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Ver día anteriorSábado 27 de julio de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Israel seguirá en contacto con Hezbolá; ¿por qué nosotros no?
A

sí que ahora resulta que los diplomáticos europeos no pueden reunirse con el “ala militante de Hezbolá. Bueno, eso sí que no lo esperaba. Supongo que aquellos que son del ala política son los que fueron electos para el Parlamento libanés y se encuentran en el primer piso de los cuarteles de Hezbolá en un suburbio del sur de Beirut. Nuestro hombre en Líbano no debe, bajo ninguna circunstancia, tomar el elevador al séptimo piso, donde tienen sus oficinas los muchachitos barbados que lanzan cohetes hacia Israel y quienes quizá (quizá no) asesinaron a los turistas israelíes en Bulgaria.

A los israelíes les agradará todo esto, pues supuestamente ellos resultarán beneficiados. Los combatientes de Hezbolá quedarán reducidos a cero a los ojos de Estados Unidos. Permítanme no olvidar ni por un momento que nunca he conocido a un pistolero de Hezbolá que haya mostrado el menor interés por encontrarse con esos superfluos y aburridos eurodiplomáticos que gustan de revolotear por Beirut. Y la Unión Euopea ya no enviará a todos esos simpatizantes barbados en Europa esos cheques a nombre de Hezbolá. Bueno, en efecto, con eso le dimos duro a los malos.

Claro, los mismos israelíes mantienen contacto con el ala militante de Hezbolá, lo que normalmente ocurre cuando hay intercambio de cadáveres a un tipo de cambio de dos cuerpos israelíes a por 300 ó 400 muertos de Hezbolá. Yo he presenciado estos actos macabros y el interlocutor y aval de los mismos es siempre quien encabeza en ese momento el servicio de inteligencia alemán. Él mantiene excelentes relaciones con los israelíes y Hezbolá, y visita Líbano con frecuencia. ¿Y se supone que debemos creer que Alemania ya no ofrecerá sus buenos oficios a los israelíes con Hezbolá si esto significa no conversar con el ala militante de Hezbolá, siendo que Alemania es miembro de la Unión Europea?

El jefe de los espías alemanes, al igual que el de los británicos, los estadunidenses y quien sea, seguirá hablándole a los malos mientras estén involucrados sus intereses nacionales y, ante todo, los intereses de Israel.

Sin embargo, recuerdo a cierta organización tenebrosa que usó auténticos pasaportes de ciudadanos británicos para perpetrar un asesinato político en Emiratos Árabes Unidos, no hace mucho tiempo, nación cuya ala militante sí acepta ir a reuniones con diplomáticos europeos. Sólo se requirió que la ex embajadora británica en Beirut hiciera un comentario benévolo hacia el fallecido clérigo chiíta Mohammad Faddlallah para que no se considerara al difunto como miembro del ala militante. Debo agregar que Israel rugió y vociferó criticando la actitud de la diplomática.

Y, como cabía esperar, la oficina británica del extranjero y el commonwealth de su majestad se arrastró con sus acostumbradas disculpas por el hecho.

Pero, alégrense, se trata más de un chiste que de una sanción. No puedo evitar pensar en un líder político al que le encanta aprobar ejecuciones casuales. Utiliza una maravillosa máquina llamada drone y su nombre es Obama. De seguro no vamos a dejar de hablarle al ala militante cuando nuestro cuerpo militante está luchando a su lado en Afganistán.

Odiamos tanto al presidente sirio Bashar Assad que abandonamos nuestra embajada en Damasco y ahora operamos desde nuestro risible equipo Damasco, afuera de Siria, con la vana esperanza de enterarnos algún día qué está pasando en ese país. Ahora vamos a cortar todos los nexos con Hezbolá.

Bravo. Hubo un tiempo en que no la pasábamos oliendo la halitosis de los malvados, aún cuando dejaban patente lo horrendos que eran.

¿Se acuerdan de ese militar que se tragó Austria, se tragó Checoslovaquia, pero nos dio nervios sólo hasta que empezó a tragarse Polonia?

Pero al menos entonces sabíamos qué quería ese hombre miserable. Mandó a sus amigos a Praga con más fanfarria que la que hizo Hezbolá al enviar a sus hombres a Qusayr. Nos codeamos con su ala política en Berlín hasta el 3 de septiembre de 1939. Supongo que los tiempos han cambiado.

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca