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Nos acercó al mundo de la literatura hispanohablante, dice Rüdiger Safranski a La Jornada

La Universidad Libre de Berlín se une al duelo por la muerte de Pérez Gay

“Alemania pierde a uno de los más importantes divulgadores de su cultura’’

Llevó a AL obras centrales y creó un diálogo intelectual, señala la institución

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José María Pérez Gay, en imagen del 29 de junio de 2004, al pronunciar el discurso laudatorio con motivo de la concesión a Carlos Fuentes del doctorado honoris causa de la Universidad Libre de BerlínFoto Metin Yilmaz
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Chema Pérez Gay, en diciembre de 2012, durante su homenaje en la UiaFoto Carlos Ramos Mamahua
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Rüdiger Safranski, amigo de José María Pérez Gay, con quien se conoció en Berlín y mantuvieron una amistad a lo largo de casi 50 años. En la imagen, el filósofo alemán en uno de los lugares que ambos frecuentaban la capital alemanaFoto Eva Usi
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Sábado 1º de junio de 2013, p. 3

Berlín, 31 de mayo.

Alemania ha perdido en José María Pérez Gay a uno de sus más importantes divulgadores de la cultura y la literatura alemanas del siglo XX en Latinoamérica, señaló la Universidad Libre de Berlín (FU) en un comunicado publicado en su portal de Internet.

La casa de estudios donde Pérez Gay realizó realizó su maestría y doctorado en filosofía y germanística hizo un recuento de la trayectoria del filósofo, escritor, diplomático, traductor y periodista mexicano desde que llegó a Berlín en la década de los 60, donde residió durante 14 años.

Detonador de un diálogo intelectual

José María Pérez Gay (1943-2013) vivió tiempos turbulentos en Berlín. mientras asistía a la cátedra del filólogo e intelectual Peter Szondi. Conoció entre otros al poeta de origen judío Paul Celan, cuyo encuentro está documentado en su texto Berlín después del derrumbe.

Esos años lo marcaron profundamente, como lo refleja su obra, y se convirtieron en una referencia constante en sus múltiples artículos y ensayos publicados en varios periódicos y revistas.

La Universidad Libre de Berlín destaca las traducciones realizadas por José María Pérez Gay de grandes figuras de la filosofía y la literatura alemanas, como Johann Wolfgang von Goethe, Thomas Mann, Franz Kafka, Karl Kraus, Robert Musil, Joseph Roth, Hermann Broch, Walter Benjamin, Paul Celan, Jürgen Habermas, Theodor W. Adorno, Elias Canetti y Hans Magnus Enzensberger.

También ennumera los reconocimientos con los que fue honrado por sus investigaciones y su labor en la divulgación cultural, entre ellos la Cruz al Mérito del Gobierno Federal de Alemania, la Cruz al Mérito del Gobierno de Austria, y la Medalla Goethe.

No sólo llevó a Latinoamérica obras centrales de la lengua alemana, sino que abrió un diálogo intelectual y una continuada circulación de conocimientos, describe el comunicado, que resume el foco de la atención filosófica del pensador mexicano en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial y el surgimiento del nazismo, así como las devastadoras consecuencias que éste tuvo para varias generaciones de intelectuales europeos y alemanes.

La casa de estudios cita los títulos de las obras más importantes de Pérez Gay: La difícil costumbre de estar lejos (1984), El imperio perdido o las claves del siglo (1991), Hermann Broch: una pasión desdichada (2004), El Príncipe y sus guerrilleros: la destrucción de Camboya (2005), y La profecía de la memoria: ensayos alemanes (2010), así como una novela póstuma que reconstruye el entorno histórico del filósofo, historiador y politólogo Max Weber.

La nota hace alusión a una antología de traducciones inéditas de poesía alemana, en particular la de Paul Celan, que se encuentra en preparación en la editorial Cal y Arena, en México.

Última visita, en 2004

El comunicado de la Universidad Libre de Berlín recordó la última visita de Pérez Gay a la capital alemana, el 29 de junio de 2004, cuando la institución otorgó al también mexicano y escritor Carlos Fuentes (1928-2012) el doctorado honoris causa y Pérez Gay pronunció el discurso laudatorio.

Su alma mater lamenta la pérdida de uno de los intelectuales y divulgadores de la cultura alemana más relevantes en Latinoamérica y extiende sus condolencias a su esposa Lilia Rossbach, quien lo acompañó durante su último viaje a Berlín, y a sus hijos, Pablo, Lilia y Mariana.

