Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 4 de agosto de 2013 Num: 961

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Jorge Humberto Chávez: Road Poet
Marco Antonio Campos

José Luis Martínez: El trato con escritores
y otros estudios

Adolfo Castañón

Los nombres en Tolstói
Alejandro Ariel González

Los Tolstói serbios
Ljubinka Milincic

Tolstói en su
prosa íntima

Selma Ancira

Reflexiones de un traductor de Tolstói
Joaquín Fernández-Valdés
Roig-Gironella

Una familia internacional
Irina Zórina

Narrar el umbral:
La muerte de Iván
Ilich
de Lev Tolstói

Maria Candida Ghidini

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
Galería
Roberto Gutiérrez
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Luis Tovar


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Reflexiones de un traductor
de Tolstói

Joaquín Fernández-Valdés Roig-Gironella


Tolstói escribiendo el 7 de noviembre de 1910,
trece días antes de morir

El reino de Dios está en vosotros, obra fundamental para comprender el pensamiento religioso de Tolstói fue, durante muchos años, censurada en Rusia. En este libro Tolstói ataca duramente a la Iglesia y al Estado, dos instituciones que, en su opinión, han perjudicado enormemente a la humanidad y a la comprensión cristiana de la vida porque se fundamentan en el empleo de la violencia.

Tolstói nos muestra cómo la Iglesia ha pervertido las enseñanzas de Jesús y ha hecho posible conciliar dos conceptos totalmente incompatibles: violencia y religión. La tarea de la Iglesia ha consistido en mantener a los hombres engañados, en ocultar el verdadero mensaje de Jesús –que se puede resumir en el Sermón de la Montaña–, en hipnotizar al pueblo e idiotizarlo, y en alentar el paganismo más burdo en forma de adoración de los ídolos.

Tolstói sitúa el inicio de la perversión y corrupción de la Iglesia en el momento en que ésta se unió al poder estatal (siglo IV), ya que a partir entonces la Iglesia se movió por unos intereses puramente terrenales que nada tenían que ver con Dios.

El escritor ruso considera que nuestra vida es una pura contradicción, porque nos hacemos llamar cristianos, pero obligamos a la juventud a servir en el ejército, a luchar en unas guerras que sólo responden a unos intereses de ciertas personas que se encuentran en el poder. El servicio militar obligatorio es anticristiano y antinatural, y los cristianos tendrían que revelarse pacíficamente y negarse a ser cómplices de toda esta maquinaria bélica.

El Estado –aún si admitimos que en un tiempo fue necesario para agrupar a los individuos en comunidades y así defenderlos de otros enemigos– actualmente ha dejado de tener sentido. Para lo único que sirve es para, mediante la violencia, oprimir a la población, mantener un orden social que beneficia a unos pocos (gobernantes, terratenientes, comerciantes, clero…) en detrimento de una inmensa mayoría (obreros, campesinos, pobres…). Tolstói afirma sobre el Estado: “Ni la banda de malhechores más despiadada y aterradora es tan terrible como el Estado.”

Tolstói cree firmemente que hay que abolir este orden social, pero nunca mediante la violencia –tal y como pretenden los revolucionarios y anarquistas–, sino mediante el establecimiento del reino de Dios en la Tierra.

Tolstói llama a la desobediencia civil, a la insumisión ante a un Estado que nos pide, para su propio beneficio, unos sacrificios imposibles (que reprimamos o matemos a nuestros hermanos) contraviniendo la ley de Dios. Existen, por un lado, las leyes estatales, hechas por los hombres, que son temporales, cambiantes y arbitrarias; y existe, por el otro, la ley divina del amor, que es eterna, inmutable. El cristiano sólo puede someterse a esta ley divina, y no debe infringirla en ninguna circunstancia, aunque con ello desobedezca las leyes estatales.

La traducción al español de esta obra fue publicada en 2010 en España y Latinoamérica por la editorial Kairós, coincidiendo con el centenario de la muerte del escritor.

Se incluyó al final del libro la interesantísima correspondencia que mantuvieron Tolstói y Gandhi, quien quedó muy impresionado por el contenido de esta obra, especialmente por la cuestión de la “no resistencia al mal con la violencia”, que después aplicaría exitosamente en su lucha contra los ingleses. Gandhi escribió: “El reino de Dios está en vosotros me abrumó. Me marcó para siempre. Comprender su pensamiento independiente, su profunda moralidad y la veracidad de este testimonio, hizo que todos los libros que antes me había dado Mr. Coates me resultaran insignificantes.”