jornada
letraese

Número 205
Jueves 1 de Agosto
de 2013



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate


Aprender sobre
la marcha

Los adolescentes y su vida sexual

La visión prohibicionista de las drogas indica que éstas representan una gran amenaza para la vida de las personas, por lo que es necesario restringirlas desde el ámbito gubernamental. Sin embargo, el debate actual exige conocer la dimensión real de los daños, ya sea a la salud propia o a la de terceros, que provocan las sustancias psicoactivas. Este ensayo defiende la capacidad individual de elegir si relacionarse o no con las drogas, y sostiene que cada persona puede decidir.

Rocío Sánchez

Mariana es menuda y callada. Su vientre abultado sólo se nota cuando, por accidente, se abre la chamarra que lleva puesta. Tiene ya siete meses de embarazo, pero por su caminar ligero y su cara delgada, pareciera bastante menos. A sus 16 años, su hijo será niño, dice sin mucha emoción.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012 (ENSANUT 2012), la mitad (51.9 por ciento) de mujeres adolescentes entre 12 y 19 años que han tenido relaciones sexuales, alguna vez ha estado embarazada.

¿Quiénes son estas criaturas?
El concepto de adolescencia es relativamente nuevo en la historia –surgió apenas en el siglo XX– y se usa para denominar a las personas que transitan entre la niñez y la vida adulta. Para el inicio de esta etapa se suele tomar como referente el inicio de la pubertad, es decir, los cambios físicos que les dan a hombres y mujeres su capacidad reproductiva.
Sin embargo, la edad a la que inician dichos cambios es variable y se relaciona con diversos factores, como los biológicos y los ambientales. La cultura también determina en gran medida quién es adolescente y quién no, según el rol social que desempeña. Así, se ha optado por utilizar criterios de edad para delimitar a esta población, aunque éstos también pueden variar de forma significativa.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) comprende a la adolescencia entre los 10 y los 19 años de edad y la divide en adolescencia temprana –de 10 a 14 años– y adolescencia tardía –de 15 a 19 años. Empero, las encuestas y conteos demográficos que se han realizado en México tienden a contemplar como adolescentes a personas entre los 15 y los 19 años, entre los 12 y 19 años o simplemente aquellas menores de 20 años, pero en ocasiones se les considera en general como "jóvenes" entre los 15 y 24 años o incluso de los 15 hasta los 29 años.

La maternidad
El futuro hijo de Mariana todavía no tiene nombre. Ella es una de las más de 7 mil menores de 16 años embarazadas que ha atendido la Unidad de Investigación de Medicina de Adolescentes, del Instituto Nacional de Perinatología (Inper), desde su creación en 2003. La directora de este espacio, la doctora Josefina Lira, advierte que la tasa de embarazos en la adolescencia va a la alza. Refiere que en 1990 los nacimientos en madres adolescentes eran el 18 por ciento del total del país, en 1995 la cifra bajó a 16.5 por ciento pero "de ahí empezó a subir: en el 2000 fue 17.1 por ciento, en 2005 fue 17.5 por ciento y en 2011 alcanzó 19.3 por ciento".
Los programas de planificación familiar en México tuvieron un auge en la década de los setenta y bajaron notablemente la tasa de fecundidad, observa el doctor Juan Carlos Hinojosa, presidente del Centro Latinoamericano Salud y Mujer A.C. (Celsam). "Sin embargo, hoy uno de los puntos vulnerables de estas estrategias son las adolescentes que se embarazan; algo está pasando en ese grupo que no ha habido avance".
Una encuesta realizada por Celsam en 2013 entre estudiantes urbanos fue la primera en tomar en cuenta a adolescentes desde los 10 años de edad, y reveló que 10 por ciento de las chicas dijo haber estado embarazada alguna vez. Cabe destacar que casi la cuarta parte (23 por ciento) se embarazó antes de los 14 años.
Independientemente de los riesgos físicos para la salud de las jóvenes y de sus futuros hijos –según la ONU, una niña menor de 15 años tiene cinco veces más probabilidades de morir de parto que una mujer de más de 20 años–, el embarazo adolescente representa un problema debido a que, en gran parte de los casos, no es planeado. Según el Conapo, 4 de cada 10 adolescentes aseguraron que no habían planeado o deseado el embarazo, a pesar de que prácticamente todas (97 por ciento) dijeron conocer al menos un método anticonceptivo.

