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Se nutrió Leonora Carrington del mundo maya

En el olvido, una obra con sus bocetos, editada por el INAH en 1964, revela investigador

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Boceto de Leonora Carrington (1917-2011)Foto cortesía de Andrés Medina
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Boceto de Leonora Carrington (1917-2011)Foto cortesía de Andrés Medina
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En los bocetos de Leonora Carrington (1917-2011), se puede observar el proceso de elaboración, desde las imágenes de los animales del zoológico hasta sus transformaciones en los espíritus poderosos y espectaculares que habitan la cosmovisión de los tzeltales y tzotziles, explica el investigador Medina Hernández a La JornadaFoto cortesía de Andrés Medina
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 22 de julio de 2013, p. a40

San Cristóbal de Las Casas, Chis., 21 de julio.

‘‘Como la neblina, como la nube y como una polvareda fue la creación, cuando surgieron del agua las montañas, y al instante crecieron las montañas. Solamente por un prodigio, sólo por arte mágica se realizó la formación de las montañas y los valles’’. Es un fragmento del Popol Vuh, uno de los libros que leyó Leonora Carrington para realizar el mural que se encuentra en el Museo Nacional de Antropología.

Pocos saben que la artista visitó Chiapas, dice Andrés Medina Hernández, investigador del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, quien cuenta a La Jornada detalles acerca del origen de esa obra titulada El mundo mágico de los mayas, a propósito de los 50 años de la construcción del museo, efeméride que se cumplirá en septiembre de 2014.

En 1964, el Instituto Nacional de Antropología e Historia publicó un libro del mismo nombre con los bocetos de Carrington, acompañados por dos ensayos, uno del propio Andrés Medina y otro de Laurette Sejourné, edición hoy olvidada.

“Conversé con Leonora Carrington –recuerda el investigador– solamente una vez, y fue un breve intercambio, en el cual le sugerí, entre otras lecturas, el libro de Calixta Guiteras, Los peligros del alma, título inspirado en uno de los capítulos de La rama dorada, de James George Frazer.

“El libro es el resultado de una larga investigación etnográfica en la que se muestra, en toda su complejidad, la visión del mundo de una comunidad tzotzil.

“Leonora Carrington viaja entonces a Chiapas, inspirada en la lectura tanto del libro de Calixta Guiteras como del Popol Vuh. En San Cristóbal de Las Casas es posible que se haya hospedado en Na Bolom, la casa de Frans Blom y Gertrude Duby, donde llegaban la mayor parte de los investigadores procedentes de Estados Unidos y de Europa.

“Por los bocetos que realiza, se aprecia que estuvo en el zoológico de Tuxtla Gutiérrez, donde se nutre de imágenes que representaran a los nahuales de la cosmovisión tzotzil, según lo describe Calixta Guiteras en su libro. Visita también Amatenango del Valle, comunidad tzeltal, y San Juan Chamula; los habitantes de este pueblo la impresionan, pues hay numerosos bocetos de hombres y mujeres chamulas con su atuendo tradicional.

“Es posible que haya hablado con la propia Calixta Guiteras, pues visitaba regularmente la región para ver a sus amigos y compadres; es también probable que haya leído la monografía clásica de Ricardo Pozas Chamula: un pueblo indio de los Altos de Chiapas. Sin embargo, lo que parece haberla cautivado es el mundo onírico y fabuloso descrito por Calixta Guiteras; es lo que más se conjuga con su estilo, y uno puede ver en sus bocetos el proceso de elaboración, desde las imágenes de los animales del zoológico hasta su transformación en los espíritus poderosos y espectaculares que habitan la cosmovisión de los tzeltales y tzotziles”.

Referencias genealógicas

El mural de la sala de Etnografía de los Mayas de Tierras Altas fue realizado por Leonora Carrington “en los días en los que un ejército de museógrafos, antropólogos, artistas, arquitectos, albañiles y otros especialistas se afanaba en la construcción del Museo Nacional de Antropología, diseñado por el recientemente fallecido arquitecto Pedro Ramírez Vázquez’’, detalla Medina Hernández.

“Los equipos encargados de la construcción de esta magna obra comenzaron a trabajar en 1963, cuando arquitectos e ingenieros habían resuelto los múltiples aspectos técnicos y tocaba ahora el turno a los museógrafos y otros especialistas que se ocuparían de las diferentes salas.

La museógrafa de las dos salas de etnografía maya fue Isabel Marín, viuda del pintor Wolfgang Paalen; ella era hermana de Lupe Marín, esposa de Diego Rivera, con quien procrearía a Guadalupe Rivera Marín, quien posteriormente contraería matrimonio con el pintor zacatecano Rafael Coronel.

El especialista aclara que estas referencias genealógicas son necesarias, “pues nos estamos refiriendo a personajes de la comunidad de pintores de la que provienen varios de los que participarían en diferentes salas del museo.

“En el caso específico de las del área maya, la pintura correspondiente a los mayas de tierras bajas la realizaría precisamente Rafael Coronel, en tanto que la de tierras altas correspondería a Leonora Carrington, con quien Isabel tenía lazos de amistad.

“Cuando fui invitado a incorporarme al cuerpo de asesores de las salas de etnografía maya, en los primeros meses de 1963 –rememora Andrés Medina–, lo haría como asesor adjunto de ambas, y mi primera tarea era realizar recorridos para comenzar a formar las colecciones etnográficas con base en las cuales se armarían las exhibiciones.

“Para el diseño de la sala de Etnografía de los Mayas de las Tierras Altas se resolvió reproducir un mercado que permitiera instalar maniquíes con la indumentaria de los pueblos de los Altos de Chiapas, pues cada comunidad tiene una indumentaria propia, así como un santo patrón distintivo y una variante dialectal específica.

“También se propuso diseñar un diorama sobre el ciclo agrícola, para el cual yo proporcioné la información básica, sobre la que Guillermo Zapfe elaboraría la pintura correspondiente.

“Otra propuesta fue hacer un diorama con una de las viviendas tradicionales de las comunidades alteñas, específicamente las de San Juan Chamula. La pintura de fondo la hizo Antonio Carmona. Para la fotografía se contrató a dos profesionales: Armando Salas Portugal y a Juan Guzmán.

A mediados de 1964 Isabel Marín me pidió un texto general sobre la religión de los mayas, y es posible que haya servido como primera introducción a Carrington. Lo cierto es que a mediados de 1965, estando en la Universidad de Chicago, me enteré que ese texto había sido publicado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, junto con otro de Laurette Sejourné y los bocetos y dibujos hechos por Carrington. Es una edición lujosa, la mitad de cuyas páginas se dedica los bocetos y dibujos realizados en Chiapas, en un proceso que va de las primeras imágenes hasta una primera versión del mural, para luego reproducir a doble página y a todo color el mural definitivo. El libro se publicó con el título de El mundo mágico de los mayas en octubre de 1964, un mes posterior a la inauguración del Museo Nacional de Antropología.

El investigador recuerda que la apertura fue organizada de manera espectacular el 17 de septiembre de 1964, con la presencia del presidente Adolfo López Mateos, y el cuerpo diplomático acreditado en el país. La ceremonia se hizo en el amplio espacio bajo el paraguas construido en la parte central del museo, y el discurso principal estuvo a cargo del entonces secretario de Educación, Jaime Torres Bodet. Había, por supuesto, gran euforia y felicidad por la tarea cumplida, en la que todos nos felicitamos y abrazamos.