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Recorrer El Salado nos da el estatus que otros nos niegan

Nuevo, usado, robado, de lujo o de media calidad se consigue en el popular tianguis

En esto se trabaja todos los días; no tenemos descanso, señala un comerciante

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En el tianguis El Salado, en la delegación Iztapalapa, todos los miércoles se puede comprar desde zapatos a 5 pesos el par, prendas de ropa también desde 5 pesos y utensilios de cocina de 5 y 10 pesos, entre muchos productos nuevos o usadosFoto Jesús Villaseca
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¡Levántele, levántele! De todos los precios y para todos los gustosFoto Jesús Villaseca
 
Periódico La Jornada
Jueves 15 de agosto de 2013, p. 31

Desde lo alto de la estación Acatitla del Metro y hasta donde abarca la vista se despliega una multicolor serpiente de plástico, donde los objetos de lujo están al alcance de cualquier mortal, para darnos el estatus que otros nos niegan.

La incursión en el tianguis El Salado, en la delegación Iztapalapa, comienza con buscar un buen lugar –como los zapatos o los calcetines– donde colocar los billetes que no se quiere que cambien de dueño.

Una vez fuera del andén, es común ver personas sentadas en las bancas de concreto que hay en el Metro y notar cómo esconden sus pertenencias antes de empezar el recorrido.

Sobre la avenida Amador Salazar, entre la avenida Texcoco y la calzada Ignacio Zaragoza, en la colonia Santa Martha Acatitla, se pueden encontrar desde útiles escolares, perfumes empacados a 200 pesos, una iguana a 100, un iPhone 5 en 4 mil 500, hasta mariguana de diversas calidades, y puestos que asemejan bares, donde por 30 pesos puedes tomar la bebida de moda, llamada tropicana, o un whisky Buchanans por 100 pesos.

Por estos días que se acerca el regreso a clases, puestos donde se venden cuadernos, gomas, plumas, juegos de geometría, lápices y sacapuntas inundan el lugar, con precios que no se encuentran en otro lado, afirman comerciantes, cuando la gente les pregunta si es lo menos tres cuadernos profesionales por 50 pesos.

En busca de lo más barato

Para recorrer el sitio tener prisa no es una opción, a menos que, como señalan compradores, sepas exactamente qué quieres y dónde encontrarlo, pero para ello necesitas ser un cliente asiduo, de lo contrario deberás caminar largo rato para comparar precios y encontrar deveras lo más barato.

Perfumes de todas las marcas en caja sellada con papel celofán, ropa de marca nueva o usada, relojes, tablets, computadoras y el celular que acaba de salir al mercado están al alcance de todos. La razón estriba en que los precios son menores en todos los casos y en ocasiones se encuentran a 50 por ciento del costo que tendrían en una tienda departamental.

Para nadie es un secreto la dudosa procedencia de muchos de los productos que ahí se expenden y en voz de los consumidores, que sea robado no significa un impedimento para que los adquieran, porque saben que en otros lugares simplemente nunca podrían comprarlos.

También es un lugar donde los tabúes se rompen. Familias enteras, después de una larga caminata, toman asiento en las improvisadas mesas de los puestos-bar, donde se refrescan con una cerveza, un tequila, un vodka o un whisky. Mientras los más jóvenes piden una tropicana, bebida hecha a base de cerveza, limón, trozos de piña, mango, chamoy y una brocheta de gomitas o tamarindos.

Caminar por los pasillos de El Salado implica por momentos adentrarse en un mundo paralelo donde todo es permitido.

El tianguis se divide por zonas y algunas son más cabronas que otras, platica un vecino de la zona.

Con el paso de los minutos y conforme más te alejas del corazón del lugar su dicho es comprobable. Puestos de comida, ropa, tenis y perfumes quedan atrás y le dan paso a chácharas, piezas de automóviles, salas, herramientas y aparatos electrónicos. Luego vienen los pequeños puestos improvisados sobre la acera de celulares, ropa y accesorios tipo militar y chalecos antibalas.

Es entonces cuando, ante la vista de todos, se llevan a cabo los intercambios. Compra y venta de drogas, chavos que arman su cigarro de mariguana mientras te dan el precio de los tapones de un carro marca Volkswagen.

En El Salado es posible ver hombres, mujeres y niños de todas las edades, pero hay una tendencia clara. Entre los vendedores hay niños, adolescentes y muchos que no pasan de los 30 años.

En voz de uno de ellos, que se dedica a vender útiles escolares y perfumes: en esto se trabaja todos los días. No tenemos descanso; cuando no estamos aquí estamos en otros tianguis, y tampoco alternativas. No se lo cuestionan. Es lo que hacen y punto.