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François Jacob (1920-2013)
E

l pasado abril, a los 92 años de edad, murió François Jacob uno de los más célebres investigadores franceses en el área de la microbiología y la biología del desarrollo. Junto con André Lwoff y Jacques Monod fue distinguido con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1965. Nació en la ciudad de Nancy al noreste de Francia en 1920; posteriormente se trasladó a París donde cursó sus estudios básicos en el Lycée Carnot para después estudiar medicina con la intención de ser cirujano. Desafortunadamente su carrera se vio interrumpida en junio de 1940 a causa de la Segunda Guerra Mundial. Idealista y comprometido con la resistencia se unió al Ejército de Liberación francés, en el cual fue asignado al norte de África para combatir a las fuerzas nazis; en 1944 sufrió una terrible herida que lo mantuvo un año en el hospital, donde meditó sobre los aspectos filosóficos de la guerra y la condición humana, ideas que fueron plasmadas en una obra autobiográfica titulada La estatua interior (La statue intérieure, 1986). Participó también en el desembarco de Normandía, por lo que le fue otorgada la Croix de la Libération, máxima condecoración militar que otorga el gobierno francés.

A causa de las heridas no pudo conseguir su ideal de ser cirujano, pero su interés por la biología lo condujo al Instituto Pasteur, donde en 1950, después de un año de solicitudes de ingreso, fue aceptado en el laboratorio dirigido por André Lwoff para realizar investigaciones sobre la biología celular y genética de bacterias y bacteriófagos. Él mismo cuenta que sus conocimientos eran nulos en estos temas, pero la emoción y la atmósfera de un laboratorio de investigación donde se fomentaban intensas y constantes discusiones científicas lo cautivó por el resto de sus días.

François Jacob comentó que lo más emocionante para él era sentir la necesidad de levantarse y correr al laboratorio para observar y analizar los resultados del día anterior. Con base en sus investigaciones en 1954 obtuvo el grado de doctor en ciencias por la Sorbonna. En 1960 fue nombrado jefe del Departamento de Genética Celular del Instituto Pasteur y en 1964 ingresó al Collège de France, fundado en 1530, institución de enorme prestigio académico, similar al Colegio Nacional en nuestro país.

Durante esos años François Jacob se especializó en comprender los diversos procesos genéticos en bacterias y bacteriófagos, así como el efecto de mutaciones a nivel bioquímico en estos organismos. Junto con Jacques Monod disectó los mecanismos genéticos relacionados con la transferencia de información genética y diversas vías de regulación al interior de la célula bacteriana. De todos estos estudios se derivaron nuevos conceptos como los ARN mensajeros, la regulación génica y las proteínas alostéricas. Sin duda, la mayor contribución de su trabajo de investigación fue proponer los modelos del replicón y el operón, este último un modelo que predijo la existencia de genes cuyos productos peptídicos (proteínas) tienen como única función la de regular la expresión de otros genes. Fue gracias a estos descubrimientos que junto con Lwoff y Monod fue distinguido con el premio Nobel.

Recientemente Mark Ptashne, un reconocido investigador americano, comentó que François Jacob tenía la excepcional habilidad de visualizar conexiones y proponer analogías donde otros investigadores sólo constataban fenómenos no relacionados y así pudo descubrir fenómenos biológicos de gran importancia. Esto parece ser un don recurrente de los científicos excepcionales y convierte a Jacob en uno de esos investigadores en los que el dominio de las bases teóricas y un cuidadoso diseño experimental eran lo más importante para abordar una pregunta científica.

En el libro Hommes de Sciences (editado por Hermann), que me fue obsequiado por su autor, Marian Shmidt, fotógrafo y matemático polaco, amigo y colega de mi hermano el matemático Sevín Recillas. Marian realizó una serie de entrevistas a varios científicos y premios Nobel franceses acompañado de fotografía selectas. En esta obra François Jacob comenta que en el trabajo científico lo más importante es la calidad de nuestras observaciones y la imaginación, y que la ciencia evoluciona cuando se examina y analizan ángulos inéditos de un problema científico, sin limitar su imaginación pero siendo muy críticos con sus observaciones. Por otra parte comenta que la necesidad de generar nuevas y más sofisticadas tecnologías son justificables, pero que la visión industrial y comercial de la investigación científica es contraria al espíritu de la ciencia y que la competencia por el conocimiento tiene sus límites.

En una segunda etapa de su carrera científica, François Jacob quiso trasladar parte de sus conocimientos e intuición científica al campo de la biología del desarrollo, tomando como modelo las etapas tempranas del desarrollo del ratón. Fue justamente en esta etapa de su vida que tuve el privilegio de conocerlo. Fue en 1988, cuando cursaba mis estudios de doctorado justamente en el Instituto Jacques Monod en París, cuando mi asesor de tesis Klaus Scherrer me presentó a François Jacob. Fue en el contexto de una cátedra organizada por el Collège de France situado en pleno Cartier Latín, a un costado de la Sorbonne, donde durante varios meses revisamos los aspectos más modernos de la biología del desarrollo en distintos organismos modelo, y con la participación de destacados investigadores. El simple hecho de ingresar a ese recinto, tan elegante y solemne, me llenaba de alegría y motivación. François Jacob me transmitió una sensación de tranquilidad y de inspiración científica invaluables para mi carrera científica.

La pérdida de un ser humano y científico como François Jacob me hace reflexionar en nuestra condición humana y desde la perspectiva científica me hace cuestionar los métodos, estrategias y objetivos de la ciencia actual. Jacob y Monod, como otros científicos y humanistas de su época, favorecieron el conocimiento, la cultura e ideales políticos sobre cualquier otro aspecto. Considero que en honor a esto grandes científicos tenemos que reflexionar de qué manera podemos regresar a una investigación científica donde se privilegien las ideas y la necesaria tranquilidad para desarrollarlas.

* Investigador del Instituto de Fisilogía Celular de la UNAM