Opinión
Ver día anteriorMartes 23 de julio de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Mission

E

n la calle Mission en San Francisco se encuentra, entre numerosos negocios de cocina mexicana, la panadería Kings; en sus vitrinas hay galletas con grageas de colores, polvorones, bisquets y rebanadas, entre otros panes de dulce. Al preguntar por las conchas, la dependienta aclara que esta panadería es de chinos (lo que bien se puede deducir por el nombre). El pan mexicano se vende cerca de ahí. Se trata de la famosa panadería Domínguez, conocida desde hace muchos años en el rumbo. De acuerdo con un amable chicano, ahí venden the best pastries spanish style.

El pan de sal tiene también su presencia, pues de telera son las tortas de La torta sabrosa, que se anuncian como hechas a la plancha. Entreverados con estos locales, hay fruterías y verdule-rías rebosantes de productos frescos: jitomates, papas, cebolla amarilla y blanca, diversas variedades de camote, sin que falten distintas clases de chiles y, entre las frutas, papaya.

El barrio Mission es famoso por los murales que en distintas esquinas muestran las tendencias y preocupaciones de los jóvenes del lugar. Entre sus personajes destacan Pancho Villa, Zapata, Sandino y Martin Luther King; los motivos prehispánicos son recurrentes. Una obra más elaborada, se localiza en el Bank of America.

Ahí, un grupo de artistas coordinados por Jesús Campusano, con Luis Cortázar como asistente, dedicaron un mural a David Alfaro Siqueiros en 1974. Se mezclan las culturas del barrio, en especial la china y la latinoamericana; un indígena andino toca la flauta tradicional. En el centro puede leerse en inglés: Nuestro sudor y nuestra sangre cayeron en esta tierra para hacer ricos a otros hombres.

En uno de los extremos, un hombre joven lleva entre las manos un libro de la Mission Hi (school). A continuación ingenieros y obreros, muchos de ellos con rasgos latinos, aparecen diseñando o trabajando en las obras que hicieron posible el Bart. Este medio de comunicación surgió de estudio de la necesidad de tener buena comunicación entre San Francisco y Oakland, evitando el uso del automóvil con sus problemas de transito y contaminación. El gobierno promovió una amplia participación ciudadana, lo que mejoró el proyecto original.

Interesante es la manera en que los migrantes reproducen sus costumbres; como en La Loma N. 8, se pueden adquirir tortillas hechas a mano, quesos cotija, petacones y chontaleño, así como tamales y chorizo. Aquí se hermanan las culturas, como en el restaurante que ofrece cocina mexicana-salvadoreña, o el supermercado mexicano-centro y sudamericano. Esta zona de California, al menos, sigue siendo de alguna manera, territorio mexicano.