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Munal: Vanguardias
L

as obras a las que me he referido se acompañan de hallazgos de cuadros pintados por los dos lados, como El guerrillero zapatista, de Diego Rivera, que tiene en el envés La mujer del pozo, formidable pintura que tiempo atrás también correspondió a un hallazgo.

Ahora los curadores descubrieron para su regocijo que un autorretrato vertical del Dr. Atl en la nieve, visto de perfil, 1938, estaba pintado en el envés de otra obra suya de 1921.

La ficha reza: Nahui Olin: retrato futurista. Carmen Mondragón inició relación con Gerardo Murillo ese año, los objetos que parece explorar son de parecida índole a otras pinturas tempranas de Atl que se exhiben, como El rayo sobre la ola o Amanecer en la montaña, de 1916.

Poco después, el Dr. Atl sintetizaría radicalmente la fisonomía de Nahui en la portada del libro Óptica cerebral: poemas dinámicos, impreso en 1922. Dicha tónica, como la que priva en el estilizado paisaje s.f. Atl color sobre cartón, está pintado en el reverso de un atractivo autorretrato de ella con su amante Lizardo.

Como se recordará, el pintor, vulcanólogo y escritor optó después por la retoma de algún modo clásica del paisajismo mexicano, temática de sus más conclusivas realizaciones, como pudo evidenciarse en la reciente muestra orquestada por Andrés Blaisten en Tlatelolco.

Si se toma como ejemplo una expresión de Xavier Moyssén, autor de un artículo titulado Siqueiros antes de Siqueiros, podría afirmarse que hay un Gerardo Murillo anterior al prototípico y célebre Dr. Atl con todo y sus filiaciones fascistas, que algo quizá pudieron tener que ver con su asimilación temprana del futurismo italiano, como señalaron Olga Sáenz y Jorge Alberto Manrique.

El Dr. Atl está entre nuestros más asiduos fabuladores, por tanto es complicadísimo dirimir esta cuestión o adjudicarla a un cambio de ideología. Nahui Olin a la postre es más personaje que pintora, el Dr. Atl es gran pintor y personaje, pero su pervivencia futura lo es por su categoría de pintor. Destaco no obstante una pieza prodigiosa y excéntrica hasta por el título: El hombre es una molécula con ojos en el engranaje de una mecánica cósmica, que quizá podría situarse aproximadamente hacia las mismas fechas en las que realizó sus esténciles, ¿y qué decir de su Dibujo constructivista en gis, que de constructivista no tiene nada, pero sí de experimento visionario y hasta metafísico?

El interés y las asociaciones que provocan un buen número de las piezas exhibidas es otro hallazgo. Conocemos muy bien y celebramos las máscaras de Germán Cueto, participante en las filas estridentistas, pero no nos es tan conocido como diseñador de implementos, tal y como lo ilustra su diseño para reja de hierro de 1936, obra facilitada en préstamo su nieto Javier Cueto Galán.

Otras de las piezas notables, poco exhibidas antes, son los aereógrafos (1935), con tónica publicitaria muy al día en su momento mexicano por el muralista, grabador y diseñador potosino Francisco Eppens, quien por cierto fue cercanísimo colega y amigo de González Camarena. Solemos recordarlo como el autor de los timbres y de los grabados para billetes de banco, así como por el mural de la Facultad de Medicina, el actual conjunto exhibido ahora lo sitúa en tesitura de la vanguardia mexicana. Hay una pieza suya en crayón sobre papel: Constuctores, que hacia 1940 denota que Eppens había mostrado interés por la obra figurtativa de Fernand Léger.

Otro aspecto analizable está en relación con los procederes caricaturizables evidentes en muchos de los trabajos exhibidos, comenzando por las dos inclementes y cómicas –y por ello estupendas– caricaturas de José Juan Tablada por Miguel Covarrubias. Para que una caricatura surta efecto no sólo tiene que estar cargada como indica el término, sino también provocar la sensación grata que genera el reconocimiento humorístico, aunque este rasgo no es propio de todas las caricaturas ni aun de aquéllas de tinte denostatorio. Podemos asumir que la tinta de Gabriel Fernández Ledezma, El orador, 1932, es una muy buena caricatura, pero desconocemos al sujeto caricaturizado y eso en algo cancela su efecto.

El estilo es similar al de una famosa caricatura de James Joyce en forma de interrogación, firmada por César Abin, que tiene carácter crítico, como también la tiene el dibujo que menciono con la mesa de patas chuecas y los rulos en forma de coma sobre la casi calva cabeza de quien le sirvió de modelo.

Las tintas de Zalce no son caricaturas en tanto abordan situaciones prototípicas, si bien cómicas, como ocurre en los llamados cartoons. Cosa similar puede decirse de los conjuntos de Miguel Prieto, varios de los cuales ostentan la figura del androide Troka, personaje urdido por el otro estridentista de cepa: Germán List Arzubide. Troka es un personaje salvífico en el campo de la ciencia ficción.