15 de junio de 2013     Número 69

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Entrevista con Carlo Petrini

“Comer mexicano”, campaña de slow food
a favor de la soberanía alimentaria

Lourdes Rudiño

La malnutrición que deriva en hambre y la malnutrición por comida chatarra son dos caras de la misma moneda de un sistema alimentario que atenta contra la salud, contra la justicia social y contra la felicidad de los mexicanos, y que además genera una situación dramática en el campo, pues los productores sufren y se empobrecen cada vez más al enfrentar la competencia de mucha comida de importación facilitada por el libre comercio y que ha venido destruyendo las economías locales, e incluso la nacional, en un marco donde hay ausencia de soberanía alimentaria.

Esta es la visión del fundador y presidente de movimiento global Slow Food, Carlo Petrini, quien estuvo en México en mayo pasado. En entrevista, observó que mientras en diversas partes del mundo existe una clara reacción de la sociedad de aversión por la comida chatarra, en México “vi una situación un poco distendida, no hay plena conciencia de que este es un problema primario para la economía del país”. En Italia, por ejemplo, desde la escuela hay una educación que induce a los niños ”a comer italiano, a comer productos orgánicos; es toda una movilización muy importante”.

Así, “México requiere una campaña muy fuerte que Slow Food va a implementar en todas las ciudades de este país con el concepto de ‘comer mexicano’, que significa un método de educación alimentaria, que ayude a la agricultura nacional, a los pequeños productores y no a las importaciones”. Y el momento actual es clave: “yo no sabía antes de llegar a México que es el líder mundial en obesidad infantil; esto es un drama, porque cuando empieza en la infancia la obesidad, crea una situación muy peligrosa para la salud. Pienso que nunca más como en este momento es importante intervenir”.

¿Qué es comida lenta?

Slow Food es un movimiento internacional nacido en Italia en 1986 que se contrapone a la estandarización de la comida y a la llamada fast food, y que promueve la difusión de una nueva filosofía del gusto que combina placer y conocimiento por medio de resaltar los valores culturales y nutrimentales de los cultivos y la gastronomía locales. Está presente en 130 países de los cinco continentes. Slow Food impulsa el alimentarse con atención, de manera lenta, valorando la calidad y tomando en cuenta el origen de las materias primas de la comida y las formas de cocinarla. El movimiento congrega a productores, procesadores, comerciantes y gastrónomos que trabajan para comercializar los llamados «alimentos y platos del Arca», en alusión al Arca de Noé. Además, el movimiento, con su Fundación para la Biodiversidad, trabaja en pos de la conservación de la variedad de plantas nativas.

El país, dijo, requiere un cambio de paradigmas; cambios en las políticas públicas que favorezcan la producción y el consumo de alimentos mexicanos, pero también educación, información y movilización de la población, “porque si la gente no toma conciencia, es cómplice de esta situación, y por eso son importantes los movimientos como Slow Food, que trabaja directamente con la gente, sin mediaciones, y quiere realizar un movimiento que puede cambiar las cosas (…) Cuando la gente toma conciencia de que esto (el sistema vigente) es contra su salud, el cambio puede ser más veloz. Y por eso es importante la comunicación, educación, participación, trabajar con la escuela”.

Puntos clave de este cambio serán: crear mucha huerta en la escuela, fortalecer mercados campesinos, realizar una diferente distribución de alimentos, trabajar fortísimamente por la educación de la escuela, fortalecer a las mujeres que poseen el conocimiento de la cocina tradicional. Y también realizar diálogo entre los académicos y la sabiduría tradicional campesina con un respeto igual para ambos, aun cuando la habilidad de comunicación de unos y otros sea diferente.

Destacó en este contexto la urgencia de frenar la siembra de maíz transgénico en campos mexicanos. “El libre cambio permite una invasión del maíz transgénico en México que es el país que tiene el germoplasma del maíz y no está defendiendo con suficiente autoridad a sus razas nativas, que son una riqueza fantástica que todo el mundo debe apreciar y agradecer. Si avanzan aquí lo transgénicos y se destruye la diversidad del maíz nativo será una violencia no sólo hacia nosotros, sino hacia todos los antecesores que por siglos defendieron esta diversidad, y será una injusticia para  las futuras generaciones que llegarán a la vida sin contar con el mismo patrimonio que tuvimos nosotros cuando llegamos a la vida. Esta es una situación de emergencia: cada persona, cada político que no comprende esto puede ser cómplice de una destrucción del medio ambiente y de la biodiversidad, que es un verdadera violencia contra la humanidad”.

