Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 23 de junio de 2013 Num: 955

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

El vicio impune
de la lectura

Vilma Fuentes

Rilke: el resistir
lo es todo

Marcos Winocur

Intelectuales públicos
y telectuales

Rafael Barajas, el Fisgón

Los redentores neoliberales
Gustavo Ogarrio

La última voluntad
de Pirandello

Annunziata Rossi

Estado de antisitio
Nanos Valauritis

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Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La poesía y su geografía

Jair Cortés


Estaciones bajo el volcán.
Antología de la reciente poesía morelense,

Ricardo Venegas (coordinador),
Ediciones Eternos Malabares/INBA-Conaculta-SEP/Secretaría
de Cultura de Morelos,
México, 2013.

Siempre polémicas, las antologías son necesarias para contextualizar la producción poética de un momento en una geografía determinada. La mejor antología la hace el tiempo, sin duda, pero es necesario ayudarle de vez en cuando. Con estas intenciones se publica Estaciones bajo el volcán. Antología de la reciente poesía morelense, coordinada por el poeta y ensayista Ricardo Venegas  (publicada con el apoyo del programa Proyectos de Inversión en la Producción de Obras Literarias Nacionales). En su luminoso prólogo, Sergio Mondragón nos dice que “la crítica de la realidad comenzó en Morelos mucho antes de Lowry, bajo variadas formas, y ha dejado lecciones ejemplares, todo un legado moral”. Estaciones bajo el volcán reúne a trece poetas, ordenados según su fecha de nacimiento, permitiéndonos valorar, en una visión de conjunto, cuáles son las trayectorias que ha seguido la poesía escrita en Morelos por sus autores más destacados: Rocato (1950), Javier Sicilia (1956), Gustavo Martínez González (1961), Norma Abúndez (1964), J. D. Victoria (1969), Kenia Cano (1972), Ricardo Ariza (1973), Ricardo Venegas (1973),  Armando Alonso (1974), Itzel a. Sosa (1977), Eduardo Estala Rojas (1980), Elizabeth Delgado (1981) y Alejandro Campos Oliver (1983). Estaciones bajo el volcán es una muestra variada de autores cuya poesía trasciende cualquier territorio, como son los casos de Javier Sicilia “En el silencio está el principio/ y en la palabra el fin y viceversa:/ así en el silencio se mueve en lo oscuro/ y oscuro es el dios,/ oscura su presencia”; Kenia Cano: “A veces hay que recortar la vida/ y pegarla en un cuaderno/ para dejarlo olvidado por ahí/ como tijeras en un salón de clases”; o Ricardo Venegas: “he visto la ira desbandada sobre el aire,/ la infancia recorrida con el cuerpo roto/ bajo el cielo prendido del canto triste de una tarde”. También las voces más jóvenes aparecen con sus propuestas, como Eduardo Estala Rojas: “El mundo/ es para los que abren los ojos/ cada mañana/ también para los que duermen/ pero no todos saben/ si están dormidos o despiertos”; Itzel a. Sosa: “y al borde siempre/ al borde/ el vuelo nos precede/ el vuelo es suyo/ es suyo lo que existe”, o Alejandro Campos Oliver: “ Fuego de láudano/ horas de hojas repetidas/ como palmeras en altísimos ritmos brotan/ retumban tambor de lumbre”.

Estaciones bajo el volcán nos da noticia de las múltiples temáticas y formas que ha tomado la reciente poesía morelense en las últimas dos décadas, ofrece al lector una reunión de poemas que dialogan entre sí y que exploran, por medio de la palabra poética como único asidero, el mundo y la vida desde un estado que existe entre el paraíso y la guerra.


El entorno como referencia

Ricardo Guzmán Wolffer


La relación hombre-naturaleza,
Brígida Von Mentz (coordinadora),
Siglo XXI Editores,
México, 2012.

¿Cómo entender la naturaleza cuando se le deja de lado y se toma al hombre como centro referencial? Sobre esta pregunta, que implica una referencia equivocada, se pueden derivar muchos análisis. Algunos de ellos aparecen en el libro que comento, a partir de ocho ensayos de sendos autores que trabajan en México, donde se habla de esa relación hombre-entorno para efectos terapéuticos, desde la perspectiva económica y social, reflexiones prehispánicas, cómo se decanta al lenguaje, el temazcal como muestra cultural, las consecuencias del conocimiento y más.

Cuando hablamos de la naturaleza no puede dejarse a un lado la diferencia que suele hacerse entre quienes la habitamos y lo que nos rodea, cuando es claro que formamos parte de ella y que, por más que las intenciones humanas insistan en su manejo, apenas somos modificadores de ciertos cursos que la naturaleza toma, nos guste o no. De las partes más a la mano, está la búsqueda de remedios en la naturaleza. Se analiza cómo vivimos a base de experiencias, sobre las propiedades curativas de casi todas las plantas y cómo se diferencian conceptualmente de los medicamentos o de las terapias contemporáneas, teniendo como contrapartida ese saber de siglos, especialmente documentada en las culturas prehispánicas. Como muestra, se desglosan los baños de temazcal que en muchas partes de la República siguen siendo usados para curar muchas dolencias, entre las que destaca la más común: el estrés. En el espacio medicinal, es evidente que, en esta sociedad donde es necesario tener más para ser más, o al menos así se venden muchos productos, las medicinas no dejan de estar fuera de tal concepción, y el uso de medicinas genéricas nos habla de un estrato social, económico y cultural diverso de quienes insisten en comprar medicinas de marca o quienes prefieren las medicinas alternativas, les sirvan o no. Ni hablar del poder económico de los laboratorios.

Al final, estos textos sobre la naturaleza no dejan de ser una reflexión sobre cómo abordar la ciencia y su manejo. Pero también sobre esa extraña separación conceptual que tiene siglos, donde se busca estudiar por una parte la naturaleza y por otra lo social. Como si no fuera evidente que no son ajenas. Un ejemplo inmediato en nuestro país es la forma en que se hacen los asentamientos humanos dependiendo de las vías de comunicación o de las zonas donde hay espacio para habitar, incluso en cuevas o al margen de ríos.

Los propios científicos de los ensayos plantean la necesidad de revisar esa dicotomía conceptual, que puede servir para ciertos estudios, pero que deja a un lado la visión general de muchos fenómenos. La necesidad de vincular el conocimiento científico con las demás disciplinas humanas se desprende de estos ensayos.

Un texto de interés para especialistas, pero también para quienes buscan comprender el problema de cómo estudiarnos desde y hacia la naturaleza.



Julian Assange. Autobiografía no autorizada,
Julian Assange,
Los Libros del Lince,
España, 2012.

Canongate Books, editor original del libro, aclara pertinentemente la razón de que en el título aparezca ese “no autorizada” que, por lo demás, sólo acrecienta el interés –de suyo elevado– que ha suscitado, a nivel mundial, el relato completo del quién, los cómos y los porqués de WikiLeaks, ese fenómeno global imprevisto y anticanónico, incomodísimo para el poder e irreverente y, en el mejor y más amplio sentido de la palabra, revolucionario. Preparado durante el transcurso del primer semestre de 2011, es decir tras el estrangulamiento financiero que trató de acallar las explosivas denuncias de WikiLeaks, y al mismo tiempo antes del proceso jurídico que hoy en día mantiene a Assange en calidad de refugiado en la embajada ecuatoriana en Inglaterra, el libro fue llevado a la imprenta cuando aquél estaba sujeto a un arresto domiciliario. La vigencia, la urgencia y la relevancia de esta autobiografía están, pues, fuera de toda discusión.