Educación, factor decisivo
Mariana acababa de iniciar la preparatoria cuando se embarazó. Sus padres decidieron sacarla de la escuela aunque en el plantel les dijeron que si seguía inscrita la apoyarían con permisos para que acudiera a sus consultas médicas. "Mis papás estaban muy enojados y dijeron que no, pero yo sí quería seguir estudiando". El de ella es el común denominador de las menores que asisten al Inper: 83 por ciento deja de estudiar debido a su embarazo.
La joven cuenta que en la secundaria le hablaron sobre métodos anticonceptivos en la clase de Biología, la materia que más le aburría. Pensó que esa información podría serle útil, pero no en aquel momento, sino "más a futuro".
La encuesta de Celsam, titulada "Conocimiento, actitud y práctica de anticoncepción en adolescentes mexicanos", muestra que la principal fuente de información (más de 40 por ciento) sobre sexualidad para las y los jóvenes es el personal docente, seguido de sus padres (25 por ciento) y personal de salud (22 por ciento).
"Es importante verificar que la información que tengan los maestros y los padres sea veraz y efectiva para que la transmitan adecuadamente", comenta Juan Carlos Hinojosa. "Hace 30 años no podíamos decir que los adolescentes se acercaran a los padres o maestros para pedir información, le preguntaban a sus amigos; esto ha cambiado notablemente y ya que lo identificamos, lo podríamos aprovechar".
La relación entre el nivel de escolaridad y el conocimiento sobre métodos anticonceptivos es clara. La Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2006 registró que, mientras mayor escolaridad, mayor conocimiento de métodos como las pastillas, las inyecciones, el DIU, la salpingoclasia, el implante, la vasectomía y los condones. De igual forma, mientras más escolaridad tienen las mujeres, más los usan.
Sin embargo, la misma encuesta muestra que para cuando cumplen 19 años, el 63 por ciento de las y los adolescentes ya no asiste a la escuela.
Las cifras sobre conocimiento de métodos anticonceptivos han aumentado de manera sostenida en los recientes años. Mientras que la Encuesta Nacional de Salud 2000 registró que 69 por ciento de adolescentes los conocía, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2006 reportó para esto mismo 82 por ciento, y la ENADID 2009 reveló que 97 por ciento de las mujeres entre 15 y 19 años los conoce.
Sin embargo, conocer los métodos no implica que se comprenda su mecanismo de acción o que se sepan usar correctamente. Así lo mostró el estudio de Celsam, donde 66 de las mujeres y 63 por ciento de los hombres dijo haber recibido información sobre metodología anticonceptiva y haberla entendido, pero menos de la mitad (49 por ciento de ellas y 42 por ciento de ellos) pudieron describir cómo se usan hasta siete de los 14 métodos que se incluyeron en la encuesta.

La primera vez, ¿cuándo y cómo?
Mariana tuvo su primera relación sexual a los 15 años. El promedio de inicio de la vida sexual de adolescentes se ha mantenido alrededor de esa edad en los últimos años. Sin embargo, el porcentaje de ellos que tiene relaciones sexuales ha crecido. La Encuesta Nacional de Juventud 2010 informó que los jóvenes de 15 a 19 años que tienen actividad sexual ha ido aumentando de 22 por ciento en 2000 a 27 por ciento en 2005 y subió hasta 33 por ciento en 2010.
En la encuesta de Celsam, que estudia menores de hasta 10 años, la media de inicio sigue siendo 15 años de edad en ambos sexos, pero resalta que 29 por ciento de las mujeres y 38 por ciento de los hombres comenzaron antes de los 14 años.
Como dato relevante, según la Encuesta sobre el Consumo de Alcohol, Tabaco y Otras Drogas en la ciudad de México (ECATOD) 2012, alrededor de 10 por ciento de adolescentes se han sentido presionados para tener un contacto sexual, mientras que 32 por ciento de varones y 18 por ciento de mujeres lo han tenido bajo los efectos del alcohol.
Con todo, la cantidad de adolescentes que iniciaron su vida sexual sin protección disminuyó sustancialmente. En el caso de las mujeres, bajó de 79 por ciento en el año 2000 a 33 por ciento en 2012, y en los hombres de 47 por ciento en 2000 a 14.4 por ciento en 2012, según refiere la ENSANUT 2012.
Entre los motivos para no usar anticonceptivos, apunta Celsam, el principal (alrededor de la mitad de mujeres y hombres) fue que "no lo pensaron". En contraste, más de la mitad (54 por ciento de mujeres y 62 por ciento de hombres) afirmaron que usan anticonceptivos "siempre". "Esa cifra no es despreciable", dice Juan Carlos Hinojosa, "pero ¿y el otro 40 por ciento? Todavía es un número importante los que no se protegen".

