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Los jóvenes, la ciencia y el agua
U

na simple idea, por insignificante que parezca, puede cambiar al mundo. Con esta frase, Clarissa, de 17 años, concluyó su mensaje. Ella, junto con dos de sus compañeras, Doryan y Julisa, con apenas 16 años de edad, habían logrado su sueño: viajar a la ciudad de México para recibir el reconocimiento por su trabajo científico. Dos años antes, las adolescentes habían iniciado un estudio con la ayuda de una de sus maestras, la bióloga Esthela Olguín Gálvez, del Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos (CECT) del estado de Hidalgo, con el fin de evaluar el posible papel del mucílago del nopal (baba), para la obtención de agua potable, investigación con la que ganaron el primer lugar del Premio Nacional Juvenil del Agua, que recibieron la semana pasada en una ceremonia realizada en el Museo de Ciencias Universum de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Tuve la oportunidad de asistir a esa ceremonia y quedé emocionado y conmovido. Las tres jóvenes subieron al estrado a recibir su premio con la frescura y belleza que caracteriza a las jóvenes de nuestro país, vestidas con uniformes y zapatos blancos y un suéter gris, como enfermeras, luego me enteré que esto se debía a que una de las opciones terminales en su escuela es precisamente la de técnico en enfermería. La directora de la preparatoria, me confió que a ese plantel asisten los hijos de familias con muy bajos recursos económicos.

El trabajo de Clarissa Camargo Tapia, Doryan Brenda Calleja López y Julisa Guadalupe Lugo Pacheco, se realizó en el Valle del Mezquital, en Hidalgo, que al igual que otras regiones de nuestro país, enfrentan en la actualidad serios problemas en el abastecimiento del agua. El título de su proyecto Extracción y purificación del mucílago de nopal y su efecto coagulante y floculante para la obtención de agua potable disponible para todos encierra desde luego una parte técnica, pero lleva un mensaje generoso y claro: lograr que el agua limpia esté al alcance de toda la población.

Bajo la dirección de su maestra, las estudiantes del CECT tomaron muestras de agua de tres fuentes diferentes: pozo, manantial y de la llave, en las que realizaron estudios fisicoquímicos y bacteriológicos, encontrando en todos los casos una elevada contaminación con sodio y sólidos totales por encima del límite máximo permisible. También detectaron arsénico, fluoruros y plomo. En los exámenes bacteriológicos hallaron coliformes totales y fecales por arriba de los límites permisibles para el consumo humano.

Las tres jóvenes emplearon un método para la extracción, purificación y deshidratación de la fibra insoluble del nopal o baba (mucílago en polvo) y realizaron las pruebas en las diferentes muestras de agua, utilizando diferentes concentraciones del mucílago. Al realizar las pruebas correspondientes de pH, remoción de sales, turbiedad, metales pesados y bacteriológicos, los resultados mostraron la obtención de agua potable, cuya calidad es compatible con la que determina la Norma Oficial Mexicana (NOM-180-SSA1-1998).

Al finalizar la ceremonia pude hablar con Doryan, una de las galardonadas y con su abuelo, el señor Juan López Medina, quien hizo el viaje con ella a la capital del país para acompañarla a recibir el premio. Don Juan es un hombre joven y al mismo tiempo viejo, con la mirada y las manos curtidas por el Sol y las faenas en el campo. Al preguntarle qué sentía de ver a su nieta recompensada por ser aplicada en sus estudios, se quejó con una sonrisa de que ella antes era más dedicada, pero sus ojos no podían ocultar el orgullo por el logro de la joven.

En una parte de la conversación el abuelo me relató que en la actualidad él se había ido a vivir a la casa donde viven su nieta y su hija en el municipio de Actopan por un problema familiar. Al preguntar de qué se trataba –cosa de la que luego me arrepentí– Doryan me dijo que su abuela tenía una enfermedad incurable (esclerosis lateral amiotrófica) y de inmediato le comenzaron a brotar las lágrimas…

Las jóvenes ganadoras del Premio Nacional Juvenil del Agua, recibieron el diploma correspondiente de manos del embajador de Suecia en México, Jörgen Persson, y del presidente de la Academia Mexicana de Ciencias, José Franco. Ahora representarán a México en el Stockholm Junior Water Prize 2013, que se celebrará el próximo septiembre en Estocolmo, Suecia, en el que su proyecto competirá con los de estudiantes de todo el mundo.

Cuento todo lo anterior, pues lo logrado por estas tres estudiantes es una muestra de la gran capacidad, talento y dedicación de los jóvenes mexicanos para emprender proyectos científicos. Muestra además que hay maestros en nuestro país capaces de guiar a sus alumnos para buscar soluciones ante problemas de gran envergadura como el del agua, y que ese talento puede ser estimulado en todos los rincones de México si se cuentan con las políticas y se destinan los recursos para ello.

Como el abuelo de Doryan, todos los mexicanos debemos sentirnos orgullosos de estas tres brillantes jóvenes hidalguenses.