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Ver día anteriorLunes 10 de junio de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Pátzcuaro, Cuitzeo y Zirahuén
E

l estado de Michoacán presumió por muchos años de albergar tres prístinos lagos: Pátzcuaro, Cuitzeo y Zirahuén, que la población local disfrutaba a plenitud igual que los visitantes de la entidad. No está demás señalar que también a sus bosques de oyamel llega puntualmente a fines de octubre una ilustre visitante procedente de Canadá: la mariposa Monarca. Pero al igual que esta viajera enfrenta diversos problemas para sobrevivir, los cuerpos de agua de Michoacán sufren un enorme deterioro. Es un asunto del cual alertaron oportunamente habitantes y los estudiosos de los recursos naturales.

Como respuesta a ese deterioro debido a la deforestación de las zonas aledañas a los cuerpos de agua, a la contaminación y a la extracción desmedida de líquido para diversos usos, las autoridades locales y federales comenzaron a anunciar planes de rescate integral a fin de regresarles su salud ambiental. Así ocurrió, por ejemplo, con Pátzcuaro en el sexenio del doctor Zedillo, con Cuitzeo en el de la señora Marta y el señor Fox, y con Zirahuén en el del becario de Harvard. Sin embargo, todos los reportes oficiales y de los centros de investigación muestran que esos planes no se han cumplido, que el dinero invertido en ellos muchas veces ha sido mal utilizado o desapareció y que la situación de los cuerpos de agua citados empeora.

Así, la contaminación de Cuitzeo es de las más altas que se registran en el país debido a la sobrexplotación, el sobrepastoreo en su zona aledaña que impide la recarga de las corrientes de agua que alimentan al lago, además de aportar sedimentos, causar erosión y deforestación. Y por si fuera poco, no se trata más de la mitad de las aguas negras que recibe. Los sedimentos que le llegan han hecho que sea muchísimo menor su extensión y su capacidad de captación de líquido. De remate, los 25 municipios que forman parte de la cuenca de Cuitzeo y en los que viven más de un millón de personas, le aportan numerosos contaminantes. Hasta metales tan peligrosos para la salud como titanio, vanadio, cobalto, níquel, cadmio, estroncio, plomo y estaño. No hay recursos para resolver el problema.

Para el de Pátzcuaro se prometió a principios de año sanear todas las aguas residuales que van a dar a él, de tal forma que se duplicará el aporte de líquido gracias a una enorme obra de infraestructura. De todas formas, Pátzcuaro (lugar de pescadores en purépecha) ha perdido las últimas cuatro décadas la tercera parte de su capacidad de embalse, y las dos últimas, cuatro metros de profundidad. Las causas de este enorme deterioro: deforestación de la zona lacustre, contaminación, desechos y aguas negras, mal manejo de la agricultura y la ganadería ribereña. Especies locales, como el pez blanco y la akúmara, están en peligro de desaparecer.

Y en cuanto al lago de Zirahuén, su estado empeora pese a que las autoridades ambientales del sexenio del becario de Harvard aseguraron haber invertido 67 millones de pesos para garantizar su limpieza. Entre otras cosas, para levantar pequeñas presas que impidieran su azolve. Sin embargo, cada vez más sus áreas aledañas sembradas de pinos sufren un acelerado cambio de uso del suelo, especialmente para establecer huertas de aguacate (fuente de ingreso muy importante para Michoacán), maíz o frutales. Sin faltar la construcción de casas al pie del lago. Todo ello ocasiona su azolve (de las más de mil hectáreas que tenía hace 40 años, hoy suma 900) y el que esté en camino de perder la belleza de su entorno y la limpidez de sus aguas. Por fortuna, la contaminación por basura y residuos químicos no es todavía grave, pero lo será pronto si no se toman medidas urgentes, como evitar las lanchas de motor para el paseo de los turistas y controlar las aguas negras generadas en la cuenca por las actividades humanas y agropecuarias. En la tarea de preservación han jugado papel clave las comunidades indígenas, interesadas en que el bosque sea el productor más importante del agua que alimenta al lago. Y en que Zirahuén sea por siempre un pequeño paraíso natural en medio de tanta destrucción.

Cuitzeo, Patzcuaro y Zirahuén exigen atención urgente, real, de autoridades y ciudadanía. Y no más promesas.