con el régimen. Ambos los veo difíciles e indeseables. El peligro está en flotar en la descomposición por años o décadas. Una sociedad sin cohesión, una oligarquía mezquina, incremento progresivo de la corrupción e impunidad, cinismo, manipulación, recambio de partidos dentro de la misma elite desprestigiada. Algo como lo que describió Lorenzo Meyer en Espejo argentino ( Reforma, 3.1.2002).

La posibilidad de una alternativa optimista estaría en un despertar generalizado de la mayoría de la población, harta de vivir en esas condiciones. Existen razones para esperar este impulso. La población está mucho más politizada e informada de la que vio salir de Los Pinos al PRI en 2000. El tricolor ha regresado sin cambiar, pero la gente si lo hizo a profundidad. La crítica es más exasperada. Hay que recordar que en 2012, 16 millones de personas votaron por un cambio de fondo. El 60 por ciento se opuso al regreso del PRI. Hoy, por lo menos la mitad de la población no confía en Peña, a pesar de la millonaria y multifacética campaña de manipulación de los medios. Si falla (como es casi inevitable) la ilusión de cambio prometido, la irritación subirá de tono.

No es imposible que se levante una gran voluntad colectiva dispuesta a no permitir que continúe el actual régimen. La demanda no se haría violentando la política, sino por la vía pacífica y electoral, por lo que tendríamos que esperar hasta la coyuntura de 2018. Pero no bastarán sólo la consciencia y la indignación. No podrá ganarse la partida sin organización.

La organización es el corazón de la política. González Pedrero recordó la recomendación de Lázaro Cárdenas a los jóvenes progresistas: Primero la organización, después organización y siempre organización. Para un cambio sin destrucción ni sangre se requeriría la decisión de las masas y no uno sino varios líderes con temple. Pero sobre todo, una red de grupos, comités y brigadas, que abarque toda la República y actúe con disciplina y generosidad. Sería necesario un movimiento bien articulado, capaz de superar vicios arraigados: la traición, la mentira la deshonestidad. En esta respuesta organizada y pacífica estaría la esperanza para México.

Twitter: @ortizpinchetti