Servicios especializados, una necesidad
"Llegué al Inper porque tuve amenaza de aborto", cuenta Mariana. Si bien cuando supo que tendría un hijo sintió "miedo", nunca contempló la posibilidad de interrumpir su embarazo.
A la unidad de adolescentes de este instituto llegan también jóvenes que sólo piden asesoría sobre métodos anticonceptivos. "Si vienen a preguntarme eso no les voy a abrir un expediente, simplemente se les da la orientación", explica Josefina Lira, quien considera que los servicios amigables son una pieza clave para abordar la salud sexual y reproductiva de esta población.
"No tenemos en el país servicios específicos para ellos, si los hubiera y encontraran ahí un médico sonriente, una enfermera buena onda, otra cosa sería", opina, pues "los chavos son de empatía, si llegan a un lugar y les haces mala cara, ya no vuelven".
Aunado a esto, el personal adscrito a los servicios de planificación familiar teme por su responsabilidad legal sobre los adolescentes. "Muchos colegas dicen que la Norma Oficial Mexicana de Planificación Familiar no especifica si podemos tener problemas legales al recetarle un anticonceptivo a un menor, sin embargo, yo creo que la Norma deja entrever que sí lo podemos prescribir".
La encuesta de Celsam dice que más de 80 por ciento de los entrevistados tiene acceso a servicios de salud públicos o privados, aunque la mayoría están afiliados al IMSS, ISSSTE y Seguro Popular. Entre las barreras que los jóvenes refirieron para acercarse a los servicios están principalmente el horario (38 por ciento).
Acerca de los servicios, la ONU, a través de su Fondo de Población (UNFPA) sostiene que es necesario "cuestionar las leyes y políticas restrictivas que limitan el acceso de las chicas a los servicios, entre ellas, las leyes que estipulan que debe contar con un permiso por escrito del padre, la madre o el esposo, para tener acceso a los anticonceptivos".
Ante esto, Josefina Lira puntualiza que, según datos de la unidad a su cargo, cuando las jóvenes egresan del hospital luego del parto y no se van con un método anticonceptivo, 47 por ciento de ellas se volverá a embarazar en los 12 meses siguientes.
En el marco del Día Mundial de la Población, el Conapo reconoció que los retos para México apuntan a normar el derecho a la salud sexual y reproductiva de los adolescentes, además de considerar necesario que "la planificación familiar, anticoncepción, salud sexual y reproductiva para adolescentes sean obligatorios, eficientes y oportunos".
Ajena a la existencia de esta maraña de números sobre algo que le atañe, Mariana planea hacerse cargo de su futuro hijo, pero también volver a estudiar. Su ex novio siguió haciéndolo; aunque le había pedido que se fueran a vivir juntos, al final se desdijo. Ella seguirá viviendo con sus padres y sus seis hermanos, pero uno de sus tíos le ayudará a pagar sus estudios. Él sabe que "todos cometemos errores"; lo supo desde hace más de dos décadas, cuando la madre de Mariana quedó embarazada a los 13 años.

SU B I R

Matrimonios
y uniones

En México persiste un régimen de matrimonio relativamente temprano, en particular en los estratos socioeconómicos más bajos, donde los jóvenes encuentran más obstáculos para la independencia económica. Este dato es uno de los resultados la Segunda Encuesta Demográfica Retrospectiva (EDER 2011), que contiene historias de vida de mujeres y hombres de tres generaciones: 1951-53, 1966-68 y 1976-78.
En el caso de las mujeres, la entrada a la primera unión se retrasó ligeramente entre generaciones. A los 15 años casi todas ellas son solteras, pero a partir de esa edad las uniones comienzan a acelerarse. Las mujeres de la generación más antigua se unieron más temprano (a los 20.7 años de edad), y las de la generación más joven lo hicieron más tarde (a los 21.3 años).
En el caso de los varones, ellos continúan solteros hasta los 17 años. En contraste, los hombres más jóvenes se unieron por primera vez antes que los de generaciones pasadas, pues la mitad de ellos lo hizo a los 22.9 años, mientras que en la generación mayor lo hicieron exactamente un año más tarde (23.9). Esto muestra una tendencia a que las mujeres aumenten su edad para unirse y los hombres la disminuyan.
Por otro lado, la Encuesta Nacional de Juventud 2010, mostró que, de los jóvenes de 12 a 29 años que se unieron o casaron, 14 por ciento de los hombres y 15 por ciento de las mujeres lo hicieron debido a que había un embarazo. Aun así, la principal razón para estas uniones sigue siendo el amor (más de 50 por ciento de los casos).
Entre adolescentes de 12 a 19 años, el segundo motivo para irse a vivir solos es formar una familia (23 por ciento), sólo antecedido por estudiar (31.3 por ciento).