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Bajo la lupa

¿Disimulado G-2 de Obama y Xi?: hacia un nuevo tipo de relación militar-militar

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Xi Jinping y Barack Obama ayer en Rancho Mirage, CaliforniaFoto Ap
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ras haber instituido el espíritu de Chichén Itzá en Yucatán –el diálogo de civilizaciones milenarias china y maya mediante el poder cultural que trasciende la vulgaridad mercantilista–, el mandarín Xi concluyó su asombroso periplo a Latinoamérica y el Caribe, supuesto patio trasero de EU (John Kerry dixit), para acudir a la cumbre del destino con su homólogo Obama en Sunnylands, donde se define el tipo de relación entre las dos superpotencias, una en decadencia (EU) y otra en ascenso (China).

Según China Daily (6/5/13), la cooperación económica, la ciberseguridad y la península coreana están en lo más alto de la agenda de la cumbre informal. Otros asuntos a tratar serán las disputas territoriales en Asia Pacífico y las acciones militares de EU y China en la región.

Ruan Zongze, vicepresidente del Instituto de Estudios Internacionales de China, divulga la serie de nuevas características que han emergido en las recientes relaciones sino-estadunidenses ( China US Focus, 5/6/13) cuando en su charla del 14 de marzo pasado Obama y Xi acordaron establecer un nuevo tipo de relación entre las grandes potencias caracterizada por una asociación cooperativa basada en una competencia saludable (sic) en lugar de una rivalidad estratégica, con el fin de desafiar en un ambiente de desarrollo pacífico el estereotipo histórico de que un país poderoso buscará definitivamente la hegemonía.

El desafío será pasar de los juegos suma cero a una inédita cuan idílica coexistencia competitiva de suma positiva.

Ruan cita al premier chino, Li Keqiang, quien comentó que el vasto océano Pacífico tiene suficiente espacio para acomodar a las dos superpotencias cuando el desarrollo de las relaciones bilaterales en los pasados 40 años mostraron que los intereses comunes prevalecieron sobre las diferencias, por lo que el futuro debería ser testigo de una mayor convergencia de tales intereses. Desde luego, pero EU y China no son los mismos 40 años después. Ruan sugiere que sea de importancia sobresaliente esbozar un mapa de ruta que determine la orientación del desarrollo futuro de las relaciones bilaterales mediante un nuevo modelo de interacción y comunicación.

¿Podrá perdurar en el traspacífico una armónica coexistencia competitiva en la mentalidad darwiniana transatlántica consustancialmente bélica?

De la agenda bilateral, la cooperación económica es la más negociable: la interdependencia de las dos superpotencias geoeconómicas es tal que su colisión hundiría el mismo navío en el que se encuentran”, como acentuó Hillary Clinton, ex secretaria de Estado.

Cuando China dispone ya de la supercomputadora más veloz del mundo que desbancó a EU (RT, 8/6/13), el asunto de la ciberseguridad se ha vuelto una obsesión del gobierno Obama tanto sobre el exterior –en la que acusa al Ejército de Liberación Popular de China de hurtar secretos ultrasensibles y de sabotear sus nodos cruciales– como en el interior, con su escándalo Prisma, donde todo usuario de Google, Facebook, Verizon y Apple somos espiados por el orwellianismo de un Estado ciberpoliciaco global.

Es en referencia a Norcorea donde se ha gestado mayor afinidad de intereses, ya que China ha apretado las tuercas mediante medidas coercitivas al gobierno de Pyongyang para promover la desnuclearización peninsular y la reanudación de las negociaciones con Sudcorea.

Visto así, pareciera, engañosamente, que China está cediendo antes de sentarse a negociar cuando se desconoce cuál será el quid pro quo de EU que no tiene más que conceder parte de su poder hegemónico.

A cada quien su radar. Llama la atención que la prensa británica denote una angustia extrema desde The Financial Times hasta The Economist, que describe en su sarcástica portada el amasiato secreto ininteligible para el resto del mundo entre Obama y Xi: Brokeback mountain / Secreto en la montaña. ¿Se trata de un disimulado G-2 que no se atreve a pronunciar su nombre?

Arvind Subramanian, becario del Peterson Institute for International Economics, conjetura que es muy probable un gran arreglo ( Financial Times, 4/6/13), lo cual requiere que EU ceda algo de su poder omnímodo en el FMI/BM; a mi juicio, muy desahuciados cuando EU ha perdido el control de la OMC, ya no se diga de la FAO, en beneficio del BRICS. Subramanian sueña con que Xi se conformará con las migajas de los organismos internacionales caducos, cuando el nivel de relación alcanzó ya el sensible grado de negociación militar, como expuso el flamante secretario del Pentágono, Chuck Hagel, en su ponencia en el reciente Diálogo de Shangri-La, en Singapur –patrocinado por el IISS, think tank británico–, al ubicar el nuevo marco referencial de la relación bilateral como militar-militar: justamente pa­ra no caer en errores de cálculo y de equivocadas percepciones de las intenciones.

Jamil Anderlini, del Financial Times (6/6/13), rememora que hace cinco años China rechazó la propuesta de un G-2 y juzga que tal idea ha sido adoptada y cambiada tranquilamente con otra marca por Pekín mediante un nuevo tipo de relación entre las superpotencias que significa la copia pirateada (sic) de la propuesta de Obama, lo cual marca un inmenso giro en la forma en que China intentará tratar con el mundo en adelante.

Anderlini conjetura que el peligro del enfoque de China en el exclusivo nexo con EU creará fricciones por doquier debido a que su optimización unilateral a un nivel de relaciones iguales entre las superpotencias ha degradado simultáneamente su vínculo con los demás y juzga que bajo la cosmogonía de un nuevo G-2 inspirado por China, los demás países fuera de EU no son grandes potencias por definición y, por tanto, son desechables (¡supersic!) y pueden ser ignorados. ¿De dónde saca tal cosa Anderlini en la era multipolar? ¿Dónde queda Rusia, en estado de perplejidad frente al G-2 disimulado? ¿Qué advendrá del BRICS? ¿Se gesta un G-2 disimulado con traslapes multipolares y mutidimensionales?

Conclusión: el verdadero desafío consistirá en derrotar el determinismo histórico del surgimiento de una potencia que desplaza a la decadente potencia hegemónica: plasmado en el factor Tucídides (el temor de Esparta ante el ascenso de Atenas que provocó la Guerra del Peloponeso, más de 2 mil años atrás; Bajo la Lupa, La Trampa Tucídides, 3/6/12) y en el ascenso de Alemania que perturbó a Gran Bretaña hace más de 100 años (Bajo la Lupa, El memorándum Crowe, 24/4/13). ¿Quién posee el antídoto para desintoxicar a los belicosos multimedia de EU, a mi juicio, la variable más descontrolada? ¿Podrá la empatía personal de Obama (muy débil internamente, en su ocaso gestionario) y Xi (muy poderoso en el frente doméstico, al alba de su década gerencial) frenar a sus maquinarias frente a las contingencias imponderables? Los factores personales cuentan mucho, pero los factores estructurales de las maquinarias multimediáticas y militares a los dos lados del traspacífico pueden resultar ­indomables.

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