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El 2 de agosto de 1937 surgió el refugio de quienes ejercen el sano hábito del baile en el DF

El Salón Los Ángeles prepara rumboso festejo por sus 76 años

Se dice que en el singular lugar Dámaso Pérez Prado dio a conocer el mambo

Encabezarán la fiesta Los Santaneros de Pepe Bustos, la danzonera de Acerina y el son de Irving Lara, entre otros

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Miguel Nieto y su madre Armida Applebaum en el Salón Los Ángeles, el 28 de julio de 2012Foto Yazmín Ortega
 
Periódico La Jornada
Sábado 27 de julio de 2013, p. 7

Ya ha pasado mucho, muchísimo tráfico bajo el puente de Nonoalco desde aquel 2 de agosto de 1937, cuando a unas cuantas cuadras de ahí el Salón Los Ángeles abrió sus puertas.

El refugio de quienes ejercen el sano hábito del baile está por cumplir 76 años de pródiga historia y con ello se prepara rumboso festejo en la fecha precisa de la efeméride.

Un depósito de carbón y patio de encierro de los camiones que lo repartían, ya con la encerada duela se transformó en un sitio emblemático de la vida popular capitalina.

Sentado en una de las ya vetustas, pero aún funcionales sillas, Miguel Nieto Applebaum, heredero en tercera generación del histórico sitio, hace una remembranza de lo que ha sido el querúbico local

Fue mi abuelo, Miguel Nieto, quien instigado por un socio decidió establecer el salón, entusiasmado por el éxito que tenía La Playa, que estaba en la calle de Argentina, allá por el Centro.

En esos días, la mancha urbana se empezaba a desvanecer precisamente en la calzada de Nonoalco, pero la apuesta por establecer el salón se fincaba en que un tranvía, con ruta desde el Zócalo, daba vuelta precisamente en la calle de Mercado, frente al portón de madera, con lo que la clientela sólo tendría que cruzar la calle para acceder al salón que tomó su nombre de la aledaña parroquia de Nuestra Señora de Los Ángeles.

Tiempos de gloria

En un principio, Los Ángeles proveyó solaz y esparcimiento para la barriada. La concurrencia era nutrida; lo mismo vecinos ferrocarrileros que de otros puntos de la ciudad llegaban semanalmente para retratarse ante la taquilla.

El abuelo se mantuvo al frente del negocio por poco más de una década, ya que, en 1948 cedió los bártulos a su hijo, Miguel Nieto Hernández, y por esos años comenzaron los tiempos de gloria.

Un cubano de baja estatura y de nombre de pila Dámaso llegó con su agrupación, y para regocijo de la galería la puso a agitarse con un contagioso ritmo, con dotaciones del entonces en boga swing.

Nieto Applebaum, dice no estar muy equivocado si se asienta que fue en Los Ángeles donde prendió el mambo y la orquesta de Pérez Prado lo dio a conocer a finales de aquella década de los años 40.

El mismo Nieto Applebaum relata que Guadalupe Rivera Marín, hija de Diego el muralista, le contó que ahí aprendió a bailar mambo en tanto que su padre era uno de los habitués cuando las sesiones eran de danzón.

Películas, emisiones de radio y programas de televisión han retratado la vida de Los Ángeles. Una de las primeras cintas fue Una gallega baila mambo, con los estelares a cargo de Silvia Pinal, Niní Marshal y Joaquín Pardavé, en los albores de la década de 1950.

También aquí, a decir de Nieto Applebaum, hizo explosión el cha-cha-chá, cuando mismamente de Cuba llegó la orquesta América, a cargo de Ninón Mondejar, y empezaron las clases de ese ritmo.

El salón tiene un lema que reza: Quien no conoce Los Ángeles, no conoce México, el cual, dice su actual director, tiene una triple connotación. Se refiere al salón, amalgama de muchas cosas como relaciones sociales, políticas, etcétera; al cuadrante que va desde el hoy Eje Central hasta las calles de Zarco y Luna, el corazón de la colonia Guerrero, sobre lo que fue el antiguo barrio de Coatlán, con asentamientos de casi 700 años, y a los llamados pachucos, personajes trasterrados de la misma ciudad de Los Ángeles, California.

Otra singularidad del salón lo es su ubicación, prácticamente junto a una iglesia que tiene una imagen del siglo XVI y donde ofició el párroco Salvador García Dueñas –en proceso de beatificación– y a un par de cuadras del Centro Cultural Universitario Tlatelolco, condiciones que, según Nieto Applebaum, le dan su unicidad.

Un parteaguas en su colmada historia fueron aquellas sesiones conducidas por Froylán López Narváez y colaboradores, de La rumba es cultura, allá a finales de lso años 70, cuando se dio la invasión de los salones de baile por la clase universitaria. Y de manera mas reciente las tablas de Los Ángeles sirvieron de escenario para las presentaciones de la exitosa obra Aventurera.

Fiesta en la Guerrero

Con el baile de aniversario propiamente empezarán a la par los festejos por los 140 años de la colonia Guerrero, en agosto de 2014, y también con vistas al futuro Mariana Arteaga ensaya aquí su proyecto de Gran continental, en el que 150 parejas, desde niños hasta de la llamada tercera edad, bailan con el deseo de presentarse en distintas plazas de la ciudad.

El cartel alusivo a los 76 años presenta una representativa fotografía que Pedro Valtierra captó en La Habana que todo lo dice: para bailar no hay edad.

El menú para este 2 de agosto lo conforman, Los Santaneros de Pepe Bustos; la orquesta de Pérez Prado; Pepe Luis, quien ha estado semanalmente presente desde hace 50 años; la danzonera de Acerina; el son de Irving Lara; la Big Band, pues ahora se trata de revivir el swing, y La Nueva Nostalgia.

La acción será a partir de las 18 horas, ahí en la décima calle de Lerdo 206, cerca de la estación Tlatelolco del Metro.