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Apuntes sobre un gran líder juvenil revolucionario
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a muerto en La Habana Jaime Crombet Hernández-Baquero (1941). De origen acomodado, su vida estuvo marcada por la renuncia a los bienes materiales y la consagración a la revolución cubana. Desempeñó tareas de trascendencia nacional desde que lideró la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) en la Universidad de La Habana (1965) hasta ocupar la vicepresidencia de la Asamblea Nacional del Poder Popular (1993-2012). El quebranto de su salud lo forzó a dejar esta responsabilidad.

Su modestia llegaba a tal extremo que no existe casi información en la prensa digital de la isla para asomarse a su trayectoria. Por ahora sólo se encuentra una brevísima síntesis biográfica. Asombra más de alguien tan cercano y entrañable a Fidel y a Raúl, altamente valorado por ambos.

Tengo el honor de haber integrado el Comité Nacional (CN) de la UJC del que Jaime fue primer secretario (1966-1972). Aunque sea a vuelapluma van estos apuntes sobre esa fecunda e inolvidable parte de su vida. Yo había trabajado ya cerca de algunos de los principales líderes de la revolución. Aunque apenas lo hubiera tratado entonces, Fidel era mi principal fuente de inspiración y vara de medir, como lo ha sido de todos los revolucionarios cubanos.

Me preguntaba pues cómo sería el Jaime real, pues sólo lo conocía por referencias. Al paso de casi cinco décadas conservo muy fresco en la memoria nuestro primer encuentro. Fue toda una revelación. De él emanaban bonhomía, simpatía personal y generosidad, que conquistaban de inmediato.

En aquel momento muchos jóvenes de ambos sexos asumíamos importantes responsabilidades políticas, administrativas, militares y de seguridad nacional que solían rebasarnos. El heroísmo se volvió cotidiano. La lucha de clases estremecía a Cuba y Estados Unidos nos agredía a sangre y fuego. Igual ocurría en el mundo. En palabras de Jaime: son años en los que el imperialismo desarrollaba una guerra cruel e injusta contra Vietnam, mientras crecía un movimiento revolucionario muy fuerte en América Latina y en África, y se desarrollaba la legendaria epopeya internacionalista del Che (juventud rebelde).

Jaime resultó el ser excepcional que esa época estelar demandaba para encabezar al movimiento juvenil cubano. No era de los que dan órdenes y se quedan en la retaguardia. Cuando culminó con la Columna Juvenil del Centenario un ciclo de grandes movilizaciones juveniles a tareas de choque encabezadas por la UJC, se puso al frente de ella durante dos años en la provincia de Camagüey, un ejército de más de 100 mil jóvenes de ambos sexos se extendió nacionalmente. Aquello era parte de una épica batalla por el desarrollo económico y la independencia del país que condujo a errores, sí, pero todavía espera por una contextualización justa y equilibrada.

Jaime se exigía mucho y no dudo que eso le haya dejado una huella irreparable a su salud. Le faltaron seis años para alcanzar la expectativa de vida de Cuba. En esa época sus jornadas se prolongaban hasta entrada la madrugada y apenas dormía pero así y todo leía y nos instaba a todos a hacerlo.

Poseía el arte de colegiar las decisiones y nunca imponía su criterio a priori. Dados su aguda inteligencia, enorme prestigio y autoridad moral apreciaba convivir con puntos de vista diferentes al suyo y sabía estimular el choque fructífero de opiniones en el seno del CN. Era de una valentía política singular y nos estimulaba a pensar con cabeza propia.

De una ética a prueba de bombas, rechazaba la injusticia y no la toleraba en el seno de la UJC. Estaba siempre al tanto del estado de ánimo de las bases. No sólo era frecuente y sistemático su vínculo con los miembros del CN, sino con sus funcionarios y empleados y con muchos militantes rasos a lo largo del país, ya que viajaba mucho a provincias.

Opuesto a la excesiva centralización, confiaba en los cuadros y delegaba tareas de enorme importancia siempre controlando su marcha y tratando de sacar lecciones de los errores.

Al lado de todo revolucionario no siempre hay una gran mujer pero Jaime sí la tuvo en Ofelia Ramos, parte inseparable de esta historia.

Vendrán otros intentos mejor informados y de mayor aliento para dar a conocer la contribución a la revolución cubana de este hombre ejemplar. Por el momento, Ricardo Alarcón, asesor del presidente Raúl Castro y ex presidente del Parlamento cubano nos ha entregado esta perla: No he conocido a nadie más leal, honrado y modesto que Jaime Crombet.

Twitter: aguerraguerra