Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 21 de julio de 2013 Num: 959

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Vicente Leñero en
sus ochenta años

José María Espinasa

María del Mar y el Movimiento Agorista
Evangelina Villarreal

Luis Javier Garrido: universitario ante todo

Roger von Gunten,
color y naturaleza

Allá y aquí
Bernard Pozier

La lectura como traducción
José Aníbal Campos entrevista
con Carmen Boullosa

Provincia griega d.c.
Panos Thasitis

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Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Cinexcusas
Luis Tovar


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Jair Cortés
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David Shook: palabras como obsidianas

Ezra pound afirmaba que el conocimiento poético “no se puede adquirir sin el conocimiento de varias lenguas”. La sustancia de la poesía nutre todos los idiomas, les da movimiento, los enriquece y potencializa sus propiedades. Este principio ha sido aplicado a lo largo de la historia por muchos poetas que, al traducir a otros autores, ponen en circulación las voces poéticas provenientes de distintas latitudes verbales enriqueciendo la tradición literaria universal. En estos “intercambios” surgen nuevas dinámicas: influencia recíproca entre idiomas que se refleja en la construcción de nuevas obras y nuevos lectores. Entre los muchísimos casos menciono el de David Shook, quien es poeta, traductor y cineasta. Nacido en Texas, y residente en Los Ángeles. Shook ha traducido al inglés a autores como Mario Bellatin, Tedi López Mills, Vasily Kamensky, Hugo Hiriart, Eduardo Lizalde, Francisco Hernández, Raúl Rivero, Víctor Terán, Marcelo Ensema Nsang, entre otros, abordando idiomas como el español, zapoteco, ruso, náhuatl, francés y portugués. Esta aventura lingüística se ve reflejada en su poesía que, a veces, escribe en español o que traduce en compañía de otros escritores como Gaspar Orozco. En uno de sus poemas podemos leer una especie de breve manifiesto: “Mi lengua es un timón como la aleta de una trucha/ que nada/ en los sedimentos volcánicos de un lago que se extingue/ tanta opacidad/ tan sólo la aleta sabe qué dirección/ seguirán los peces.” Con la reciente publicación de su libro en Londres, Our obsidian tongues (Nuestras lenguas de obsidiana, Eyewear Publishing Ltd, 2013), David Shook nos revela un mundo mágico que se manifiesta lo mismo en el sueño que en la realidad: “Mi padre tuvo una visión/ por el cristal doble de la ventanilla del avión:/ Los dioses aztecas protegían la ciudad,/ los brazos cruzados como sacaborrachos de un bar celestial”; y ese mundo refleja mucho de la experiencia de David en México: va de la gran Tenochtitlán hasta Matamoros, visitando peluquerías, cantinas, mercados, en medio de charlas con amigos, reproduciendo el habla coloquial desde los bajos fondos del México loco; más que un turista, David Shook es un habitante que transita con la poesía como pasaporte.

Nuestras lenguas de obsidiana, de David Shook, es un ejemplo de la relación que existe entre la literatura estadunidense y mexicana, llena de aproximaciones en las que saltan chispas o incendios de fascinación y asombro. La “pureza” de los idiomas se diluye para dar paso a una nueva lengua; basta visitar Estados Unidos para comprobar la importancia que tiene el español en la vida cotidiana (la misma que tiene el inglés en México). La poesía de David Shook da testimonio de esa transformación de la lengua en donde la poesía se convierte en una punta de obsidiana, luminosa y misteriosa a un mismo tiempo.