Opinión
Ver día anteriorMiércoles 10 de julio de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Involución emocional del ser humano
I

ncreíble y difícil de comprender que en la segunda década del siglo XXI y en contraste con los inmensos avances en ciencia y tecnología, el ser humano dé pasos gigantes hacia atrás en su naturaleza.

Mientras la ciencia y la tecnología evolucionan y avanzan de manera continua, los seres humanos caminamos en paralelo involucionando emocionalmente.

La violencia sectaria, el machismo y la misoginia cobran cada vez más fuerza en nuestros días. En pleno siglo XXI ser mujer es todavía un desafío. Aún existen lugares donde es una moneda de cambio, se comercia con su vida, se le mutila, se le viola, se le casa siendo una niña; incluso, se le asesina por deudas de honor ante los ojos impasibles del mundo entero.

Existen amplios sectores en el mundo occidental, que experimentan un franco retroceso en su concepción de cómo debería ser la vida. Sectores que son incapaces de aceptar diferencias razonables respecto de preferencias e ideologías. Mientras en muchos países se está aprobando el matrimonio homosexual, en contraste, parte de su población sale a la calle a manifestarse en contra de algo tan elemental, cuando debiera haber una mente más abierta para aceptar las diferencias y el derecho de cualquier ser humano a ser igual y tener los mismos derechos ante la ley.

Realmente nuestra supuesta evolución espiritual se encuentra en etapas muy primitivas a juzgar por los hechos. La violencia, en todas sus manifestaciones, se encuentra a la orden del día y se va perdiendo el ingenio y la creatividad en los jóvenes de nuestro tiempo.

Ideas obsoletas de mentes obtusas cobran fuerza cada día, resurge no sólo la homofobia, sino en la misma escalada el racismo, el odio, el machismo, la misoginia, la pornografía infantil, la pedofilia y el abuso.

En abril pasado se publicó un artículo en la revista científica Tendencias genéticas, en el que se asevera que el hombre está perdiendo capacidad intelectual y emocional a causa de rápidas mutaciones genéticas que la forma de vida de la sociedad moderna es incapaz de corregir. El científico que lo escribió, el profesor Gerald Crabtree, director del Laboratorio de Genética de la Universidad de Stanford en California, afirma que si un ciudadano promedio de Atenas del año 1000 aC apareciera en nuestra sociedad repentinamente sería considerado un intelectual brillante, con una excelente memoria, una amplia gama de ideas y una visión lúcida sobre cosas importantes que se le plantearan. Además, asegura que sería una persona muy estable emocionalmente. Y opina lo mismo respecto de los habitantes de Asia, África, India o América de hace dos, o quizá, seis mil años.

La base de su argumento proviene de los nuevos avances en genética, antropología y neurobiología, que hacen una predicción clara de que nuestras capacidades intelectuales y emocionales son, desde el punto de vista genético, sorprendentemente frágiles.

Una comparación de los genomas de padres y niños ha revelado que hay entre 25 y 65 nuevas mutaciones produciéndose en el ADN de cada generación. Esto es debido al relajamiento de la selección natural, derivado de la mejora gradual en las condiciones de vida de la especie humana, misma que va unida a una sucesión de pequeñas mutaciones en los genes, lo que mermará nuestras facultades intelectuales hasta tal punto, que dentro de unos tres mil años nuestros descendientes experimentarán serias dificultades para resolver una suma.

Crabtree ha presentado la idea de que la inteligencia humana alcanzó su pico hace varios miles de años y desde entonces se ha venido produciendo un descenso lento en nuestras capacidades intelectuales y emocionales. Asimismo, agrega: Aunque estemos rodeados de ventajas tecnológicas y beneficios médicos de una revolución científica, estos han ocultado una subyacente disminución en el poder cerebral que va a continuar en el futuro conduciendo al último embrutecimiento de la especie humana.

El argumento de Crabtree se basa en el hecho de que en más de 99 por ciento de la historia de la evolución humana hemos vivido como comunidades de cazadores-recolectores, sobreviviendo con base en nuestro ingenio. Sin embargo, desde la aparición de la agricultura y las ciudades, la selección natural en nuestro intelecto se ha detenido y se han acumulado mutaciones en los críticos genes de la inteligencia.

En todo caso, es posible que esta polémica teoría explicara nuestro comportamiento irracional y nos plantea si la especie humana está condenada a la decadencia intelectual y heredará a sus descendientes la incapacidad de utilizar la tecnología que le hereden sus antepasados.

Interesante planteamiento. La polémica queda sobre la mesa.

* Médico familiar de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco