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Ver día anteriorMiércoles 31 de julio de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Diego Rivera, ¿a remate en Estados Unidos y en México?
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ace tiempo preguntaba si el dueño de una obra de arte tenía derecho a destruirla. Y lo preguntaba a propósito del mural de Diego Rivera El hombre en la encrucijada demolido en el Rockefeller Center en 1933.

Hoy la declaración de quiebra de la ciudad de Detroit y el proceso judicial que enfrenta la maestra Elba Esther Gordillo nos plantean por lo menos dos interrogantes más sobre la obra de ese pintor.

Primera interrogante: el patrimonio artístico de los museos, ¿puede ser considerado como un activo para pagar las deudas de una ciudad? Y segunda: ¿Cuál es el paradero de los seis murales transportables que había adquirido la ex lideresa sindical y cuál será finalmente su destino?

Y no se trata de preguntas meramente retóricas. En el caso de Detroit debo apuntar que ya se han vendido acervos de otros museos, como el del Museo Metropolitano de Arte y Ciencia de Fresno para pagar a sus acreedores y que se sumó a la treintena de museos que fueron cerrados entre 2009 y 2010 en aquel país.

Según el reporte de Randy Kennedy y Monica Davey para The New York Times del pasado 19 de julio, tras la bancarrota de la ciudad la colección del Instituto de Artes de Detroit (IAD) se ha convertido en un activo vendible.

Todos los acreedores de la ciudad han preguntado sobre el valor de ese museo ha dicho Bill Nowling, portavoz de la Dirección de Emergencias de esa ciudad.

Las poco más de 60 mil piezas que conforman el acervo del IAD podrían alcanzar un valor de 2 mil millones de dólares de acuerdo con un estudio que The New York Times preparó al respecto.

Por la calidad de su colección este museo ha sido considerado como uno de los más importantes de Estados Unidos, al lado del MoMA y del Metropolitan de Nueva York o de la National Gallery de Washington. Y la pieza emblemática del Instituto, ya lo adivinó usted, son los murales que pintara Diego Rivera en 1930 financiados por la familia Ford.

¿La venta de los murales de Diego servirán para pagar la deuda de esa ciudad? ¿O el interés público será motivo suficiente para evitar el remate de cientos de obras, de los murales y del edificio mismo?

Por lo demás existen datos del gobierno federal de aquel país que demuestran que por cada peso invertido en museos se generan siete en el transcurso de un año. Rematar un museo significaría entonces el peor negocio. Si no basta preguntarle a los habitantes de Fresno en California. Sería como tratar de anular un hoyo con otro mayor.

Pero si en Estados Unidos esa posibilidad sacude a la sociedad que conoce bien los murales donde Diego sintetizó magistralmente el impulso de las máquinas y la mano de obra especializada, en México ignoramos siquiera el destino de seis murales transportables que pintara para una escuela de trabajadores troskistas.

Después de haber sido destruido el mural El hombre en la encrucijada en el Centro Rockefeller, Diego Rivera pintó con lo que le pagaron 21 murales transportables en la New Workers School de Nueva York.

Por desgracia no todos los murales sobrevivieron a la incuria y al paso del tiempo.

El ex presidente Echeverría adquirió cuatro y los vendió hace algunos años a la ex lideresa magisterial Elba Esther Gordillo.

Posteriormente el arquitecto Enrique Norten dio a conocer que la entonces dirigente del SNTE había recuperado seis murales de Rivera para hacer la capilla de Diego Rivera que se encontraría en La ciudad de la Innovación que pensaba construir por el rumbo de Santa Fe.

Ahora que la maestra Elba Esther Gordillo enfrenta un proceso judicial y han sido asegurados varios de sus bienes, ¿dónde se encuentran esos murales y en qué condiciones? ¿Serán rematados en subasta pública como tantos otros bienes asegurados por las autoridades competentes?¿No convendría que el Estado los recuperara para sí mismo, es decir para la sociedad, y los resguardara en un lugar más propicio para el beneficio de todos?

Si Diego Rivera pintó en México sus murales a precio de mano de obra de albañil por metro cuadrado, ¿no valdría la pena destinarlos al museo que el propio pintor imaginó como una ciudad de las artes y bautizó como La Casa del Anauac, como el Anahuacalli?