Opinión
Ver día anteriorViernes 30 de agosto de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

¿Modelo fallido?

Ojo, despistados

Guajardo ilustra

P

ara aquellos despistados que no se han dado cuenta, el modelo económico impuesto en el país desde hace tres décadas no es un fracaso, y los raquíticos resultados por él registrados a lo largo de ese periodo ni de lejos deben entenderse como algo funesto. De ninguna manera, mexicanos crédulos: si ello ha sucedido es porque a ese maravilloso esquema nunca le hemos dado la oportunidad de ejecutarlo como debemos ejecutarlo, según el sabio dicho del secretario peñanietista de Economía, Ildefonso Guajardo Villarreal.

¡Haberlo dicho antes!, porque con la brillante puntualización del citado funcionario ahora los mexicanos están plenamente conscientes de que el vertiginoso avance de la pobreza, el creciente desempleo, el desplome del poder adquisitivo, la brutal precarización del empleo, la robusta informalidad, el raquítico crecimiento y, en fin, la notoria ausencia de bienestar social no son producto de un modelo económico depredador y rotundamente fallido, sino resultado de la espantosa impaciencia de los habitantes de esta República de discursos, quienes nunca le han dado la oportunidad de ejecutarlo como debemos ejecutarlo. ¡Qué tal!

Brillante exposición la del sucesor de Bruno Ferrari en la Secretaría de Economía (personaje éste que, dicho sea de paso, se ganó a pulso varios premios a la neurona pasmada), quien con tanta sabiduría mantuvo en el filo del asiento al cautivado público que lo escuchó decir aquello de que el modelo económico impuesto en México no es fallido, por las causas descritas (Guajardo Villarreal lo llamó mi contrargumento, es decir, el de la oportunidad de ejecutarlo).

Pero no quedó allí su muestra de sabiduría y sensibilidad social: “si bien México tiene un gran reto por delante, tenemos que reconocer lo que podemos considerar consolidado en la estrategia de desarrollo nacional… A pesar de la estabilidad, pudimos lograr un activo que a veces no se valora, que fue convencernos de que teníamos que entrar a la globalidad de manera estratégica. La cúspide de esa estrategia fue la entrada en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) hace 20 años” (La Jornada, Roberto González Amador).

Qué bueno que lo aclara, porque algunos podrían llegar a pensar que el citado Guajardo Villarreal no tiene la menor idea de cuál es la realidad nacional ni el creciente costo social de un modelo económico rotundamente fallido (cuando menos esa era la creencia antes de que el funcionario hiciera público su contrargumento), o, en el mejor de los casos, que de plano amaneció de vena chistoretera y quiso compartirla con quienes lo escucharon en el foro Estrategia México 2013, organizado por el Grupo Financiero Banorte.

Aun así, la claridad y el rigor científico del secretario de Economía no encontró eco en otro de los integrantes del gabinetazo de Enrique Peña Nieto. En el mismo foro, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, consideró claramente insatisfactorio el resultado económico mexicano, no sin subrayar que la economía no está avanzando a la altura de su potencial y no se reduce la pobreza. Tal vez sea resultado de que al modelo impuesto 30 años atrás nunca le hemos dado la oportunidad de ejecutarlo como debemos ejecutarlo, pero lo cierto es que el sucesor del inefable Ernesto Cordero en la SHCP no perdió la oportunidad de remarcar que a lo largo de ese periodo a duras penas la economía ha crecido a un ritmo anual promedio de 2 por ciento, o lo que es lo mismo, nada ante el tamaño de las crecientes urgencias nacionales.

Tal vez Videgaray se expresa en esos términos, porque le ha ido como en feria desde que ocupa la cartera de Hacienda, periodo en el que la economía ha caído aún más, al igual que el empleo formal y el bienestar de los mexicanos, es decir, ha sucedido todo lo contrario a lo que su jefe y amigo prometió en su campaña electoral y repite cotidianamente en los no pocos discursos que pronuncia y con los que la tele cotidianamente atiborra a los ya aburridos habitantes de este país.

Pero como el titular de Hacienda no come lumbre, repartió costos y responsabilidades: sabemos que la economía mexicana no está creciendo a la altura de su potencial, pero sobre todo de lo que tiene que crecer. Venimos de años de crecimiento bajo, francamente mediocre y las cifras que conocemos de cómo está desempeñándose este 2013 también están por debajo de lo que México necesita crecer. Vamos a tener otro año más de crecimiento claramente insatisfactorio. Básicamente seguimos teniendo el mismo porcentaje de pobres hoy en la economía mexicana que el que teníamos en 1980. La economía nacional no está creciendo y no se está reduciendo la pobreza, a pesar de que en los últimos 15 años, por lo menos, cada vez hay recursos presupuestales más cuantiosos para los programas de atención de la pobreza a través de transferencias individualizadas.

Desde luego que Guajardo y Videgaray no son los únicos integrantes del gabinetazo peñanietista que justifican el fracaso del modelo económico y/o creen que los mexicanos no saben de qué se trata ni padecen las crecientes consecuencias de un esquema al que nunca le hemos dado la oportunidad de ejecutarlo como debemos ejecutarlo. Treinta largos años han transcurrido, y los resultados económicos son desastrosos; en ese periodo cinco gobiernos al hilo hicieron (más el que está en turno) y deshicieron a placer; reformaron todo lo reformable; desmantelaron hasta la última tuerca económica y prometieron un rearmado eficiente, espectacular y primermundista.

Allí están los resultados, y si en tres décadas no supieron cómo, si de nada sirvió la construcción de un México nuevo y moderno, entonces sólo queda pensar que son una bola de ineptos o que el modelo que tanto defienden de plano no funciona, aunque en los hechos ambas son las causas del fracaso.

Las rebanadas del pastel

Parece que al modernizado Sistema de Ahorro para el Retiro tampoco le dieron oportunidad de ejecutarlo como debemos ejecutarlo. En este sacudido arranque de la administración de Peña Nieto, las minusvalías se acumulan: 156 mil millones de pesos entre mayo y junio de 2013, el año del México que todos queremos. En igual lapso, los dueños de las Afore no dejaron de cobrar sus jugosas comisiones ni perdieron un solo centavo. La mermas, pues, por cortesía, única y exclusiva, de los ahorradores (La Jornada, Víctor Ballinas y Andrea Becerril).

Twitter: @cafevega