Opinión
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Balance de la Jornada

Peláez y García Aspe: de la cancha al escritorio

Reyna y Chaco, al rescate del Chepo

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Jorge Torres Nilo (6) y Carlos Salcido tratan de detener al delantero Martín Bravo (10), durante el partido que Tigres ganó 2-0 en el estadio Olímpico UniversitarioFoto Cristina Rodríguez
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a lógica futbolera sugiere que un buen jugador podría ser un buen técnico o un buen directivo. A escala mundial, Pelé y Maradona son los mejores ejemplos para comprobar que esto no es así. Pero mientras el brasileño se dedicó a los negocios relacionados con el balón, el Pibe da tumbos en su faceta de timonel.

En la actualidad, el balompié mexicano tiene dos claros ejemplos: Ricardo Peláez y Alberto García Aspe.

Después de su retiro, ambos pasaron a los micrófonos de Televisa. Desde ahí se notó que el centro delantero poseía mejor capacidad para el análisis, mientras Beto hablaba más en la superficialidad, con su clásico estilo hosco, por calificarlo así.

Peláez suma ya un título con el equipo más odiado del país, con todas las dificultades y presiones que ello implica. Y es que empezó a cimentar bien su proyecto con la elección del timonel: Miguel Herrera, quien nada tenía que ver con el llamado americanismo, pero desde Atlante, Monterrey, Veracruz y Tecos ya mostraba su capacidad de estratega, muy alejado de aquel defensa rudo que había sido.

Esta temporada, el apodado Piojo deberá emplear todos sus conocimientos para dar forma a un equipo al que se criticó de tener Chuchodependencia. Por lo menos empezó bien, luego de un receso de dos fechas, con un reñido empate ante León y una fácil victoria sobre el disminuido Atlas, en partido que sirvió como homenaje para el ecuatoriano Christian Benítez, quien ya dejó huella en la historia del club de Coapa.

García Aspe fue un mediocampista con zurda privilegiada y carácter de auténtico puma, tanto en sus equipos como en la selección. Pero en su etapa de directivo no da una y de no ser por su extracción auriazul –que le ha permitido gozar de un amplio margen de error–, ya estaría otra vez frente a las cámaras del consorcio televisivo.

Primero se equivocó con Joaquín del Olmo, a quien quitó de mala manera al Veracruz. Después, en forma increíble, optó por Mario Carrillo. Y luego trató de corregir el rumbo al elegir a un técnico canterano, pero con poca experiencia.

Los exigentes aficionados pumas ya piden la cabeza de Antonio Torres Servín, quien tiene al equipo en el penúltimo sitio, sin victoria en cuatro partidos y apenas con un gol. Para bien del conjunto de la UNAM, que hagan a un lado al Beto en la próxima elección de timonel.

Por su parte, Ángel Reyna sigue acaparando la atención en este inicio de torneo. No sorprende que encabece la tabla de goleadores –ya fue el máximo artillero con las Águilas– o que muestre su indudable talento en el desequilibrio, sino lo que llama la atención es que parece, por fin, centrado en la cancha.

Pero no sólo en Veracruz ha generado esperanza, sino en el mismo seleccionador nacional José Manuel de la Torre, quien fue ratificado, a pesar de que muchos ya lo veían fuera. Se espera el llamado de Reyna, en un Tri al que si algo le falta es talento, mientras el directivo tuzo Andrés Fassi ya adelantó que es casi segura la convocatoria del Chaco Giménez y posible la de Lucas Lobos.

El futbol mexicano es interesante porque todo puede pasar, como tener a un Veracruz armado al vapor como superlíder, o al trabuco Monterrey sin victorias, a pesar de contar con el desequilibrante colombiano Dorlan Pabón.

Pero el balompié pierde gran parte de su esencia cuando es fácil atinarle a una quiniela. Y eso podría pasar con el Barcelona, que está resurgiendo de la etapa Pep Guardiola de la mano de un técnico estudioso como el Tata Martino y con dos de los mejores futbolistas del mundo. Lionel Messi y Neymar sólo estuvieron juntos durante 17 minutos, pero el 8-0 sobre el Santos de Brasil es una muestra de lo que podría ser un torneo español que ya desde antes era un partido de tenis.