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Destaca la mayor necesidad de importar comestibles

En 20 años la población creció 38% y la superficie de cultivo 11%: UNAM
 
Periódico La Jornada
Domingo 28 de julio de 2013, p. 8

En las dos décadas anteriores, la superficie para cultivo en México creció menos de 12 por ciento frente al aumento de 38.2 por ciento que registró la población, indica un análisis sobre la seguridad alimentaria difundido por el Instituto de Investigaciones Económicas (IIEC) de la UNAM.

Durante 1990, en cultivos cíclicos y perennes se sembraron 19.7 millones de hectáreas y al finalizar la pasada década la extensión cultivada a escala nacional fue de 21.9 millones de hectáreas, lo que implica un crecimiento de sólo 11.2 por ciento en 20 años. Por su parte, la superficie de riego, que ofrece mayor seguridad para la obtención de cosechas, creció de 5.2 a 5.7 millones de hectáreas en el periodo o, lo que es lo mismo, 8.7 por ciento, precisa el análisis realizado por el investigador Fernando Paz Sánchez a partir de cifras de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).

En cambio el número de habitantes en México aumentó 38.3 por ciento al pasar de 81.2 millones a 112.3 millones en el periodo citado, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

El investigador apunta que si bien el rendimiento productivo de los cultivos también ha aumentado, no lo ha hecho al mismo ritmo que la multiplicación de la población, por lo que la producción de alimentos resulta cada vez más insuficiente y la dependencia de las importaciones se ha incrementado, particularmente de los granos básicos, incluido el maíz.

Entre 2005 y 2010, las importaciones de productos agrícolas y silvícolas aumentaron 58.8 por ciento al pasar de 5 mil 931 millones de dólares a 9 mil 417 millones de dólares.

El documento refiere que tan sólo en 2011 se tuvo que importar 84.6 por ciento del arroz que se requería para satisfacer el consumo interno, 61.3 por ciento del trigo, 35.5 por ciento del maíz, 20.5 por ciento del frijol, 38.7 por ciento de la carne de puerco, 6.3 por ciento de la leche, 15.1 por ciento del pollo y 13.1 por ciento de la carne de bovino.

Con tales tendencias, el autor sentencia que está en riesgo la soberanía alimentaria del país, entendida como la garantía de que todos los habitantes cuenten con los nutrientes necesarios, en cantidad y en calidad, para llevar una vida sana.

En consecuencia, también está en riesgo la propia soberanía nacional, más aún frente a cualquier eventualidad del mercado internacional, cambios climáticos, como sequías e inundaciones, la fuerte demanda de alimentos de países como China e India así como para la producción de bionenergéticos.

Si bien indica que en tal periodo ha aumentado el rendimiento por hectárea de la producción agrícola, subraya que ésta es insuficiente para que la producción de alimentos satisfaga la demanda interna. Sobre todo porque se desmanteló toda la estrategia agropecuaria que dotaba de créditos, investigación, fertilizantes, semillas y un sistema de abasto y comercialización a los campesinos, y se les dejó sólo con un subsidio, el de Procampo, que sólo beneficia a los grandes agricultores.

El análisis abunda que se desmanteló la estrategia alimentaria que tenía desde hace décadas el Estado mexicano y con el que se dotaba a los campesinos de apoyo técnico y créditos.