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Ver día anteriorJueves 6 de junio de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Los absurdos del Hoy no circula
L

a ingeniera agrónoma Tanya Müller García se está poniendo más exigente. Piensa que todo mundo sabe y puede andar en bicicleta, independientemente de su edad; que es un absurdo que un alto porcentaje de los usuarios particulares viajen solos en lugar de traer a toda la familia y al perro arriba; que hay estacionamientos seguros y gratuitos cerca de las paradas de autobuses, del Metrobús y del Metro; que los automóviles nuevos y seminuevos, con menos de ocho años de antigüedad, contaminan lo mismo y en la misma proporción que los viejos con calcomanía 2 (con más de ocho años de antigüedad); que todos los automóviles, independientemente de la marca, el motor y su edad, deberán dejar de circular por lo menos una vez a la semana, si no, como en Atenas, un día los terminación par y otro los terminación impar.

La señorita Müller García es, para quien no lo sepa, la secretaria de Medio Ambiente del Distrito Federal, la misma que quiere revaluar el programa Hoy No circula (HNC) para imponer más restricciones.

En 1989 –señaló correctamente la funcionaria– inició el programa HNC con la intención de reducir las emisiones vehiculares y la contaminación en la ciudad de México. En aquel año, si mi memoria no me traiciona, el parque vehicular era de un millón y medio de automóviles, en 2009 el doble y hoy es, según ella, de 5 millones 25 mil ( Excélsior, 3/06/13).

El programa Hoy no circula se inició para algunos meses del año en que la contaminación era mayor que en otros. Luego se impuso todo el año, hubiera o no alta contaminación. El resultado fue inmediato: todo aquel que tuvo dinero se compró otro auto con una placa de diferente terminación y así circular todos los días. El número de automóviles aumentó casi de golpe en más de medio millón. Posteriormente inventaron la calcomanía cero y luego la doble cero. Éstas fueron destinadas a los vehículos particulares, nuevos o seminuevos, con menos de ocho años de antigüedad. En paralelo, las agencias de automóviles establecieron créditos, incluso sin intereses, para que la gente comprara un auto nuevo, desde los más baratos hasta los más costosos. Como el transporte público no mejoraba o lo hacía muy lentamente, el que pudo vendió su carro viejo (o lo guardó para tenerlo de reserva) y compró uno nuevo. Por eso vemos circular carros muy viejos y carros nuevos o seminuevos, unos con calcomanía 2, otros 0 y otros 00. Esta última calcomanía es para vehículos con un máximo de dos años de antigüedad. A estas restricciones se añadió el no circula sabatino para calcomanías 2, un sábado para cada color del engomado. No conformes con eso restringieron la circulación a los autos provenientes de otros estados o del extranjero de 5 a 11 de la mañana, salvo para las calcomanías 0 y 00, que no se consiguen en todas partes y menos en Estados Unidos o en Guatemala. Los que vivían en los estados aledaños al DF y tenían que trabajar en éste, compraron carros nuevos. El argumento era que los carros viejos contaminaban 60 veces más que uno nuevo, según se dijo hace un tiempo, antes de que la ingeniera Müller descubriera que contaminan lo mismo.

Según la Dirección de gestión de la calidad del aire del DF ( Reforma, 2/06/13), en la zona metropolitana hay 2 millones 115 mil autos con más de ocho años de antigüedad y 2 millones 151 mil con menos de ocho. Y se añade, en concordancia con lo dicho por Müller, que la contaminación generada por los seminuevos y nuevos es igual que la de los viejos, 50 por ciento cada conjunto. Si esto es cierto, la cosa es más grave. Es una confesión de que el ya antiguo programa HNC fracasó, pues los autos con calcomanía 2 contaminan igual que los doble cero. De aquí que ahora quieren, quizá para el año entrante, restringir la circulación para todos por lo menos un día a la semana. ¿Y los que compramos auto nuevo? Pues lástima Margarito, ahora te jodes. Si de 1989 a 1990 tuvimos que comprar un segundo auto para circular todos los días, con lo cual aumentó el número de carros circulando, pues ahora tendremos que hacer lo mismo, con la ventaja de que por el precio de un auto nuevo puedo comprar dos usados, al fin que todos tendrán la misma restricción porque contaminan lo mismo (¿?).

La adquisición de nuevos automóviles se debe a las medidas del famoso HNC más otro fenómeno también comprobable: el sistema de transporte público y masivo es pésimo en la ciudad, cuya renovación apenas comenzó en 2005, incluyendo el Metrobús. Hay más de 130 mil taxis, la mayoría en mal estado y viejos (sobre todo los piratas), y así les permiten circular. La secretaria de Medio Ambiente ha señalado ( Excélsior, ídem) que los lineamientos que estamos diseñando también buscan que la gente no tenga el incentivo de comprar un vehículo nuevo y obviamente menos uno antiguo, que son los que más contaminan por falta de catalizador. ¿En qué quedamos? ¿No dijo antes que los autos viejos y los nuevos contaminaban por igual, mitad y mitad, razón por la cual los de cero y doble cero tendrían las mismas restricciones que los de calcomanía 2?

Y luego dicen que los mexicanos somos dadaístas.

La secretaria de Medio Ambiente debería saber que no todos podemos usar bicicleta, y menos los que vivimos en Morelos (son más de 50 kilómetros y la mitad de la carretera es de subida), tampoco todos podemos hacernos acompañar de otras personas para viajar a la ciudad o circular en ella: no puedo llevar a mis vecinos, si acaso quisieran, a mi clase en la UNAM; tampoco debo dar aventón a los que se paran en la carretera pues no es seguro como antes, hace 40 años (no estamos en Europa, ingeniera). No puedo viajar en autobús y luego en Metrobús porque no se conectan y porque la terminal de este último está muy lejos de mi centro de trabajo. Pero además, porque no tengo su tiempo para andar de un lado a otro, esperando autobuses y taxis (siempre inseguros en la calle), como si no tuviera nada qué hacer.

No parece buena idea. Tal vez haya que pensar en otras opciones, como por ejemplo, obligar al transporte de carga a que circule sólo de noche pues el número de viajes de carga de vehículos de más de tres toneladas, en horas pico, es cercano a los 400 mil ( Reforma, 3/06/13).

www.rodriguezaraujo.unam.mx