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El sueño de Martin Luther King
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l 28 de agosto se celebran 50 años desde que Martin Luther King pronunció el discurso que marcó un hito en la historia de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos. Una frase fue suficiente para impactar la conciencia del pueblo estadunidense sobre la necesidad de acabar con la injuriosa segregación racial: tuve un sueño en el que mis cuatro pequeños hijos podrán vivir algún día en esta nación y no serían juzgados por el color de su piel, sino por su carácter.

Más de 250 mil personas procedentes de todos los confines del país, una multitud sin precedente, se concentraron frente al monumento a Abraham Lincoln para protestar en contra de la discriminación y las injustas condiciones de vida de millones de negros. Fue en ese simbólico sitio donde King eslabonó un discurso en el que expresó su sueño de igualdad social, la necesidad de mejores trabajos y salarios para los negros y de una justicia en la que no estuviera de por medio el color para definir a culpables o inocentes. Soñó que a 100 años de que Lincoln declarara la emancipación de los negros era posible alcanzar, en los hechos, su igualdad.

Cincuenta años han pasado desde aquel famoso discurso que detonó una serie de cambios en la conciencia y las leyes de Estados Unidos. Los avances que en el transcurso de esos años han alcanzado en cuestiones de igualdad y justicia social, no sólo los negros, sino también otras minorías raciales como los latinos, han sido sustanciales. En 1963 nadie hubiera imaginado que menos de cinco décadas después, en el país que en ese entonces negaba a las minorías de color los más elementales derechos, un negro llegaría a ser presidente, y con él decenas de alcaldes, legisladores y funcionarios hubieran también sido elegidos para gobernarlo.

Pero si bien cabe reconocer la evolución que la sociedad estadunidense ha tenido en el aspecto social, es imposible hacer caso omiso de las desigualdades que aún prevalecen en su seno. La pobreza, los malos salarios y trabajos de baja calificación, a los que aludiera King en su discurso, no sólo no han desaparecido, sino que proporcionalmente han crecido entre la población de color. Pero si en el aspecto económico los negros están a la saga, en la cuestión concerniente a la la justicia, la discriminación es aún más dramática y ha demostrado ser insensible a la equidad que debiera haber en su aplicación. A pesar de que sólo 14 por ciento de la población es negra, en las cárceles suma más de 37 por ciento. Fueron causa de asombro e indignación los asesinatos de dos jóvenes negros, Trevor Martin en Florida y Oscar Grant en California, este último dramatizado en la película Fruitvale Station, y en ambos casos, la exoneración de sus asesinos blancos por jurados integrados en su mayoría también por blancos.

Por lo visto, es aún largo el camino que la sociedad tiene que recorrer para cumplir con el sueño de Martin Luther King.