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Su cercanía, 15 años antes de fundar el PAN: hijo del ex secretario de Educación

Nada que ver con el nazismo, la influencia de José Vasconcelos sobre Gómez Morín

Admite que el político expresó su simpatía por Alemania durante la Segunda Guerra Mundial

 
Periódico La Jornada
Lunes 24 de junio de 2013, p. 12

La influencia que mi padre, José Vasconcelos, tuvo en Manuel Gómez Morín no tiene nada que ver con el nazismo, porque la relación entre ambos surgió más de 15 años antes de que éste fundara el Partido Acción Nacional (PAN) y es muy anterior al papel que el nacional-socialismo jugó en México, afirma el embajador Héctor Vasconcelos.

A propósito del ensayo de Rafael Barajas El Fisgón sobre la raíz nazi del PAN (publicado en La Jornada Semanal del 9 de junio), el diplomático y también miembro del Consejo Consultivo del Movimiento de Regeneración Nacional da cuenta del gran aprecio que se tenían su padre y Gómez Morín, y las circunstancias que llevaron a su progenitor a sentir simpatía por Alemania durante la Segunda Guerra Mundial.

Recuerda que ambos personajes convergían en el respeto al voto y al maderismo. Incluso mi padre había sido colaborador de (Francisco I.) Madero; para ellos era el héroe, aunque tiempo después Vasconcelos y Gómez Morín discreparon en cosas estratégicas e ideológicas.

Entre éstas, por qué Gómez Morín colaboraba con el gobierno que impidió democratizar a México en aquella época, y luego, al impulsar la creación del PAN, ante lo cual “mi padre le decía: ‘Usted lo único que va a lograr es ser comparsa del régimen; usted los va a legitimar’”.

Desde su oficina en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde es asesor, Héctor Vasconcelos explica que uno de los más grandes errores de su progenitor, ex secretario de Educación, fue dirigir la efímera revista Timón, abiertamente simpatizante de la Alemania nazi.

“Mi padre muere cuando yo tenía 14 años, pero alcancé a preguntarle sobre ese periodo de su vida y me dio dos explicaciones: uno, que los peores crímenes del nazismo empezaron a mediados de la guerra, específicamente cuando en enero de 1942 se decide echar a andar el exterminio de los judíos con la llamada Solución final (la revista Timón es de 1940); y dos, que en aquella época, a diferencia de ahora, las noticias tardaban meses y a veces hasta años en llegar.

Cuando en México se empezaron a oír las atrocidades nazis, ya hacia finales de la guerra, surgió otro problema: creyeron que era propaganda estadunidense-británica y mi padre era profundamente antiyanqui; tenía una desconfianza profunda de todo el mundo anglosajón. Decía que las evidencias (de esas atrocidades), fotografías y películas, empezaron a llegar al final de la guerra, en 1945.

El diplomático también explica el viraje que su padre dio hacia la derecha en los años 30, que se conjugó con su acción antiestadunidense.

“Creo que después de la campaña de 1929 (cuando fue candidato presidencial) entró en una profundísima crisis sicológica ante la forma en que fue combatido por el régimen del naciente Partido Nacional Revolucionario (PNR).

Desarrolló una aversión en contra de todo lo que fueran movimientos revolucionarios e izquierdistas, entre comillas, y ahí empieza a virar hacia la derecha, lo cual a mí me parece la peor tragedia de su vida. Creo que esto fue una catástrofe personal, un increíblemente desafortunado desarrollo sicológico, porque él se podría haber mantenido en oposición al régimen, pero sin girar a la derecha. Además de cariño, siento una inmensa admiración por el Vasconcelos anterior a 1930, pero deploro intensamente su viraje conservador de los años 30.

Héctor Vasconcelos pone en perspectiva histórica este controvertido periodo en la vida política de su padre: en aquella época, en toda América Latina había una extendida germanofilia, producto de la recuperación y desarrollo alemán a partir de 1933, cuanto toma el poder Adolf Hitler, tras el estado de desastre y derrota que tuvo esa nación después de la Primera Guerra Mundial. Además de que se veía a ese país como un contrapeso global al poderío estadunidense.

Lo que quiero decir es que la germanofilia era algo que existía no solamente en México, sino en toda América Latina. Aquí, claro que los grupos de ultraderecha, como los sinarquistas, la vieja derecha mexicana que venía del siglo XIX y que se había opuesto a las leyes de Reforma de (Benito) Juárez, a los liberales, a la Revolución Mexicana, a la Constitución del 17, empezaron a simpatizar también, esos sí, con la ideología nazi.

En este contexto, no cree que entre los fundadores del PAN “hayan sido tan nazis, en el sentido de haber adoptado una a una las premisas que Hitler expone en Mein Kampf (Mi Lucha), pero sí había vasos comunicantes. Creo que toda postura de derecha está emparentada con el nazismo, así sea indirectamente, y considero al nacional-socialismo como la mayor aberración en la historia de Occidente.

Coincide con Bernardo Bátiz en que había más vertientes que sólo los “filonazis, digámoslo así (La Jornada, 17 de junio). Había ciudadanos que creían en determinados valores, que por cierto no comparto: por ejemplo, el catolicismo. Había esa corriente católica, derechista, anticardenista, pero no necesariamente pronazi”.

A Gómez Morín, en particular, Vasconcelos lo recuerda como un hombre muy singular, con enormes méritos, como haber fundado instituciones como el Banco de México, y con una clara lucha por los valores democráticos, primero con mi papá en 1929, como tesorero de su campaña presidencial, y luego ya su propia lucha porque en México hubiera una diversidad de partidos.