Carlo Petrini comentó que en su visita a la Universidad de Oriente (de Gastronomía), en la ciudad de Puebla, observó que “muchísimos jóvenes tienen conciencia de esto, y los jóvenes son el futuro de México y el mundo, y en estos periodos de crisis, el cambio de paradigma es muy importante, esto puede ser realidad cuando los jóvenes lo activan”.

¿Por qué los gobiernos, en este caso el mexicano, permite o alienta el sistema de malnutrición?, se le preguntó. “No tiene conciencia de la gravedad de la situación. Piensa que todo eso es una economía normal, y no es verdad, es una economía de violencia. Necesita trabajarse mucho con los políticos, para que comprendan que esta es una cosa muy muy importante. Es un trabajo de información y también un trabajo político, pienso que (la toma de conciencia) llegará con más velocidad a los jóvenes que a los políticos”.

Unir productores con consumidores

Una de las estrategias más importantes de Slow Food a escala internacional es conectar a productores con consumidores –a estos últimos los denomina “coproductores”-; por ello, en la visita a México de Carlo Petrin, representantes de este movimiento global acudieron a mercados caracterizados como orgánicos y justos, a fin de animarlos integrarse a su Red de Mercados de la Tierra.

Andrea Amato, coordinador de Slow Food en México, Centroamérica y El Caribe desde la oficina central del movimiento en Bra, Italia, participó en estas visitas. Abordado durante su recorrido por el Mercado El Cien, en la colonia Roma de la Ciudad de México, señaló que es fundamental fortalecer el contacto de productores con consumidores, y el “mercado” es clave. “En Italia se estaban perdiendo los mercados campesinos; se estaban transformando en algo únicamente de revendedores; por ello Slow Food desarrolló el proyecto Mercados de la Tierra, donde participan solamente productores locales en un radio de 40 kilómetros y el mercado se transforma en un lugar de confianza, de cultura, de valor y no sólo de precio, donde la gente se reúne, ya sabe que encuentra sólo productos buenos, limpios y justos, donde se hacen actividades culturales, donde hay música, se realiza lo que para nosotros es una verdadera comunidad del alimento”.

Productores y consumidores resultan así un grupo de gente que se encuentra, comparte visiones objetivos, intercambia alimentos y cultura.

Además del Mercado El Cien, Slow Food está buscando que el Tianguis Comida Cercana, de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, se una a la Red de Mercados de la Tierra, “para compartir más los objetivos, dales visibilidad y trabajar como una red amplia de Terra Madre”.

Otra tarea en marcha de Slow Food, dijo, es la creación de una red de jóvenes mexicanos, “porque vemos que los jóvenes son los activistas y los consumidores también; las personas que van a tomar las decisiones futuras”. Ya en Europa existe la Slow Food Youth Network. “Los jóvenes tienen un enfoque contra el desperdicio de alimentos, para unir productores con consumidores; tienen la posibilidad de concientizar a los consumidores sobre el consumo local”.

También Slow Food prevé desarrollar “una campaña viral para comer mexicano, para que los mexicanos puedan sentir el orgullo y la importancia económica y social de comer lo mexicano, lo poblano o lo chiapaneco... Queremos, por medio de una estrategia de comunicación, explicar sencillamente por qué comer lo mexicano y no comer lo de las trasnacionales. Lo estamos definiendo”.

Andrea Amato destacó que un mensaje importante de Carlo Petrini en México fue dirigido a los jóvenes estudiantes de gastronomía. “Les dijo que la gastronomía no es pura técnica, no es cortar alimentos; es una ciencia holística, que quiere decir ocuparse de la vida de los productores, de la sociedad, de la economía, de la historia, de la ciencia política, de los problemas políticos de acceso al agua y a la tierra. Les dijo que si no hay respeto para los agricultores y si no hay una visión holística no se puede ser chef, sino alguien que corta alimentos, pero eso es otra cosa. Dijo: ‘si no hay la dignidad en el campo, la mesa no puede ser feliz, y un gastrónomo que no es ecologista es estúpido y un ecologista que no es gastrónomo es triste’”.

 
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