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Empezó la obra en 1973, en Chile; terminó hace unos meses, en el DF

La rinconada de la luna, parte de la gran narrativa de AL de los años 60: Lavín Cerda
 
Periódico La Jornada
Lunes 5 de agosto de 2013, p. 8

Una novela polifónica, dentro de la tradición de la gran narrativa latinoamericana de los años 60 así cataloga el escritor Hernán Lavín Cerda (Santiago de Chile, 1939) su trabajo literario más reciente, La rinconada de la luna.

Publicada por Editorial Práxis, se trata de una obra en la que aparecen decenas de personajes que protagonizan y entretejen múltiples historias.

Es una novela que gira en torno a la incertidumbre político-social, el temor hacia el futuro, esquivo e incierto, pero también sobre la esperanza y los placeres carnales, explicó el autor en charla con La Jornada.

Este trabajo literario de largo aliento tuvo su génesis meses antes del golpe militar en Chile, de Augusto Pinochet contra el gobierno de Salvador Allende, en 1973, y concluyó hace pocos meses en la ciudad de México, ya que las primeras 150 cuartillas tuvieron que ser sacadas de Chile, en aquel año, por valija diplomática gracias al consulado mexicano de aquella época.

Las primeras cuartillas, recordó el también poeta, fueron escritas con la idea de reflejar el ambiente político-social que se vivía en aquel año. Había una sensación de ser cercados poco a poco. Una sensación de angustia y temor de que se ejercieran acciones contra la libertad de expresión, la imaginación y la creación. Lo que después se confirmó de manera dramática, con la instauración del gobierno militar.

Todo aquello germinaba en el texto original, pero no se trataba de hacer un testimonio meramente político o periodístico: me interesaba explorar los mecanismos del idioma y el lenguaje, destacó el autor.

“Interrumpí la escritura dos o tres días antes del golpe militar, para asilarme junto con mi familia, sólo con lo que traíamos puesto, en el consulado mexicano, el cual, cabe recordar, sufrió una presión constante de la dictadura por haber dado asilo a decenas de ciudadanos chilenos.

“Durante las semanas que estuvimos en el consulado, con dificultades mi madre me hizo llegar esas cuartillas, para luego ser sacadas vía valija diplomática.

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Las primeras 150 cuartillas de La rinconada de la luna tuvieron que ser sacadas de Chile por valija diplomáticaFoto Carlos Cisneros

Llegamos a México y con el paso del tiempo me olvidé de aquel texto y me integré al cuerpo académico de la Universidad Nacional Autónoma de México. Un buen día recibí una llamada telefónica de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Era el licenciado Valdez, quien para mi sorpresa me citaba para regresarme los folios. Eso fue a principios de 1974.

Luego pasaron varios años, antes de volver a retomar su escritura. Durante ese tiempo el autor publicó distintos libros de poesía y narrativa. Fue en 2009 cuando Lavín Cerda retomó el trabajo de escribir y concluir La rinconada de la luna.

Por su extensión, de más de 600 páginas, pero sobre todo por la forma de explorar, experimentar y tratar el lenguaje, fue rechazada por algunas editoriales comerciales, comentó el escritor.

Sin embargo, dice, confío en que como ha ocurrido a otros autores, se aprecie el esfuerzo de escribir una novela con tales características lingüísticas.

La rinconada de la luna, continúa el autor, “podría enmarcarse, modestia aparte, dentro de la tradición de la gran narrativa latinoamericana de los años 60. Es una novela polifónica, una especie de alegoría de lo que estaba por pasar en Chile y en otras partes del mundo, como los golpes de Estado castrenses. Aparecen aquí, entre otros personajes, los hijos de un latifundista, que oprimen y reprimen cruelmente y principalmente a los personajes femeninos. En torno a ello, están también una serie de mitos y leyendas que tienen que ver con el mundo agrario. Florencia, es uno de los personajes femeninos, protagonistas de ese mundo campesino. Hay igual, cierta sátira de los símbolos patrios. Todo se va entretejiendo de manera gradual. Es una novela en la que se ve reflejado cierto realismo mágico, que a los jóvenes de los años 60 nos influyó tanto. Tiene un lenguaje que llamo ‘imantado’, cercano a la poesía”, concluyó Hernán Lavín Cerda.