Repaso a una larga amistad de casi 50 años

Eva Usi Especial para La Jornada

Berlín, 31 de mayo.

Uno de los muchos amigos que José María Pérez Gay tuvo en Berlín, el renombrado filósofo alemán Rüdiger Safranski, (Rottweil, 1945), también lamentó su muerte, e hizo un repaso, en conversación con La Jornada, de la larga amistad que mantuvieron a lo largo de casi medio siglo, pero sobre todo de aquellos años siendo los dos estudiantes en Berlín.

“Cuando hablábamos, era como si nos hubiéramos dejado de ver apenas ayer porque vol-víamos a la misma sintonía. Para José María la cultura alemana fue la pasión de su vida y se mostraba feliz ante todo encuentro con personas que despertaran sus recuerdos, creo que tenía una relación romántica hacia Alemania, estaba enamorado de su cultura.

A su vez, acercó a nosotros la literatura del mundo hispanoparlante. Con él se tenía siempre un intenso intercambio de ideas, encarnaba para mí una pasión que yo no conocía en los intelectuales aquí, algo que pocas veces he tenido oportunidad de volver a encontrar, afirma el filósofo alemán.

Safranski es autor de importantes biografías de Martin Heidegger, Friedrich Nietzsche y Arthur Schopenhauer y, como Pérez Gay, es heredero de la Escuela de Frankfurt y de filósofos como Teodoro W. Adorno.

José María Pérez Gay y Rüdiger Safranski se conocieron en 1966 en el albergue estudiantil de la Universidad Libre de Berlín, donde también estudiaba este último. “Era entonces una amistad muy intensa, también en el campo filosófico en el que los dos teníamos un gran interés. Hablábamos mucho y encontramos muchos puntos en común“, recuerda.

Los debates filosóficos tenían lugar en el Club Republicano, un local que existió tan sólo cinco años, pero era el punto de reunión del movimiento estudiantil en aquel entonces. Ahí Pérez Gay se hizo amigo del líder estudiantil Rudi Dutschke, del escritor de origen chileno Gastón Salvatore y, probablemente también conoció a Daniel Cohn Bendit, llamado Dani el Rojo. El local se convirtió en el punto de encuentro entre los líderes de ese movimiento y representantes del gobierno alemán. José María era una persona muy sociable, era como el centro de las tertulias y tenía muchos amigos. Era una figura omnipresente en Berlín. Tenía que ver con todo mundo, recuerda el filósofo alemán.

Comunicación subliminal

Safranski disfruta visiblemente recordando aquellos años en los que tomaban café por la mañana, leían a Hegel por la tarde e iban al cine, por el que también se interesaban ambos. Por las noches debatían en pijama. Eran tiempos muy románticos, uno sentía que alcanzaba las estrellas y que era uno capaz de transformar al mundo. Nuestra amistad tenía que ver con el espíritu del movimiento estudiantil del 68, que tenía en Berlín una vitalidad y una fuerza revolucionaria como la que había en Londres.

Al filósofo alemán le provocaba gran curiosidad y fascinación que un mexicano se interesara por la filosofía y la cultura germanas. “Rápidamente me di cuenta de que con él se podía filosofar, fantasear y especular. Sabía ‘hilar fino’, teníamos una relación intelectual relajada, sin esa cerrazón que a veces hay entre colegas alemanes. José María no era dogmático, tenía algo lúdico y juguetón, era muy divertido estar con él”.

El desarrollo posterior de ambos fue muy similar. Yo también tuve un interés central en la filosofía y la literatura. Me interesa lo filosófico de la literatura y lo literario de la filosofía, señala Safranski, quien además de autor de ensayos filosóficos, entre su obra se enlista una biografía que disecciona la amistad entre Goethe y Schiller, figuras antagónicas.

“Lo más importante para José María era la filosofía, adoraba la especulación metafísica, tenía una afinidad anímica con esa llamada ‘profundidad’ alemana, con el romanticismo alemán. Me impresionaba lo rápido que entendía todo, tenía una especie de intuición, casi una intimidad con la cultura alemana. Eso no lo he vuelto a ver en amigos provenientes de otras culturas”, subraya Safranski.

La última vez que se vieron fue en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara en 2011, cuando Pérez Gay ya estaba marcado por la enfermedad.

Fue muy conmovedor estar con él en el pódium. Después, cuando hablamos de mi libro sobre Heidegger, me di cuenta de que su comprensión filosófica seguía ahí, porque se percató de una ligera ironía que aparte de él nadie había notado. Seguía habiendo entre nosotros una comunicación subliminal. Era una base de comprensión maravillosa.