Sociedad y Justicia
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Presentan en la UdeG el libro Genética, ambiente y salud

Antes de satanizar, hay que aprender a usar agroquímicos

Unas 95 mil toneladas son liberadas cada año, calculan investigadores

Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 18 de julio de 2013, p. 42

Guadalajara, Jal., 17 de julio.

Unas 95 mil toneladas de agroquímicos son liberadas cada año en México, de acuerdo a cálculos de investigadores de la Universidad de Guadalajara (UdeG), Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Centro de Investigación y Asistencia Tecnológica de Jalisco y la Universidad Autónoma de Guadalajara, entre otros, quienes presentaron hoy el libro Genética, ambiente y salud.

Enrique Pimienta Barrios, jefe del departamento de Producción Agrícola del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de la UdeG, indicó que a ciencia cierta se desconoce la cantidad exacta de agroquímicos que se utilizan debido a la falta de estadísticas y de fuentes confiables, pero es un hecho el abuso que se hace de plaguicidas, herbicidas y fungicidas.

El investigador dijo que en cultivos como el maíz suelen utilizarse 2.5 de kilógramos de plaguicidas por hectárea, cuando en hortalizas se requieren 3.5 kilogramos por hectárea.

Hay agroquímicos que a temperaturas por encima de mil grados centígrados no se destruyen. Algunos penetran a nivel celular. ¿Cómo se va a quitar el producto a las células una vez que penetró en el fruto?, inquirió.

Indicó, asimismo, que no se trata de satanizar a los agroquímicos, sino de buscar un uso adecuado y eficiente para reducir los riesgos que se pueden generar por su consumo a través de los productos del campo.

Pimienta Barrios dijo que no existe una cultura de la verificación de los efectos que ocasionan los agroquímicos y su seguimiento.

El investigador de la UdeG y coordinador del libro, Carlos Álvarez Moya, acusó que en la zona norte del país hay indígenas que están expuestos directamente a los pesticidas por la fumigación de la hoja de tabaco.

Los indígenas no usan nada para protegerse, incluso mezclan la solución con la mano. Limpian los frascos que usaron y ahí vierten el agua que después beben, cuando hay químicos que pueden interactuar por su naturaleza hidroquímica con los plásticos y quedarse impregnados, advirtió.

Los daños que pueden producir algunos agroquímicos son envenenamiento directo, problemas genéticos, pero la falta de seguimiento impide conocer si se derivan disfunciones celulares que luego pueden ocasionar cáncer.