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Sopa Sur

E

ntre 2005 y 2007 se reunieron en Vancouver –ciudad canadiense de Columbia Británica– personas de 13 países de América Latina en tres intervenciones de arte participativo a cargo del artista mexicano Jorge Ismael Rodríguez. Se nutrieron con la memoria, la nostalgia y la vida actual de los participantes; como resultado crearon una metáfora del sincretismo cultural que se construye en Canadá: la Sopa Sur, integrando armónicamente los frutos del mar esta región, con los sabores de América Latina, en especial de Argentina, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela.

Otro resultado importante es que muchos de los participantes se reconocieron como personas capaces de hacer, crear y aportar a su comunidad; algunos, incluso dejaron de pensarse como inmigrantes o refugiados para entenderse como ciudadanos responsables del desarrollo local. Entusiasmados con sus hallazgos, decidieron hacer un monumento que formara parte del patrimonio cultural de Vancouver. Una de las principales impulsoras fue la salvadoreña Lucy Ortiz.

El mexicano Roberto Palomino compró el bloque de granito de tres y media toneladas; ahí grabó la receta de la Sopa Sur con la colaboración de voluntarios agrupados en la ONG Proyecto Cultural Sur. La obra, en la que destaca una mazorca de maíz, tomó casi dos años de trabajo; las gestiones para que las autoridades locales aprobaran un lugar para colocarla, casi tres. Se inauguró el 28 de julio en el Seaforth Peace Park de Vancouver, con la presencia del alcalde de la ciudad y la cónsul general mexicana.

Algunos ingredientes de esta sopa son un beso grande lanzado al aire, tomates rojos (jitomates) picados, leche de coco, chiles morrón, rojo, verde y amarillo, chiles jalapeños, cilantro, chile seco rojo y dos tantos de amor sereno.

Lleva huisquiles (chayotes), calabacitas medianas, papa, yuca, achiote, espinacas, zanahorias, huevos batidos y dos tantos del buen sentido del humor latinoamericano, así como pescado del mar de Columbia Británica, camarones, jaibas, un atado de cuentos contados junto al fogón, pulpo, mero, atún fresco, tres tantos de toda tu pasión, calamares, almejas, carne fresca de caracol de mar y conchas variadas.

Por falta de espacio, sólo pondremos el primer paso de la preparación: comenzar abriendo el corazón y alistando los ingredientes. Usar una olla en la que quepa el agua para cocerlos, la leche de coco, los frutos de mar y tierra, y todos sus amores. Mientras se cocina piense en los que vendrán, piense en los hijos, hermanos, nietos, amigos, conocidos y desconocidos.